/ jueves 21 de febrero de 2019

Perfil humano

Venezuela, un Estado fallido


El ex presidente español Felipe González definió a Venezuela como un “Estado fallido” en un artículo publicado en el New York Times.

El país suramericano se debate en una aguda crisis política y económica que sin lugar a dudas lo convierte en un Estado fallido. El otrora modelo de democracia venezolana es ahora ejemplo pero de lo que puede causar un popularismo autoritario, el cual aunque se disfrace de socialismo no es más que otra dictadura bananera que oprime a los ciudadanos y los mantiene en condiciones de elemental sobrevivencia.

En la actualidad Venezuela tiene dos presidentes que se autoproclaman como legítimos: Nicolás Maduro y Juan Guaidó.

El primero es apoyado por unos cincuenta países como Rusia, China, Corea del Norte, Cuba y otros, los cuales no son precisamente modelos democráticos. Por su parte el segundo ha sido reconocido por otros cincuenta países, entre ellos Canadá, Estados Unidos, Brasil, Argentina y varios de la Unión Europea como Francia y Alemania.

Nicolás Maduro inició este año su segundo mandato después de que adelantara las elecciones el año pasado y no se sometiera al referéndum de remoción solicitado por los ciudadanos.

Una buena parte de los países americanos no reconocieron la legitimidad de Maduro, pues los comicios fueron manipulados por su gobierno. La oposición continúa por lo tanto reclamando que se realicen nuevas elecciones presidenciales.

Guaidó por su parte fue electo presidente de la Asamblea Nacional, por lo que también pretende ocupar el puesto de presidente interino. Sin embargo este órgano legislativo a su vez ha sido desconocido por el gobierno y en su lugar puso a una asamblea constituyente encabezada por incondicionales de Maduro.

Venezuela cuenta por lo tanto no sólo con dos presidentes, sino con dos congresos que también disputan su legitimidad, lo cual refleja el alto grado de ingobernabilidad en el país.

El tercer poder, el Judicial, también carece de legitimidad pues es dirigido por funcionarios colocados por Maduro, mientras que algunos de los anteriores han tenido que emigrar, como la anterior fiscal, que fuera designada en su momento por Hugo Chávez.

La nación suramericana está tan dividida y confrontada que si no se llega a algún acuerdo entre las partes en disputa se podría llegar a una guerra civil.

El deplorable estado de la economía venezolana agrava su ingobernabilidad pues padece de una hiperinflación que ya llegó al millón y de acuerdo al FMI podría alcanzar un hito de 10 millones en este año. La consecuencia de la misma es que el 90 por ciento de la población es pobre y una buena parte de ella sufre la extrema pobreza.

El éxodo de entre 2 y 3 millones de venezolanos, el mayor que se ha dado en la historia de Latinoamérica, es más que una prueba de las condiciones adversas que padece el pueblo mientras sus élites pelean por el poder.

Con una caída de los ingresos petroleros y ahora con la cancelación del mercado estadounidense la situación se agrava para el gobierno y los ciudadanos.

Aunque Venezuela cuenta con las mayores reservas probadas de petróleo del mundo, es un Estado fallido y con una creciente crisis humanitaria. La “dieta Maduro” ha provocado una disminución en promedio del peso de sus habitantes de unos once kilos debido a la carencia de alimentos. Además su salud empeora ante la escasez de medicinas y del mal funcionamiento de sus clínicas.

Para empeorar las cosas, la ayuda humanitaria de varios países no puede ser entregada a los damnificados debido a la cerrazón de Maduro, quien envió las tropas a bloquear su entrada en los puentes fronterizos.

Una intervención militar tampoco se perfila como la solución, pues además de sentar un peligroso antecedente en Latinoamérica tendría peores consecuencias para la población. Al parecer la única alternativa viable es una negociación entre los bandos con la intermediación de la ONU para alcanzar un acuerdo, lo cual será menos malo que continuar siendo un catastrófico Estado fallido.


Venezuela, un Estado fallido


El ex presidente español Felipe González definió a Venezuela como un “Estado fallido” en un artículo publicado en el New York Times.

El país suramericano se debate en una aguda crisis política y económica que sin lugar a dudas lo convierte en un Estado fallido. El otrora modelo de democracia venezolana es ahora ejemplo pero de lo que puede causar un popularismo autoritario, el cual aunque se disfrace de socialismo no es más que otra dictadura bananera que oprime a los ciudadanos y los mantiene en condiciones de elemental sobrevivencia.

En la actualidad Venezuela tiene dos presidentes que se autoproclaman como legítimos: Nicolás Maduro y Juan Guaidó.

El primero es apoyado por unos cincuenta países como Rusia, China, Corea del Norte, Cuba y otros, los cuales no son precisamente modelos democráticos. Por su parte el segundo ha sido reconocido por otros cincuenta países, entre ellos Canadá, Estados Unidos, Brasil, Argentina y varios de la Unión Europea como Francia y Alemania.

Nicolás Maduro inició este año su segundo mandato después de que adelantara las elecciones el año pasado y no se sometiera al referéndum de remoción solicitado por los ciudadanos.

Una buena parte de los países americanos no reconocieron la legitimidad de Maduro, pues los comicios fueron manipulados por su gobierno. La oposición continúa por lo tanto reclamando que se realicen nuevas elecciones presidenciales.

Guaidó por su parte fue electo presidente de la Asamblea Nacional, por lo que también pretende ocupar el puesto de presidente interino. Sin embargo este órgano legislativo a su vez ha sido desconocido por el gobierno y en su lugar puso a una asamblea constituyente encabezada por incondicionales de Maduro.

Venezuela cuenta por lo tanto no sólo con dos presidentes, sino con dos congresos que también disputan su legitimidad, lo cual refleja el alto grado de ingobernabilidad en el país.

El tercer poder, el Judicial, también carece de legitimidad pues es dirigido por funcionarios colocados por Maduro, mientras que algunos de los anteriores han tenido que emigrar, como la anterior fiscal, que fuera designada en su momento por Hugo Chávez.

La nación suramericana está tan dividida y confrontada que si no se llega a algún acuerdo entre las partes en disputa se podría llegar a una guerra civil.

El deplorable estado de la economía venezolana agrava su ingobernabilidad pues padece de una hiperinflación que ya llegó al millón y de acuerdo al FMI podría alcanzar un hito de 10 millones en este año. La consecuencia de la misma es que el 90 por ciento de la población es pobre y una buena parte de ella sufre la extrema pobreza.

El éxodo de entre 2 y 3 millones de venezolanos, el mayor que se ha dado en la historia de Latinoamérica, es más que una prueba de las condiciones adversas que padece el pueblo mientras sus élites pelean por el poder.

Con una caída de los ingresos petroleros y ahora con la cancelación del mercado estadounidense la situación se agrava para el gobierno y los ciudadanos.

Aunque Venezuela cuenta con las mayores reservas probadas de petróleo del mundo, es un Estado fallido y con una creciente crisis humanitaria. La “dieta Maduro” ha provocado una disminución en promedio del peso de sus habitantes de unos once kilos debido a la carencia de alimentos. Además su salud empeora ante la escasez de medicinas y del mal funcionamiento de sus clínicas.

Para empeorar las cosas, la ayuda humanitaria de varios países no puede ser entregada a los damnificados debido a la cerrazón de Maduro, quien envió las tropas a bloquear su entrada en los puentes fronterizos.

Una intervención militar tampoco se perfila como la solución, pues además de sentar un peligroso antecedente en Latinoamérica tendría peores consecuencias para la población. Al parecer la única alternativa viable es una negociación entre los bandos con la intermediación de la ONU para alcanzar un acuerdo, lo cual será menos malo que continuar siendo un catastrófico Estado fallido.