/ jueves 13 de agosto de 2020

Perfil humano

Al superar oficialmente el pasado cuatro de este mes los 50 mil muertos a causa del Covid-19 en el país, es más que obvio el fracaso de la estrategia gubernamental para enfrentar la pandemia.

El responsable de encabezar el combate en contra del coronavirus, Hugo López Gatell, acaba de pronosticar que la epidemia podría prolongarse por dos o tres años más. Por ello anunció un plan B que consiste en coordinarse con Hacienda para contrarrestar los efectos negativos para la economía nacional.

El cambio de perspectiva del subsecretario de Salud es notorio, ya que había vaticinado que la enfermedad letal sólo causaría unas 8 mil muertes, luego en junio dijo que serían 35 mil y ahora ante el avance ascendente no se atreve ya a realizar otro pronóstico fallido.

Los errores que ha cometido el gobierno federal son parecidos a los de gobiernos como los de Estados Unidos, Brasil, el Reino Unido y otros países: desestimar al principio la gravedad de la pandemia, no actuar a tiempo para aplicar medidas preventivas y tener políticas contradictorias sobre las mismas.

El resultado de sus equívocas estrategias es que estos países encabezan la lista de muertes y contagios del virus, en la cual México aparece ya en tercer lugar en fallecimientos y en sexto en contagios.

Las justificaciones gubernamentales poco crédito tienen ante la adversa realidad presentada por las cifras que manejan los propios gobiernos. En menos de cinco meses México pasó de tener una muerte el 18 de marzo a 51,311 fallecimientos registrados hasta el domingo pasado.

La inferencia lógica ante esta deplorable situación es que los responsables de combatir la pandemia no están haciendo bien su trabajo y se deberían de hacer correcciones a tiempo antes de que empeoren los estragos causados por el Covid-19.

Los dimes y diretes entre el gobierno federal y los estatales tampoco son útiles por lo que se requiere un frente común sumando además a los demás sectores de la sociedad. La pasividad debe dar lugar al planteamiento estratégico basado en los resultados exitosos de otras naciones y no sólo en base a ocurrencias personales, o buenos deseos.

Si la pandemia será larga se debería pues convocar a la formulación de un plan nacional estratégico para enfrentarla, el cual sería incluyente y basado en la información proporcionada por los expertos en el área más que en los puntos de vista contradictorios de los funcionarios públicos.

Es tiempo aún de reconocer los errores y aplicar otras estrategias en lugar de seguir contaminando las medidas con politiquería y ambiciones personales.

No es desde luego una tarea fácil por lo que se requieren verdaderos líderes que dirijan los esfuerzos colectivos y sobre todo le digan la verdad al pueblo, como lo hizo Winston Churchill al asumir el primer ministerio en tiempos de guerra y prometerles a los ingleses “sangre, sudor y lágrimas”.

Al superar oficialmente el pasado cuatro de este mes los 50 mil muertos a causa del Covid-19 en el país, es más que obvio el fracaso de la estrategia gubernamental para enfrentar la pandemia.

El responsable de encabezar el combate en contra del coronavirus, Hugo López Gatell, acaba de pronosticar que la epidemia podría prolongarse por dos o tres años más. Por ello anunció un plan B que consiste en coordinarse con Hacienda para contrarrestar los efectos negativos para la economía nacional.

El cambio de perspectiva del subsecretario de Salud es notorio, ya que había vaticinado que la enfermedad letal sólo causaría unas 8 mil muertes, luego en junio dijo que serían 35 mil y ahora ante el avance ascendente no se atreve ya a realizar otro pronóstico fallido.

Los errores que ha cometido el gobierno federal son parecidos a los de gobiernos como los de Estados Unidos, Brasil, el Reino Unido y otros países: desestimar al principio la gravedad de la pandemia, no actuar a tiempo para aplicar medidas preventivas y tener políticas contradictorias sobre las mismas.

El resultado de sus equívocas estrategias es que estos países encabezan la lista de muertes y contagios del virus, en la cual México aparece ya en tercer lugar en fallecimientos y en sexto en contagios.

Las justificaciones gubernamentales poco crédito tienen ante la adversa realidad presentada por las cifras que manejan los propios gobiernos. En menos de cinco meses México pasó de tener una muerte el 18 de marzo a 51,311 fallecimientos registrados hasta el domingo pasado.

La inferencia lógica ante esta deplorable situación es que los responsables de combatir la pandemia no están haciendo bien su trabajo y se deberían de hacer correcciones a tiempo antes de que empeoren los estragos causados por el Covid-19.

Los dimes y diretes entre el gobierno federal y los estatales tampoco son útiles por lo que se requiere un frente común sumando además a los demás sectores de la sociedad. La pasividad debe dar lugar al planteamiento estratégico basado en los resultados exitosos de otras naciones y no sólo en base a ocurrencias personales, o buenos deseos.

Si la pandemia será larga se debería pues convocar a la formulación de un plan nacional estratégico para enfrentarla, el cual sería incluyente y basado en la información proporcionada por los expertos en el área más que en los puntos de vista contradictorios de los funcionarios públicos.

Es tiempo aún de reconocer los errores y aplicar otras estrategias en lugar de seguir contaminando las medidas con politiquería y ambiciones personales.

No es desde luego una tarea fácil por lo que se requieren verdaderos líderes que dirijan los esfuerzos colectivos y sobre todo le digan la verdad al pueblo, como lo hizo Winston Churchill al asumir el primer ministerio en tiempos de guerra y prometerles a los ingleses “sangre, sudor y lágrimas”.