/ jueves 25 de febrero de 2021

Perfil humano | El mega apagón o la dependencia energética de México

El lunes negro de la semana pasada Chihuahua se paralizó con el mega apagón sufrido sobre todo en Ciudad Juárez y la capital, el cual, aunque terminó en varias horas en algunos sitios, continuó en otros hasta por varios días.

Para restablecer el servicio de energía eléctrica en Chihuahua y otros estados la CFE aplicó una serie de miniapagones rotativos en otras entidades. La escasez de luz se agravó con la del agua y luego con la del gas, por lo que en el norte del país sus habitantes tuvieron que enfrentar las bajas temperaturas en condiciones adversas.

Sin embargo, en el vecino estado de Texas, pese a ser el mayor productor energético de los EUA, vivieron una situación catastrófica con la tormenta polar, por lo que millones de sus habitantes sobrevivieron durante la semana pasada en peores condiciones que en México.

Esta insólita crisis energética obliga a reflexionar sobre la fragilidad y deficiencias de nuestro sistema de energías renovables y no renovables. El cierre de los gasoductos decretado por unos días por el gobernador texano puso de manifiesto la precaria situación del norte de nuestro país en producción y almacenamiento de gas.

El que México ha avanzado poco en materia energética no es nuevo, sino data de décadas, por lo que se requiere revisar con criterios científicos y técnicos las alternativas viables y más costeables para poder satisfacer las crecientes demandas de energía en el territorio nacional.

Para ello se necesita una política energética donde se aproveche tanto a las empresas públicas como las privadas sin que prevalezcan los criterios ideológicos sobre los realistas.

La CFE y Pemex requieren una reestructuración de fondo no sólo que termine con su tradicional corrupción e ineficiencia, sino que las modernice y puedan aprovechar las energías no contaminantes como el gas, el cual en lugar de comercializarlo lo queman al extraerlo.

Lo mismo sería para las empresas privadas que participan en la producción energética, pues deben también ser reguladas legalmente para evitar abusos y no depender únicamente del mercado.

El mega apagón fue un serio aviso de las condiciones negativas en que se encuentra nuestro sistema energético, pero también sobre los efectos del calentamiento global con el cambio climático.

Algunos especialistas en el clima explicaron que la tormenta polar que cubrió a los Estados Unidos y el norte de México es uno más de los efectos de los trastornos que está sufriendo el planeta por el aumento de la temperatura debido al efecto invernadero.

Las corrientes marinas se han calentado más y alteran los climas continentales, como dijeron sucede con la del Golfo, las cuales además del frío ártico podrían causar un aumento de huracanes de mayor potencia, así como la persistencia de sequías e inundaciones.

Como se percibe, la amenaza climática y sus consecuencias pueden empeorar en el futuro si no se toman las medidas necesarias para evitarla a corto, mediano y largo plazo.

Por ello se requiere una planeación estratégica en la que participen todos los sectores y no prevalezcan los intereses políticos o privados en las decisiones públicas. La tarea no es sencilla, pero más nos vale tomar en serio el cambio climático y no continuar irreflexivamente nuestras prácticas de consumismo esperando que las fallas por sí solas desaparezcan.

De los infortunios hay que aprender algo y eso es lo que debemos de hacer no sólo los chihuahuenses, sino los mexicanos y el resto del mundo. Avanzar con el acuerdo de París es una vía que se debe transitar, aunque requiera, como todo cambio, sacrificios actuales en aras de un futuro no sólo mejor, sino cuando menos posible para las próximas generaciones.

El lunes negro de la semana pasada Chihuahua se paralizó con el mega apagón sufrido sobre todo en Ciudad Juárez y la capital, el cual, aunque terminó en varias horas en algunos sitios, continuó en otros hasta por varios días.

Para restablecer el servicio de energía eléctrica en Chihuahua y otros estados la CFE aplicó una serie de miniapagones rotativos en otras entidades. La escasez de luz se agravó con la del agua y luego con la del gas, por lo que en el norte del país sus habitantes tuvieron que enfrentar las bajas temperaturas en condiciones adversas.

Sin embargo, en el vecino estado de Texas, pese a ser el mayor productor energético de los EUA, vivieron una situación catastrófica con la tormenta polar, por lo que millones de sus habitantes sobrevivieron durante la semana pasada en peores condiciones que en México.

Esta insólita crisis energética obliga a reflexionar sobre la fragilidad y deficiencias de nuestro sistema de energías renovables y no renovables. El cierre de los gasoductos decretado por unos días por el gobernador texano puso de manifiesto la precaria situación del norte de nuestro país en producción y almacenamiento de gas.

El que México ha avanzado poco en materia energética no es nuevo, sino data de décadas, por lo que se requiere revisar con criterios científicos y técnicos las alternativas viables y más costeables para poder satisfacer las crecientes demandas de energía en el territorio nacional.

Para ello se necesita una política energética donde se aproveche tanto a las empresas públicas como las privadas sin que prevalezcan los criterios ideológicos sobre los realistas.

La CFE y Pemex requieren una reestructuración de fondo no sólo que termine con su tradicional corrupción e ineficiencia, sino que las modernice y puedan aprovechar las energías no contaminantes como el gas, el cual en lugar de comercializarlo lo queman al extraerlo.

Lo mismo sería para las empresas privadas que participan en la producción energética, pues deben también ser reguladas legalmente para evitar abusos y no depender únicamente del mercado.

El mega apagón fue un serio aviso de las condiciones negativas en que se encuentra nuestro sistema energético, pero también sobre los efectos del calentamiento global con el cambio climático.

Algunos especialistas en el clima explicaron que la tormenta polar que cubrió a los Estados Unidos y el norte de México es uno más de los efectos de los trastornos que está sufriendo el planeta por el aumento de la temperatura debido al efecto invernadero.

Las corrientes marinas se han calentado más y alteran los climas continentales, como dijeron sucede con la del Golfo, las cuales además del frío ártico podrían causar un aumento de huracanes de mayor potencia, así como la persistencia de sequías e inundaciones.

Como se percibe, la amenaza climática y sus consecuencias pueden empeorar en el futuro si no se toman las medidas necesarias para evitarla a corto, mediano y largo plazo.

Por ello se requiere una planeación estratégica en la que participen todos los sectores y no prevalezcan los intereses políticos o privados en las decisiones públicas. La tarea no es sencilla, pero más nos vale tomar en serio el cambio climático y no continuar irreflexivamente nuestras prácticas de consumismo esperando que las fallas por sí solas desaparezcan.

De los infortunios hay que aprender algo y eso es lo que debemos de hacer no sólo los chihuahuenses, sino los mexicanos y el resto del mundo. Avanzar con el acuerdo de París es una vía que se debe transitar, aunque requiera, como todo cambio, sacrificios actuales en aras de un futuro no sólo mejor, sino cuando menos posible para las próximas generaciones.