/ jueves 16 de junio de 2022

Perfil humano | Elecciones 2022 o el retroceso de la oposición

Las elecciones del domingo 5 de este mes demostraron la superioridad del partido oficial Morena sobre sus opositores al ganar cuatro de las seis gubernaturas en disputa.

El Movimiento de Regeneración Nacional con estas victorias cuenta con 20 gubernaturas más dos de sus aliados, el PES y PVEM. De esta forma abarca las dos terceras partes de los estados, mientras que la oposición se quedará únicamente con 10: 5 del PAN, 3 del PRI y 2 del MC.

La consolidación del partido en el poder es evidente, así como el retroceso de la oposición, por lo que ahora Morena inicia su campaña para 2024 con el propósito de continuar gobernando al país.

El avance del movimiento iniciado y encabezado por López Obrador ha sido rápido y sorprendente, pues como partido político se registró apenas en 2014. Después de su avasallador triunfo en el 2018 al obtener la presidencia de la República ante dos debilitados PAN y PRI, Morena continuó con su racha hasta estos últimos comicios estatales.

La alianza Vamos por México sólo logró conservar dos estados, Aguascalientes y Durango, en tanto que el PRI perdió Hidalgo después de 93 años, Oaxaca y Quintana Roo, mientras que el PAN ya no continuará en Tamaulipas.

En cuanto al PRD su sobrevivencia se debe a estar aliado con el PRI y el PAN, aunque su condición de minipartido lo pone en riesgo constante de perder su registro como ha sucedido en algunos estados.

El panorama después de los comicios estatales es negativo para la oposición en 2024 y más con la decisión de Movimiento Ciudadano (MC) de ir mejor solo, pues al parecer confía en que con su candidato Colosio podría dar la pelea sin necesidad de alianzas.

La realidad es que con este escenario no deja de ser admirable el ánimo opositor de dar pelea (“hay tiro”, dijo uno de sus dirigentes) después de los magros resultados electorales que han tenido durante el sexenio morenista.

Si el año entrante perdieran el Estado de México y Coahuila las expectativas serían mucho menores, sobre todo para el PRI que se quedaría con una sola gubernatura.

Se podría decir que en este momento el futuro es tan poco propicio para los partidos opositores como lo es para el país con una inflación y carestía en aumento, reducido crecimiento económico, alta inseguridad pública y una fuerte sequía que amenaza con dejar sin agua a buena parte del territorio nacional.

Menos alentador es para la oposición el no contar con candidatos competitivos para 2024 mientras que el presidente desde hace tiempo anda promoviendo a sus “corcholatas”, los cuales ya están haciendo campaña para sucederlo como es el caso de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, el secretario de Relaciones Exteriores y el secretario de Gobernación.

El debilitamiento de la oposición no es una buena noticia para una democracia en debacle como la mexicana, pues se requiere de un equilibrio de fuerzas para sacar adelante proyectos que necesita el país y no sólo los de una fracción política en el poder.

Un monopolio partidista como el que imperó en el pasado podría llevar a serios retrocesos en todos los órdenes con sus lógicas consecuencias negativas. El reto para la oposición es por consiguiente demostrar con hechos que pueden ser una mejor alternativa y sobre todo una fuerza más competitiva para 2024.


Las elecciones del domingo 5 de este mes demostraron la superioridad del partido oficial Morena sobre sus opositores al ganar cuatro de las seis gubernaturas en disputa.

El Movimiento de Regeneración Nacional con estas victorias cuenta con 20 gubernaturas más dos de sus aliados, el PES y PVEM. De esta forma abarca las dos terceras partes de los estados, mientras que la oposición se quedará únicamente con 10: 5 del PAN, 3 del PRI y 2 del MC.

La consolidación del partido en el poder es evidente, así como el retroceso de la oposición, por lo que ahora Morena inicia su campaña para 2024 con el propósito de continuar gobernando al país.

El avance del movimiento iniciado y encabezado por López Obrador ha sido rápido y sorprendente, pues como partido político se registró apenas en 2014. Después de su avasallador triunfo en el 2018 al obtener la presidencia de la República ante dos debilitados PAN y PRI, Morena continuó con su racha hasta estos últimos comicios estatales.

La alianza Vamos por México sólo logró conservar dos estados, Aguascalientes y Durango, en tanto que el PRI perdió Hidalgo después de 93 años, Oaxaca y Quintana Roo, mientras que el PAN ya no continuará en Tamaulipas.

En cuanto al PRD su sobrevivencia se debe a estar aliado con el PRI y el PAN, aunque su condición de minipartido lo pone en riesgo constante de perder su registro como ha sucedido en algunos estados.

El panorama después de los comicios estatales es negativo para la oposición en 2024 y más con la decisión de Movimiento Ciudadano (MC) de ir mejor solo, pues al parecer confía en que con su candidato Colosio podría dar la pelea sin necesidad de alianzas.

La realidad es que con este escenario no deja de ser admirable el ánimo opositor de dar pelea (“hay tiro”, dijo uno de sus dirigentes) después de los magros resultados electorales que han tenido durante el sexenio morenista.

Si el año entrante perdieran el Estado de México y Coahuila las expectativas serían mucho menores, sobre todo para el PRI que se quedaría con una sola gubernatura.

Se podría decir que en este momento el futuro es tan poco propicio para los partidos opositores como lo es para el país con una inflación y carestía en aumento, reducido crecimiento económico, alta inseguridad pública y una fuerte sequía que amenaza con dejar sin agua a buena parte del territorio nacional.

Menos alentador es para la oposición el no contar con candidatos competitivos para 2024 mientras que el presidente desde hace tiempo anda promoviendo a sus “corcholatas”, los cuales ya están haciendo campaña para sucederlo como es el caso de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, el secretario de Relaciones Exteriores y el secretario de Gobernación.

El debilitamiento de la oposición no es una buena noticia para una democracia en debacle como la mexicana, pues se requiere de un equilibrio de fuerzas para sacar adelante proyectos que necesita el país y no sólo los de una fracción política en el poder.

Un monopolio partidista como el que imperó en el pasado podría llevar a serios retrocesos en todos los órdenes con sus lógicas consecuencias negativas. El reto para la oposición es por consiguiente demostrar con hechos que pueden ser una mejor alternativa y sobre todo una fuerza más competitiva para 2024.