/ jueves 18 de febrero de 2021

Perfil humano | La crisis de la clase política mexicana y mundial

Las diversas crisis que afectan tanto a nuestros países como al resto del mundo han puesto en evidencia la precaria si no es que lastimosa condición de la clase política, tanto nacional como internacional.

El pésimo manejo que han realizado una buena parte de los gobiernos de sus campañas para controlar la dispersión y contagio del coronavirus es un buen ejemplo de ello. En general han optado por autorizar al vapor una serie de vacunas que no dejan de ser experimentales y algunas con altos riesgos para intentar demostrar que sí están logrando avances en el combate a la pandemia.

La vacunación masiva es la bandera de casi todos los dirigentes nacionales que la promueven como la panacea para regresar a la anterior normalidad.

Sin embargo, una cantidad cada vez mayor de expertos en salud ponen en duda la eficacia de las vacunas debido a su falta de comprobación válida como se ha hecho con otras en su momento. Al parecer pesan más los intereses políticos y económicos de quienes detentan el poder que los de la salud de millones de personas en todo el orbe.

La cada vez creciente carencia de seriedad y credibilidad de la clase política se ejemplifica con el juicio político a Donald Trump, el que en lugar de ser condenado por instigar a la insurrección y toma del Congreso estadounidense fue absuelto por la mayoría de los senadores republicanos, a pesar de las evidencias públicas de su implicación en el hecho histórico.

Y si en el vecino país al menos con este juicio se demuestra la división de poderes, en el nuestro ocurre lo contrario con el show celebrado en el aeropuerto de la base militar de Santa Lucía.

Los representantes de los tres poderes federales, algunos gobernadores y otros invitados, volaron a lo que será el aeropuerto internacional Felipe Ángeles para inaugurar una nueva pista con el pretexto de asistir al aniversario de la Fuerza Aérea Mexicana.

En un vuelo de once o quince minutos de la Ciudad de México a Santa Lucía los políticos encabezados por el presidente López Obrador arribaron para compartir un desayuno y discursos cual si se tratara de la ceremonia formal de la inauguración del nuevo aeropuerto.

A lo anterior hay que agregarle el cuestionable cambio de partidos que han realizado una serie de personajes políticos con tal de estar en las boletas electorales.

Los “chapulines” han sido tantos que no alcanzaría el espacio para citarlos, pues han saltado a buscar candidaturas antes inimaginables sin el menor rubor o decoro. Al parecer lo único que les importa es la búsqueda del poder y han dejado a un lado la ideología predicada y defendida durante años de militancia y representación popular.

Al espectáculo anterior hay que agregarle la serie de figuras de la farándula y del deporte que han sido promovidos por los partidos políticos, como la popular Paquita la del Barrio para una diputación en Veracruz, aunque ella misma haya admitido que no sabe nada de política y menos de legislar.

La clase política está en una seria crisis que pone en duda su capacidad real para enfrentar las severas crisis que afronta la humanidad, como la pandemia, la económica, la social, la climática y otras.

La decepción ciudadana aumenta cada vez más, así como el malestar ante quienes deberían ser los líderes que encabezaran acciones eficientes para superar la seria y delicada situación nacional y mundial. Ante la falta de estos sólo queda para los políticos activos continuar con su show mediático para encubrir su cuestionable pragmatismo maquiavélico de la búsqueda o conservación del poder.

Las diversas crisis que afectan tanto a nuestros países como al resto del mundo han puesto en evidencia la precaria si no es que lastimosa condición de la clase política, tanto nacional como internacional.

El pésimo manejo que han realizado una buena parte de los gobiernos de sus campañas para controlar la dispersión y contagio del coronavirus es un buen ejemplo de ello. En general han optado por autorizar al vapor una serie de vacunas que no dejan de ser experimentales y algunas con altos riesgos para intentar demostrar que sí están logrando avances en el combate a la pandemia.

La vacunación masiva es la bandera de casi todos los dirigentes nacionales que la promueven como la panacea para regresar a la anterior normalidad.

Sin embargo, una cantidad cada vez mayor de expertos en salud ponen en duda la eficacia de las vacunas debido a su falta de comprobación válida como se ha hecho con otras en su momento. Al parecer pesan más los intereses políticos y económicos de quienes detentan el poder que los de la salud de millones de personas en todo el orbe.

La cada vez creciente carencia de seriedad y credibilidad de la clase política se ejemplifica con el juicio político a Donald Trump, el que en lugar de ser condenado por instigar a la insurrección y toma del Congreso estadounidense fue absuelto por la mayoría de los senadores republicanos, a pesar de las evidencias públicas de su implicación en el hecho histórico.

Y si en el vecino país al menos con este juicio se demuestra la división de poderes, en el nuestro ocurre lo contrario con el show celebrado en el aeropuerto de la base militar de Santa Lucía.

Los representantes de los tres poderes federales, algunos gobernadores y otros invitados, volaron a lo que será el aeropuerto internacional Felipe Ángeles para inaugurar una nueva pista con el pretexto de asistir al aniversario de la Fuerza Aérea Mexicana.

En un vuelo de once o quince minutos de la Ciudad de México a Santa Lucía los políticos encabezados por el presidente López Obrador arribaron para compartir un desayuno y discursos cual si se tratara de la ceremonia formal de la inauguración del nuevo aeropuerto.

A lo anterior hay que agregarle el cuestionable cambio de partidos que han realizado una serie de personajes políticos con tal de estar en las boletas electorales.

Los “chapulines” han sido tantos que no alcanzaría el espacio para citarlos, pues han saltado a buscar candidaturas antes inimaginables sin el menor rubor o decoro. Al parecer lo único que les importa es la búsqueda del poder y han dejado a un lado la ideología predicada y defendida durante años de militancia y representación popular.

Al espectáculo anterior hay que agregarle la serie de figuras de la farándula y del deporte que han sido promovidos por los partidos políticos, como la popular Paquita la del Barrio para una diputación en Veracruz, aunque ella misma haya admitido que no sabe nada de política y menos de legislar.

La clase política está en una seria crisis que pone en duda su capacidad real para enfrentar las severas crisis que afronta la humanidad, como la pandemia, la económica, la social, la climática y otras.

La decepción ciudadana aumenta cada vez más, así como el malestar ante quienes deberían ser los líderes que encabezaran acciones eficientes para superar la seria y delicada situación nacional y mundial. Ante la falta de estos sólo queda para los políticos activos continuar con su show mediático para encubrir su cuestionable pragmatismo maquiavélico de la búsqueda o conservación del poder.