/ jueves 7 de octubre de 2021

Perfil humano | La década decisiva y el bla-bla-bla de los políticos

La grave crisis climática que se vive en la actualidad, generada entre otras causas por el calentamiento global, podría ser irreversible si en esta década no se toman y aplican medidas drásticas para evitarla en todo el mundo.

Con tal propósito se celebrará en noviembre la reunión cumbre del clima COP26 en Glasgow, Escocia. En un evento previo efectuado en Italia reapareció el movimiento “Fridays For Future”, encabezado por la joven sueca Greta Thunberg.

Los “Viernes Para el Futuro” surgieron cuando Greta inició una protesta por el cambio climático frente al parlamento sueco cada viernes en la mañana. Al principio lo hizo sola con carteles, pero poco a poco fue sumando a más niños y jóvenes hasta convertirse en un movimiento internacional.

Los activistas regresan después de no realizar actos por la pandemia y en Roma fueron miles los que marcharon y realizaron huelgas debido a la inacción de los políticos, los que según Greta sólo expresan un bla-bla-bla y promesas vacías.

Desafortunadamente la joven sueca tiene razón, pues desde los acuerdos de París de 2015 poco o nada se ha avanzado para disminuir el calentamiento global provocado por las emisiones de los gases de efecto invernadero.

Tampoco se ha detenido la deforestación y la contaminación de ríos y mares, por lo que sólo han aumentado los riesgos de producir una mayor desestabilización en el planeta.

Científicos y especialistas en el tema han expresado reiteradamente que el tiempo para poder revertir estos efectos nocivos se agota, por lo tanto lo que se haga o deje de hacer en esta década será definitivo para el futuro de la humanidad.

Así, por ejemplo, los investigadores han determinado que se debe evitar llegar a un aumento de la temperatura promedio global de 1.5 grados Celsius, pues los daños serían irreversibles e incontrolables como inundaciones, sequías, tornados, incendios forestales y demás trastornos climáticos.

En la actualidad la temperatura promedio en la Tierra ha aumentado en 1.2 grados desde la época preindustrial, por lo que el margen se reduce dramáticamente, mientras los líderes mundiales continúan sin tomar las medidas adecuadas para evitar llegar a lo planteado en París.

A la par, la destrucción de ecosistemas como manglares y selvas, así como de especies animales, agravan el problema, al grado de que se avizora cada vez más la extinción de vida no sólo de la fauna y la flora, sino también del ser humano que depende de ellos.

El caótico desarrollo de las comunidades y el aumento desmedido de las poblaciones, fincado en el avance de la tecnología, han provocado un trastorno natural que está llegando a sus puntos de inflexión, como la desaparición de los glaciares y la deforestación devastadora en el Amazonas.

En estos dos últimos años la atención mundial ha estado concentrada en la pandemia de la Covid-19 y poco caso se le ha dado al avance del calentamiento global, pese al incremento alarmante de señales como el aumento inusual de las temperaturas en todo el planeta.

En este sombrío y poco promisorio panorama no deja de ser relevante la participación de las nuevas generaciones demandando acciones y no sólo discursos para enfrentar estos retos. Su justificada causa debería ser la de todos los seres humanos si queremos continuar habitando nuestro planeta en lugar de divagar en hacerlo en otros cercanos, como Marte.




La grave crisis climática que se vive en la actualidad, generada entre otras causas por el calentamiento global, podría ser irreversible si en esta década no se toman y aplican medidas drásticas para evitarla en todo el mundo.

Con tal propósito se celebrará en noviembre la reunión cumbre del clima COP26 en Glasgow, Escocia. En un evento previo efectuado en Italia reapareció el movimiento “Fridays For Future”, encabezado por la joven sueca Greta Thunberg.

Los “Viernes Para el Futuro” surgieron cuando Greta inició una protesta por el cambio climático frente al parlamento sueco cada viernes en la mañana. Al principio lo hizo sola con carteles, pero poco a poco fue sumando a más niños y jóvenes hasta convertirse en un movimiento internacional.

Los activistas regresan después de no realizar actos por la pandemia y en Roma fueron miles los que marcharon y realizaron huelgas debido a la inacción de los políticos, los que según Greta sólo expresan un bla-bla-bla y promesas vacías.

Desafortunadamente la joven sueca tiene razón, pues desde los acuerdos de París de 2015 poco o nada se ha avanzado para disminuir el calentamiento global provocado por las emisiones de los gases de efecto invernadero.

Tampoco se ha detenido la deforestación y la contaminación de ríos y mares, por lo que sólo han aumentado los riesgos de producir una mayor desestabilización en el planeta.

Científicos y especialistas en el tema han expresado reiteradamente que el tiempo para poder revertir estos efectos nocivos se agota, por lo tanto lo que se haga o deje de hacer en esta década será definitivo para el futuro de la humanidad.

Así, por ejemplo, los investigadores han determinado que se debe evitar llegar a un aumento de la temperatura promedio global de 1.5 grados Celsius, pues los daños serían irreversibles e incontrolables como inundaciones, sequías, tornados, incendios forestales y demás trastornos climáticos.

En la actualidad la temperatura promedio en la Tierra ha aumentado en 1.2 grados desde la época preindustrial, por lo que el margen se reduce dramáticamente, mientras los líderes mundiales continúan sin tomar las medidas adecuadas para evitar llegar a lo planteado en París.

A la par, la destrucción de ecosistemas como manglares y selvas, así como de especies animales, agravan el problema, al grado de que se avizora cada vez más la extinción de vida no sólo de la fauna y la flora, sino también del ser humano que depende de ellos.

El caótico desarrollo de las comunidades y el aumento desmedido de las poblaciones, fincado en el avance de la tecnología, han provocado un trastorno natural que está llegando a sus puntos de inflexión, como la desaparición de los glaciares y la deforestación devastadora en el Amazonas.

En estos dos últimos años la atención mundial ha estado concentrada en la pandemia de la Covid-19 y poco caso se le ha dado al avance del calentamiento global, pese al incremento alarmante de señales como el aumento inusual de las temperaturas en todo el planeta.

En este sombrío y poco promisorio panorama no deja de ser relevante la participación de las nuevas generaciones demandando acciones y no sólo discursos para enfrentar estos retos. Su justificada causa debería ser la de todos los seres humanos si queremos continuar habitando nuestro planeta en lugar de divagar en hacerlo en otros cercanos, como Marte.