/ jueves 20 de enero de 2022

Perfil humano | La disputa de las potencias por la hegemonía mundial

En este siglo son tres las potencias que se disputan la hegemonía mundial: Estados Unidos, Rusia y China. Este juego de ajedrez involucra a sus aliados y las regiones que pretenden dominar.

Después de la caída de la URSS en la década de los noventa la predominancia de los Estados Unidos de América (EUA) prevaleció hasta que a inicios de este milenio los atentados islámicos en el país pusieron en entredicho su poderío.

Rusia en cambio con Putin ha intentado recuperar la zona de influencia que tenía en Europa y Asia. Ejemplo de ello es el conflicto con Ucrania para evitar que esta nación se incorpore a la OTAN y otro caso es su reciente intervención militar en Kazajistán.

En el país de Asia central las tropas rusas terminaron con una rebelión en contra del gobierno pro ruso, el cual le pidió a Putin ayuda y éste lo hizo en forma inmediata.

También China estuvo interesada en que concluyera la inestabilidad en Kazajistán, pues recibe petróleo y gas de este territorio, además de que no desea que la ola musulmana se extienda a su frontera.

Putin ha tenido una actuación abierta, pero decidida para fortalecer su alianza militar con varias naciones exsoviéticas que ahora son autócratas disfrazadas de presidencias demócratas, sobre todo las que terminan con “tán” en esta región.

El también autócrata ruso que ha gobernado Rusia en lo que va del siglo guarda un perfil bajo, discreto, pero firme cuando se trata de hacer uso del poderío militar ruso.

Además aprovecha las diferencias que tienen otras dictaduras con los Estados Unidos para aliarse con ellas, como lo ha hecho en América con Cuba, Venezuela y Nicaragua.

En cuanto a su influencia en Europa, pretende rescatar algunas naciones que antes estaban bajo la influencia de la URSS, como Bielorrusia, para lo cual respaldó al dictador que continúa gobernando este país a pesar de hacerlo con elecciones fraudulentas.

En cuanto a Ucrania, el problema es histórico, pues esta era parte del imperio zarista y además es estratégica por lo que decidió invadir la península de Crimea y ahora amenaza hacerlo con todo el país al plantar su ejército en la frontera.

El nuevo zar había aprovechado los problemas que han tenido los Estados Unidos en sus invasiones a Afganistán e Iraq para consolidar sus posiciones en la región limítrofe europea-asiática como en el citado caso de Kazajistán.

Sin embargo ahora puede enfrentarse a la otra aspirante a la hegemonía mundial, la China, la cual está decidida a ser la primera potencia económica con sus grandes inversiones en la ruta de la seda.

China pasó de ser una nación tercermundista desde que a fines de la década de los setenta con la muerte de Mao inició su reforma económica que la colocó en poco tiempo como la segunda economía mundial y cerca de desplazar a los Estados Unidos del primer lugar.

El país asiático también ha apoyado a las autocracias que son opuestas a los Estados Unidos, pero en lugar de recursos militares construye en ellas grandes obras que le benefician para su comercio internacional, como la ya comentada ruta de la seda.

Con un debilitado occidente a causa de la pandemia y la derivada crisis económica, tanto Rusia como China han fortalecido sus posiciones y sus estrategias para alcanzar la hegemonía mundial. Habrá que ver cuáles serán las reacciones de los Estados Unidos y sus aliados ante el avance de estas dos potencias autócratas con sistemas y culturas distintas.



En este siglo son tres las potencias que se disputan la hegemonía mundial: Estados Unidos, Rusia y China. Este juego de ajedrez involucra a sus aliados y las regiones que pretenden dominar.

Después de la caída de la URSS en la década de los noventa la predominancia de los Estados Unidos de América (EUA) prevaleció hasta que a inicios de este milenio los atentados islámicos en el país pusieron en entredicho su poderío.

Rusia en cambio con Putin ha intentado recuperar la zona de influencia que tenía en Europa y Asia. Ejemplo de ello es el conflicto con Ucrania para evitar que esta nación se incorpore a la OTAN y otro caso es su reciente intervención militar en Kazajistán.

En el país de Asia central las tropas rusas terminaron con una rebelión en contra del gobierno pro ruso, el cual le pidió a Putin ayuda y éste lo hizo en forma inmediata.

También China estuvo interesada en que concluyera la inestabilidad en Kazajistán, pues recibe petróleo y gas de este territorio, además de que no desea que la ola musulmana se extienda a su frontera.

Putin ha tenido una actuación abierta, pero decidida para fortalecer su alianza militar con varias naciones exsoviéticas que ahora son autócratas disfrazadas de presidencias demócratas, sobre todo las que terminan con “tán” en esta región.

El también autócrata ruso que ha gobernado Rusia en lo que va del siglo guarda un perfil bajo, discreto, pero firme cuando se trata de hacer uso del poderío militar ruso.

Además aprovecha las diferencias que tienen otras dictaduras con los Estados Unidos para aliarse con ellas, como lo ha hecho en América con Cuba, Venezuela y Nicaragua.

En cuanto a su influencia en Europa, pretende rescatar algunas naciones que antes estaban bajo la influencia de la URSS, como Bielorrusia, para lo cual respaldó al dictador que continúa gobernando este país a pesar de hacerlo con elecciones fraudulentas.

En cuanto a Ucrania, el problema es histórico, pues esta era parte del imperio zarista y además es estratégica por lo que decidió invadir la península de Crimea y ahora amenaza hacerlo con todo el país al plantar su ejército en la frontera.

El nuevo zar había aprovechado los problemas que han tenido los Estados Unidos en sus invasiones a Afganistán e Iraq para consolidar sus posiciones en la región limítrofe europea-asiática como en el citado caso de Kazajistán.

Sin embargo ahora puede enfrentarse a la otra aspirante a la hegemonía mundial, la China, la cual está decidida a ser la primera potencia económica con sus grandes inversiones en la ruta de la seda.

China pasó de ser una nación tercermundista desde que a fines de la década de los setenta con la muerte de Mao inició su reforma económica que la colocó en poco tiempo como la segunda economía mundial y cerca de desplazar a los Estados Unidos del primer lugar.

El país asiático también ha apoyado a las autocracias que son opuestas a los Estados Unidos, pero en lugar de recursos militares construye en ellas grandes obras que le benefician para su comercio internacional, como la ya comentada ruta de la seda.

Con un debilitado occidente a causa de la pandemia y la derivada crisis económica, tanto Rusia como China han fortalecido sus posiciones y sus estrategias para alcanzar la hegemonía mundial. Habrá que ver cuáles serán las reacciones de los Estados Unidos y sus aliados ante el avance de estas dos potencias autócratas con sistemas y culturas distintas.