/ jueves 11 de marzo de 2021

Perfil humano | La educación y las campañas en tiempos de pandemia

El inicio de las campañas electorales y la apertura de las escuelas no dejan de estar determinados por el incremento o descenso en los contagios y fallecimientos de la Covid-19.

En un esfuerzo por regresar a la normalidad y reanudar las actividades económicas los gobiernos estatales han realizado un cambio en sus medidas acorde al color del semáforo epidemiológico. Una buena parte de las entidades está ahora en color amarillo o naranja, pues sólo Campeche es el único que ha permanecido en verde por un buen tiempo.

Es en el citado estado donde el gobierno federal pretende que se abran las escuelas, pues de acuerdo a sus datos ya vacunaron a todos los maestros y sería por consiguiente el primero donde se daría el primer paso para volver a la normalidad educativa.

Es obvio que lo más recomendable es el regreso a las escuelas para los millones de niños y jóvenes escolares, pero sin embargo existen serias dudas si no resultaría contraproducente, ya que una buena cantidad de las escuelas carecen de servicios higiénicos necesarios para la prevención.

Además, se requeriría un buen control del acceso y organización en los planteles de todos los niveles educativos para garantizar que no se darían contagios masivos del coronavirus.

En tiempos electorales y más con las campañas, los gobiernos están urgidos por ofrecer a los ciudadanos una mejoría después de casi un año de confinamiento debido a la pandemia.

Sin embargo, lo que deben prevalecer son los criterios médicos y no los políticos sobre el real estado de salud de los mexicanos y de sus servicios públicos. No por aparentar una disminución de la epidemia se tienen que afrontar riesgos que después salen más costosos, como el tener que retornar a un estado de emergencia al saturarse de nuevo los hospitales.

La vacunación es un atenuante, mas no la panacea para evitar los contagios, como lo ha reiterado la OMS, por lo que deben continuar las medidas preventivas sobre todo ahora en las campañas y las escuelas de acuerdo a las circunstancias reales de cada región del país.

La tarea no es desde luego sencilla, pues también se requiere la reactivación económica después de registrar el año pasado una recesión del nueve por ciento y aumentar el número de desempleados.

Por ello las políticas estatales y federales en esta materia tienen que estar coordinadas más allá de las diferencias políticas e ideológicas, las que desafortunadamente se acentuarán en la actual temporada electoral.

El bienestar empieza y termina con la salud pública, por lo que sigue siendo prioritaria, aunque sea comprensible que prevalezcan otras presiones debido a los estragos personales y colectivos causados por el largo tiempo de confinamiento social.

Una adecuada y equilibrada política de Estado es necesaria para establecer los criterios que rijan la apertura y los cierres de las actividades de acuerdo al auge o disminución del Covid-19.

Para ello se requeriría adoptar posturas políticas que no dependan de criterios partidistas y menos electorales, lo cual desde luego será difícil de lograr cuando la prioridad es lograr o retener el poder. En tiempos de pandemia la reflexión racional y crítica debe prevalecer si realmente pretendemos superar el reto más fuerte que ha tenido la humanidad en este siglo.

El inicio de las campañas electorales y la apertura de las escuelas no dejan de estar determinados por el incremento o descenso en los contagios y fallecimientos de la Covid-19.

En un esfuerzo por regresar a la normalidad y reanudar las actividades económicas los gobiernos estatales han realizado un cambio en sus medidas acorde al color del semáforo epidemiológico. Una buena parte de las entidades está ahora en color amarillo o naranja, pues sólo Campeche es el único que ha permanecido en verde por un buen tiempo.

Es en el citado estado donde el gobierno federal pretende que se abran las escuelas, pues de acuerdo a sus datos ya vacunaron a todos los maestros y sería por consiguiente el primero donde se daría el primer paso para volver a la normalidad educativa.

Es obvio que lo más recomendable es el regreso a las escuelas para los millones de niños y jóvenes escolares, pero sin embargo existen serias dudas si no resultaría contraproducente, ya que una buena cantidad de las escuelas carecen de servicios higiénicos necesarios para la prevención.

Además, se requeriría un buen control del acceso y organización en los planteles de todos los niveles educativos para garantizar que no se darían contagios masivos del coronavirus.

En tiempos electorales y más con las campañas, los gobiernos están urgidos por ofrecer a los ciudadanos una mejoría después de casi un año de confinamiento debido a la pandemia.

Sin embargo, lo que deben prevalecer son los criterios médicos y no los políticos sobre el real estado de salud de los mexicanos y de sus servicios públicos. No por aparentar una disminución de la epidemia se tienen que afrontar riesgos que después salen más costosos, como el tener que retornar a un estado de emergencia al saturarse de nuevo los hospitales.

La vacunación es un atenuante, mas no la panacea para evitar los contagios, como lo ha reiterado la OMS, por lo que deben continuar las medidas preventivas sobre todo ahora en las campañas y las escuelas de acuerdo a las circunstancias reales de cada región del país.

La tarea no es desde luego sencilla, pues también se requiere la reactivación económica después de registrar el año pasado una recesión del nueve por ciento y aumentar el número de desempleados.

Por ello las políticas estatales y federales en esta materia tienen que estar coordinadas más allá de las diferencias políticas e ideológicas, las que desafortunadamente se acentuarán en la actual temporada electoral.

El bienestar empieza y termina con la salud pública, por lo que sigue siendo prioritaria, aunque sea comprensible que prevalezcan otras presiones debido a los estragos personales y colectivos causados por el largo tiempo de confinamiento social.

Una adecuada y equilibrada política de Estado es necesaria para establecer los criterios que rijan la apertura y los cierres de las actividades de acuerdo al auge o disminución del Covid-19.

Para ello se requeriría adoptar posturas políticas que no dependan de criterios partidistas y menos electorales, lo cual desde luego será difícil de lograr cuando la prioridad es lograr o retener el poder. En tiempos de pandemia la reflexión racional y crítica debe prevalecer si realmente pretendemos superar el reto más fuerte que ha tenido la humanidad en este siglo.