/ jueves 18 de noviembre de 2021

Perfil humano | La ilegítima reelección de Daniel Ortega en Nicaragua

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, se reeligió nuevamente en unos comicios que acaban de ser considerados como ilegítimos por la OEA en su más reciente asamblea general.

Por 25 votos a favor de 34 de sus miembros, el organismo determinó que las elecciones nicaragüenses no habían sido libres ni democráticas, por lo que no reconocía sus resultados. Siete países se abstuvieron de votar, entre ellos México, mientras que el presidente Joe Biden las calificó como una pantomima.

Ortega fue uno de los principales dirigentes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que derrocó a la dictadura de Somoza en Nicaragua en la década de los setenta.

El comandante Daniel pasó a coordinar la junta de gobierno y luego fue electo como presidente del país centroamericano. Al intentar reelegirse fue derrotado por Victoria Barrios de Chamorro, viuda del periodista asesinado durante la dictadura somocista debido a sus críticas al régimen.

En el 2007 retorna Ortega a la presidencia, pero al parecer ahora con la intención de permanecer en el poder hasta su muerte, como lo afirmó el escritor Sergio Ramírez en una entrevista.

En el 2018 aplasta las protestas ciudadanas debido a las reformas a las pensiones con un saldo mortal de más de 300 personas. La impopularidad del mandatario crece, por lo que continúa encarcelando a sus oponentes y demostrando su autoritarismo junto con su esposa, Rosario Murillo, a la que designó como vicepresidenta.

El autócrata septuagenario está decidido a no dejar la presidencia, por lo que en las recientes elecciones se volvió a reelegir con una supuesta votación a su favor de más del 70 por ciento.

Para lograr ser electo una vez más Ortega mandó arrestar a sus posibles contrincantes más fuertes, como a la hija de la expresidenta Barrios, Cristina Chamorro. Unos siete fuertes aspirantes fueron encarcelados y otros perseguidos para que no presentaran su candidatura.

Bueno, ni quien fue el vicepresidente del sandinista en su primer gobierno, o sea el escritor Sergio Ramírez, se salvó de ser denunciado unos meses antes de las elecciones. Ramírez ha sido uno de los más severos críticos de la actuación de Daniel, pero como se encuentra en el extranjero no fue aprehendido por la policía nicaragüense.

Desde que empezó con su represión violenta en contra de sus opositores, Ortega fue señalado como un dictador bananero más, lo cual no deja de ser paradójico, pues el cabecilla guerrillero encabezó la lucha en contra de otro tirano, Anastasio Somoza.

El presidente nicaragüense junto con el venezolano y el cubano son los autócratas latinoamericanos más cuestionados, aunque son respaldados por países como Rusia y China.

Son parte del club de dictadores disfrazados de presidentes electos como hay otros más en el mundo, como el de Bielorrusia. La carencia de democracia y libertades en sus países desde luego afecta a sus habitantes, como ahora sucede con los nicaragüenses.

El problema es que estas autocracias se apoyan mutuamente y aunque sean calificadas negativamente son pocas las presiones internacionales, salvo sanciones específicas de algunos países, como las que prometió Biden que aplicaría al gobierno nicaragüense.

Vecino de Costa Rica, Nicaragua envía a este país decenas de miles de emigrantes que huyen de su país, pues además de sufrir persecuciones políticas es uno de los más pobres de Latinoamérica y continuará en su lamentable condición otros años más bajo el ilegítimo régimen de Ortega.


El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, se reeligió nuevamente en unos comicios que acaban de ser considerados como ilegítimos por la OEA en su más reciente asamblea general.

Por 25 votos a favor de 34 de sus miembros, el organismo determinó que las elecciones nicaragüenses no habían sido libres ni democráticas, por lo que no reconocía sus resultados. Siete países se abstuvieron de votar, entre ellos México, mientras que el presidente Joe Biden las calificó como una pantomima.

Ortega fue uno de los principales dirigentes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que derrocó a la dictadura de Somoza en Nicaragua en la década de los setenta.

El comandante Daniel pasó a coordinar la junta de gobierno y luego fue electo como presidente del país centroamericano. Al intentar reelegirse fue derrotado por Victoria Barrios de Chamorro, viuda del periodista asesinado durante la dictadura somocista debido a sus críticas al régimen.

En el 2007 retorna Ortega a la presidencia, pero al parecer ahora con la intención de permanecer en el poder hasta su muerte, como lo afirmó el escritor Sergio Ramírez en una entrevista.

En el 2018 aplasta las protestas ciudadanas debido a las reformas a las pensiones con un saldo mortal de más de 300 personas. La impopularidad del mandatario crece, por lo que continúa encarcelando a sus oponentes y demostrando su autoritarismo junto con su esposa, Rosario Murillo, a la que designó como vicepresidenta.

El autócrata septuagenario está decidido a no dejar la presidencia, por lo que en las recientes elecciones se volvió a reelegir con una supuesta votación a su favor de más del 70 por ciento.

Para lograr ser electo una vez más Ortega mandó arrestar a sus posibles contrincantes más fuertes, como a la hija de la expresidenta Barrios, Cristina Chamorro. Unos siete fuertes aspirantes fueron encarcelados y otros perseguidos para que no presentaran su candidatura.

Bueno, ni quien fue el vicepresidente del sandinista en su primer gobierno, o sea el escritor Sergio Ramírez, se salvó de ser denunciado unos meses antes de las elecciones. Ramírez ha sido uno de los más severos críticos de la actuación de Daniel, pero como se encuentra en el extranjero no fue aprehendido por la policía nicaragüense.

Desde que empezó con su represión violenta en contra de sus opositores, Ortega fue señalado como un dictador bananero más, lo cual no deja de ser paradójico, pues el cabecilla guerrillero encabezó la lucha en contra de otro tirano, Anastasio Somoza.

El presidente nicaragüense junto con el venezolano y el cubano son los autócratas latinoamericanos más cuestionados, aunque son respaldados por países como Rusia y China.

Son parte del club de dictadores disfrazados de presidentes electos como hay otros más en el mundo, como el de Bielorrusia. La carencia de democracia y libertades en sus países desde luego afecta a sus habitantes, como ahora sucede con los nicaragüenses.

El problema es que estas autocracias se apoyan mutuamente y aunque sean calificadas negativamente son pocas las presiones internacionales, salvo sanciones específicas de algunos países, como las que prometió Biden que aplicaría al gobierno nicaragüense.

Vecino de Costa Rica, Nicaragua envía a este país decenas de miles de emigrantes que huyen de su país, pues además de sufrir persecuciones políticas es uno de los más pobres de Latinoamérica y continuará en su lamentable condición otros años más bajo el ilegítimo régimen de Ortega.