/ viernes 1 de febrero de 2019

Periodismo digital vs. Periodismo tradicional

Es la prensa digital…un abuso de expresión; que se iguala a la “omisión”, de la muy tradicional.

El fenómeno de la tecnología digital cimbró al mundo, y por mucho lo reorientó, conmoviendo las formas tradicionales de comunicación –prensa, radio, telefonía, cine y televisión- y alteró y modificó el método de procesamiento noticioso, promoviendo el fácil acceso a la diversidad de opinión, no calificada en metodología de la información; trayendo consigo la alteración subjetiva de la realidad o su deformación intencional; sin citar fuentes de comprobación, lo que de alguna manera desorienta y mal informa; por lo menos es de lo que se quejan muchos “editores de origen”, o “directores” de esos medios; y algunos “editores autónomos”, como yo designo a los “colaboradores de opinión” a los que pertenezco; y me refiero a que me incluyo en este grupo, y no a que comparto la idea… de que el periodismo digital pueda generar calamidades mayores que las del periodismo tradicional; y enseguida me explico.

La prensa tradicional u oficial ha sido de suyo y desde sus inicios una gran encubridora y parcializadora de quien aporta recursos para su sostenimiento –el que paga manda-, pues no es un arcano oculto que los rotativos no viven y sólo se benefician del número de ejemplares que venden, ni tampoco de la propaganda que ofrecen; los medios de comunicación tradicionales reciben ingresos legalmente aceptados de los gobiernos municipales, estatales y federales, así como de las diversas instituciones y agrupaciones; por y para promover su quehacer cotidiano, sus proyectos, logros y avances; lo que muchos gobernantes y funcionarios aprovechan para vender indebidamente su imagen y hacer proselitismo político; no se diga los partidos; esos ingresos son fundamentales y los más importantes para el sostenimiento de cualquier medio. Pero también esa dependencia económica llega a paliar y limitar la búsqueda y publicación de la verdad; obteniendo con ello una “verdad regulada”, soslayada e incompleta y también como en el caso de la información digital… deformada; así sólo los asuntos menores son confiables en su veracidad; pero no los grandes fraudes y peculados privados o gubernamentales, como el pueblo ha podido constatar en el megapeculado de “Peña Nieto y sus incontables ladrones”, el huachicoleo nacional, el desvío de los recursos del erario a voluntad del mandatario, la abierta manipulación de los tribunales de justicia, la venta y explotación indebida de los recursos nacionales etc., etc.

De no haber sido por las redes sociales el sistema neoliberal no habría sido evidenciado y mucho menos derrotado.

La ventaja de las redes es que nos dan a conocer quizá en forma exagerada o inexacta, los asuntos que la prensa tradicional “desconoce”, soslaya o francamente oculta, o se niega a publicar por falta de estímulo económico o por compromiso previo.

¿Cómo podemos juzgar entonces, con profundidad y reflexión, la noticia mediática que siendo amañada nos puedan exponer los grandes rotativos; o cómo podemos hacerlo con la noticia amarillista y deformada de las redes?

Las dos corrientes nos dejan algo claro a los lectores… que es nuestra obligación dudar de la información de los medios digitales, así como de la prensa tradicional; pues tras ellas y tras bambalinas se mueven abyectos intereses; por lo que debemos profundizar, interpretar y comprobar la noticia que nos interese en ambos medios; además de que debemos informarnos en el medio tradicional mayormente ético, responsable y serio, que consideremos.

Su servidor sigue y seguirá prefiriendo la prensa tradicional escrita, por parecerme más ordenada, accesible, objetiva y documental; pero no debemos desdeñar al periodismo digital; y sí tenerlo como nuestro mayor referente; que falso o no, evidencia asuntos que el “compromiso” de la prensa tradicional omite, o apenas menciona, procurando nuestra ignorancia; o como en el caso de las actividades gubernamentales de regeneración nacional actuales, las soslaya en su trascendencia, por falta de pago.

Lo importante para el público lector es saber juzgar con el mayor acierto y poder emitir juicios de valor justificados sin que se le oculte la realidad social o se la deforme, a modo de los interesados. El periodismo autónomo no tiene ataduras, pero sí es susceptible de manipulaciones y excesos, “nuestro juicio es la mejor balanza”.

Es la prensa digital…un abuso de expresión; que se iguala a la “omisión”, de la muy tradicional.

El fenómeno de la tecnología digital cimbró al mundo, y por mucho lo reorientó, conmoviendo las formas tradicionales de comunicación –prensa, radio, telefonía, cine y televisión- y alteró y modificó el método de procesamiento noticioso, promoviendo el fácil acceso a la diversidad de opinión, no calificada en metodología de la información; trayendo consigo la alteración subjetiva de la realidad o su deformación intencional; sin citar fuentes de comprobación, lo que de alguna manera desorienta y mal informa; por lo menos es de lo que se quejan muchos “editores de origen”, o “directores” de esos medios; y algunos “editores autónomos”, como yo designo a los “colaboradores de opinión” a los que pertenezco; y me refiero a que me incluyo en este grupo, y no a que comparto la idea… de que el periodismo digital pueda generar calamidades mayores que las del periodismo tradicional; y enseguida me explico.

La prensa tradicional u oficial ha sido de suyo y desde sus inicios una gran encubridora y parcializadora de quien aporta recursos para su sostenimiento –el que paga manda-, pues no es un arcano oculto que los rotativos no viven y sólo se benefician del número de ejemplares que venden, ni tampoco de la propaganda que ofrecen; los medios de comunicación tradicionales reciben ingresos legalmente aceptados de los gobiernos municipales, estatales y federales, así como de las diversas instituciones y agrupaciones; por y para promover su quehacer cotidiano, sus proyectos, logros y avances; lo que muchos gobernantes y funcionarios aprovechan para vender indebidamente su imagen y hacer proselitismo político; no se diga los partidos; esos ingresos son fundamentales y los más importantes para el sostenimiento de cualquier medio. Pero también esa dependencia económica llega a paliar y limitar la búsqueda y publicación de la verdad; obteniendo con ello una “verdad regulada”, soslayada e incompleta y también como en el caso de la información digital… deformada; así sólo los asuntos menores son confiables en su veracidad; pero no los grandes fraudes y peculados privados o gubernamentales, como el pueblo ha podido constatar en el megapeculado de “Peña Nieto y sus incontables ladrones”, el huachicoleo nacional, el desvío de los recursos del erario a voluntad del mandatario, la abierta manipulación de los tribunales de justicia, la venta y explotación indebida de los recursos nacionales etc., etc.

De no haber sido por las redes sociales el sistema neoliberal no habría sido evidenciado y mucho menos derrotado.

La ventaja de las redes es que nos dan a conocer quizá en forma exagerada o inexacta, los asuntos que la prensa tradicional “desconoce”, soslaya o francamente oculta, o se niega a publicar por falta de estímulo económico o por compromiso previo.

¿Cómo podemos juzgar entonces, con profundidad y reflexión, la noticia mediática que siendo amañada nos puedan exponer los grandes rotativos; o cómo podemos hacerlo con la noticia amarillista y deformada de las redes?

Las dos corrientes nos dejan algo claro a los lectores… que es nuestra obligación dudar de la información de los medios digitales, así como de la prensa tradicional; pues tras ellas y tras bambalinas se mueven abyectos intereses; por lo que debemos profundizar, interpretar y comprobar la noticia que nos interese en ambos medios; además de que debemos informarnos en el medio tradicional mayormente ético, responsable y serio, que consideremos.

Su servidor sigue y seguirá prefiriendo la prensa tradicional escrita, por parecerme más ordenada, accesible, objetiva y documental; pero no debemos desdeñar al periodismo digital; y sí tenerlo como nuestro mayor referente; que falso o no, evidencia asuntos que el “compromiso” de la prensa tradicional omite, o apenas menciona, procurando nuestra ignorancia; o como en el caso de las actividades gubernamentales de regeneración nacional actuales, las soslaya en su trascendencia, por falta de pago.

Lo importante para el público lector es saber juzgar con el mayor acierto y poder emitir juicios de valor justificados sin que se le oculte la realidad social o se la deforme, a modo de los interesados. El periodismo autónomo no tiene ataduras, pero sí es susceptible de manipulaciones y excesos, “nuestro juicio es la mejor balanza”.