/ viernes 12 de abril de 2019

Periodismo, poder y crítica

El periodismo es libre o es una farsa

-Rodolfo Walsh


El ejercicio del poder, en una democracia, necesita de la crítica para encontrar sus fallas y proceder a corregirlas. Un sano gobierno democrático atiende los señalamientos públicos de sus errores para su mejorar. Sin atención a la crítica, no hay vocación democrática.

La crítica que brota del periodismo ha sido uno de los factores más importantes en la consolidación de los sistemas democráticos. El periodismo representa el criterio de la comunidad, pensar y el sentir el sentir público, sin llegar a ser un contrapoder.

El periodismo no es un poder contra otro poder, sino una expresión de la conciencia pública, un espejo del clima de opinión en una sociedad, un manifiesto cotidiano de la libertad en que se construye la “cosa pública” y con la que perseguimos lo que es deseable para todos.

El periodismo no es un contrapoder, no es una impugnación del poder para mostrar poder, como si se tratara de un ente castigador. Él es, sobre todo, expresión libre que exhibe el desacierto o la omisión que nos perjudica a todos; y visto así, es un apoyo para el buen gobierno en una sociedad con valores democráticos.

La naturaleza del periodismo –y su justificación como agente de construcción social- es la de ser crítico sin pretender ser punitivo. No hay expresión periodística que no contenga un juicio, un discernimiento. Todo acto periodístico, desde la pregunta del reportero hasta el cabeceo del editor, es la declaración de un criterio que le identifica y le motiva.

No hay, en el periodismo auténtico –ese que acompaña al desarrollo democrático-, una sola acción que no contenga la dosis de crítica que se impone a un deber social. Lo público, lo que es de todos y para todos, merece esa vigilancia crítica. El poder es asunto de todos y debe recibir enjuiciamiento, análisis, revisión.

El periodismo comprometido con lo público es aquel que pugna por el bien común, abriendo frentes contra la imposición autoritaria y el fanatismo sectario, contra la descalificación abusiva y desenfreno despótico. El buen periodismo se compromete con la sociedad y la libertad que lo alimenta.


El periodismo es libre o es una farsa

-Rodolfo Walsh


El ejercicio del poder, en una democracia, necesita de la crítica para encontrar sus fallas y proceder a corregirlas. Un sano gobierno democrático atiende los señalamientos públicos de sus errores para su mejorar. Sin atención a la crítica, no hay vocación democrática.

La crítica que brota del periodismo ha sido uno de los factores más importantes en la consolidación de los sistemas democráticos. El periodismo representa el criterio de la comunidad, pensar y el sentir el sentir público, sin llegar a ser un contrapoder.

El periodismo no es un poder contra otro poder, sino una expresión de la conciencia pública, un espejo del clima de opinión en una sociedad, un manifiesto cotidiano de la libertad en que se construye la “cosa pública” y con la que perseguimos lo que es deseable para todos.

El periodismo no es un contrapoder, no es una impugnación del poder para mostrar poder, como si se tratara de un ente castigador. Él es, sobre todo, expresión libre que exhibe el desacierto o la omisión que nos perjudica a todos; y visto así, es un apoyo para el buen gobierno en una sociedad con valores democráticos.

La naturaleza del periodismo –y su justificación como agente de construcción social- es la de ser crítico sin pretender ser punitivo. No hay expresión periodística que no contenga un juicio, un discernimiento. Todo acto periodístico, desde la pregunta del reportero hasta el cabeceo del editor, es la declaración de un criterio que le identifica y le motiva.

No hay, en el periodismo auténtico –ese que acompaña al desarrollo democrático-, una sola acción que no contenga la dosis de crítica que se impone a un deber social. Lo público, lo que es de todos y para todos, merece esa vigilancia crítica. El poder es asunto de todos y debe recibir enjuiciamiento, análisis, revisión.

El periodismo comprometido con lo público es aquel que pugna por el bien común, abriendo frentes contra la imposición autoritaria y el fanatismo sectario, contra la descalificación abusiva y desenfreno despótico. El buen periodismo se compromete con la sociedad y la libertad que lo alimenta.