/ martes 27 de febrero de 2018

Perspectiva católica

En 1970, para protestar contra la oposición de la Iglesia a la ley que permitía el aborto en New York, surgió la organización Catholics for a Free Choice: CFFC (o Católicas por el Derecho a Decidir: CDD) afiliada de la Coalición Religiosa pro Derecho al Aborto, creada poco después que el Tribunal Supremo legalizara el aborto en 1973.

Ese año CDD, presente en varios países de Latinoamérica, México incluido, ya había quedado establecida como “una organización docente que apoya el derecho al legítimo cuidado de la salud de la reproducción (es decir anticoncepción y esterilización) y al aborto”. En un principio las oficinas principales de CFFC estuvieron en el edificio de la Planned Parenthood (Paternidad Planificada) en New York, organización con ideología y objetivos similares en lo referente a la guerra contra la Iglesia, la familia y los niños por nacer, y que en el 2017 se vio envuelta en un escándalo por el tráfico de órganos de bebés abortados y tuvo que cerrar más de treinta centros de sus operaciones en el vecino país.   

En 1993 y luego en el año 2000, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos emitió declaraciones que dejan clara la postura de la Iglesia respecto a las CDD, como lo ha hecho la Santa Sede.

Señalaban los obispos: “Debido a su oposición a los Derechos Humanos de algunos de los miembros más indefensos de la raza humana, y porque sus propósitos y actividades contradicen las enseñanzas esenciales de la Fe católica deliberadamente, las CDD no merecen ningún reconocimiento o apoyo de parte de ninguna organización católica”.

Las CDD han pretendido cambiar la enseñanza de la Iglesia Católica acerca del aborto y la anticoncepción. La organización es, prácticamente hablando, un brazo del “lobby” proabortista de los Estados Unidos y del mundo. Este lobby (grupos de poder) está integrado por varias fundaciones privadas económicamente poderosas, dedicadas a promover el aborto como método de control poblacional. Algunas fundaciones son abiertamente antivida, como las Fundaciones Ford, Sunnen, J.D. MacArthur, Gund, Fundación Pedagógica de América y otras.

Con esos antecedentes es difícil, si no imposible, usar el nombre de “católico” para sus miembros ni pensar que sus opiniones parten de una perspectiva católica. ¿Lo ven?

En 1970, para protestar contra la oposición de la Iglesia a la ley que permitía el aborto en New York, surgió la organización Catholics for a Free Choice: CFFC (o Católicas por el Derecho a Decidir: CDD) afiliada de la Coalición Religiosa pro Derecho al Aborto, creada poco después que el Tribunal Supremo legalizara el aborto en 1973.

Ese año CDD, presente en varios países de Latinoamérica, México incluido, ya había quedado establecida como “una organización docente que apoya el derecho al legítimo cuidado de la salud de la reproducción (es decir anticoncepción y esterilización) y al aborto”. En un principio las oficinas principales de CFFC estuvieron en el edificio de la Planned Parenthood (Paternidad Planificada) en New York, organización con ideología y objetivos similares en lo referente a la guerra contra la Iglesia, la familia y los niños por nacer, y que en el 2017 se vio envuelta en un escándalo por el tráfico de órganos de bebés abortados y tuvo que cerrar más de treinta centros de sus operaciones en el vecino país.   

En 1993 y luego en el año 2000, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos emitió declaraciones que dejan clara la postura de la Iglesia respecto a las CDD, como lo ha hecho la Santa Sede.

Señalaban los obispos: “Debido a su oposición a los Derechos Humanos de algunos de los miembros más indefensos de la raza humana, y porque sus propósitos y actividades contradicen las enseñanzas esenciales de la Fe católica deliberadamente, las CDD no merecen ningún reconocimiento o apoyo de parte de ninguna organización católica”.

Las CDD han pretendido cambiar la enseñanza de la Iglesia Católica acerca del aborto y la anticoncepción. La organización es, prácticamente hablando, un brazo del “lobby” proabortista de los Estados Unidos y del mundo. Este lobby (grupos de poder) está integrado por varias fundaciones privadas económicamente poderosas, dedicadas a promover el aborto como método de control poblacional. Algunas fundaciones son abiertamente antivida, como las Fundaciones Ford, Sunnen, J.D. MacArthur, Gund, Fundación Pedagógica de América y otras.

Con esos antecedentes es difícil, si no imposible, usar el nombre de “católico” para sus miembros ni pensar que sus opiniones parten de una perspectiva católica. ¿Lo ven?