/ domingo 10 de enero de 2021

Perspectiva económica para el 2021

El gobierno de la 4T tendrá en este año su tercer ciclo al frente de la economía del país. Dados los efectos de la pandemia sobre el ritmo ordinario de la vida productiva, los analistas conservadores que dominan en los medios comerciales presagian una catástrofe .

Aseguran que la economía decrecerá en más de dos dígitos y que todas las variables asociadas tendrán un comportamiento semejante.

Su visión sobre nuestro futuro es rígida y ciega en extremo. Está atorada en la telaraña del pensamiento neoliberal.

Su único indicador es la tasa de crecimiento del PIB, el resto no cuenta. Presumen un crecimiento histórico de sus gobiernos de 2% y es todo.

Sus argumentos dan lástima, no toman en cuenta que ahora mismo un nobel de Economía, como Joseph Stiglitz ha reconocido que México ha enfrentado la crisis con solvencia, nos indica que, mientras en México, el PIB perdió un 9% en Estados Unidos se esfumó el doble.

Tampoco advierten que, a pesar de la turbulencia, la inflación y el gasto público están controlados. Su ceguera les impide advertir en ello un logro de AMLO.

Como nunca les importaron los pobres, los trabajadores, no le otorgan importancia al crecimiento del salario real, una hazaña de este gobierno que no se expresó en una crecida de los precios.

En realidad, ocultan sus pecados. Olvidan que durante casi cuatro décadas, año con año, los negociaciones mezquinas del salario,equivalían a una reducción real del ingreso de la parte más grande e importante de México: los trabajadores. A ellos les importaban, los amos, los de arriba y sus ganancias.

Por ello hoy son incapaces de apreciar que a pesar de la crisis y gracias a una política de gasto público más generosa y solidaria con los de abajo; los pobres de México, los obreros, los campesinos, nuestros viejos, nuestras mujeres, en suma, los más vulnerables, hoy viven mejor.

Es paradójico, pero así es aunque les duela. También son comprensibles las razones de su incompetencia para entender cómo se vive la economía de hoy en la mayor parte de los hogares de México, pues los cristales que les sirven para mirar el comportamiento de nuestra economía son los de las agencias estadísticas que construyeron los economistas y pensadores neoliberales: el Banco de México, el Inegi y el Coneval.

En verdad hoy son obsoletas. Las mediciones de estas agencias no sirven para medir cómo las transformaciones que estamos viviendo están mejorando el bienestar material de los trabajadores, pues fueron concebidas para dar cuenta de un crecimiento basado en la expansión de las ganancias.

No tienen instrumentos para apreciar que, a pesar de las turbulencias, la economía de los de abajo está mejorando, como nunca se le imaginaron, y eso habla bien de un gobierno que siempre se propuso cambiar el rumbo a favor de los de abajo y que sin duda nos está cumpliendo.

Por eso no les debe extrañar que en 2021 la economía mexicana seguirá por este nuevo rumbo, que nos llevará a logros que sólo se podrán apreciar si, además de las mediciones tradicionales, toman en cuenta el mayor bienestar de los trabajadores y trabajadoras mexicanas.


El gobierno de la 4T tendrá en este año su tercer ciclo al frente de la economía del país. Dados los efectos de la pandemia sobre el ritmo ordinario de la vida productiva, los analistas conservadores que dominan en los medios comerciales presagian una catástrofe .

Aseguran que la economía decrecerá en más de dos dígitos y que todas las variables asociadas tendrán un comportamiento semejante.

Su visión sobre nuestro futuro es rígida y ciega en extremo. Está atorada en la telaraña del pensamiento neoliberal.

Su único indicador es la tasa de crecimiento del PIB, el resto no cuenta. Presumen un crecimiento histórico de sus gobiernos de 2% y es todo.

Sus argumentos dan lástima, no toman en cuenta que ahora mismo un nobel de Economía, como Joseph Stiglitz ha reconocido que México ha enfrentado la crisis con solvencia, nos indica que, mientras en México, el PIB perdió un 9% en Estados Unidos se esfumó el doble.

Tampoco advierten que, a pesar de la turbulencia, la inflación y el gasto público están controlados. Su ceguera les impide advertir en ello un logro de AMLO.

Como nunca les importaron los pobres, los trabajadores, no le otorgan importancia al crecimiento del salario real, una hazaña de este gobierno que no se expresó en una crecida de los precios.

En realidad, ocultan sus pecados. Olvidan que durante casi cuatro décadas, año con año, los negociaciones mezquinas del salario,equivalían a una reducción real del ingreso de la parte más grande e importante de México: los trabajadores. A ellos les importaban, los amos, los de arriba y sus ganancias.

Por ello hoy son incapaces de apreciar que a pesar de la crisis y gracias a una política de gasto público más generosa y solidaria con los de abajo; los pobres de México, los obreros, los campesinos, nuestros viejos, nuestras mujeres, en suma, los más vulnerables, hoy viven mejor.

Es paradójico, pero así es aunque les duela. También son comprensibles las razones de su incompetencia para entender cómo se vive la economía de hoy en la mayor parte de los hogares de México, pues los cristales que les sirven para mirar el comportamiento de nuestra economía son los de las agencias estadísticas que construyeron los economistas y pensadores neoliberales: el Banco de México, el Inegi y el Coneval.

En verdad hoy son obsoletas. Las mediciones de estas agencias no sirven para medir cómo las transformaciones que estamos viviendo están mejorando el bienestar material de los trabajadores, pues fueron concebidas para dar cuenta de un crecimiento basado en la expansión de las ganancias.

No tienen instrumentos para apreciar que, a pesar de las turbulencias, la economía de los de abajo está mejorando, como nunca se le imaginaron, y eso habla bien de un gobierno que siempre se propuso cambiar el rumbo a favor de los de abajo y que sin duda nos está cumpliendo.

Por eso no les debe extrañar que en 2021 la economía mexicana seguirá por este nuevo rumbo, que nos llevará a logros que sólo se podrán apreciar si, además de las mediciones tradicionales, toman en cuenta el mayor bienestar de los trabajadores y trabajadoras mexicanas.