/ miércoles 23 de marzo de 2022

Política vs economía

En casi todas mis entregas previas he hablado de economía y finanzas y el efecto que tienen en los individuos, las empresas, y la sociedad en su conjunto y casi exclusivamente desde el punto de vista económico. Y aunque en algunos casos la economía llega a tener efectos en el plano político como lo he anotado en repetidas ocasiones, debo aclarar que estas aseveraciones son meramente descriptivas, pues no llegan a ser la fuente de lo que sucede en el país en su conjunto en el mediano y largo plazos. Me explico: La política es la que define la economía y no al revés.

Si lo analizamos minuciosamente nos encontraremos con que casi todos los fenómenos económicos tienen su origen en el mundo de las ideas, en la dialéctica política. Por lo tanto, si se quieren modificar las tendencias económicas de un país, deberemos enfocarnos en la lucha política, en el ámbito de las ideas.

No existen atajos ni fórmulas mágicas que nos proporcionen el desarrollo que deseamos y el cual, debo anotar, no es únicamente económico. Debemos apuntar hacia los desarrollos educativo, de seguridad, estado de derecho, investigación científica, desarrollo urbano, social, en salud, en infraestructura. Lo que sucede es que todo es medido en monetario y eso alimenta nuestra confusión, pensamos que con la manipulación de las variables económicas vamos a obtener lo deseado. Nada más alejado de la realidad. Los instrumentos económicos sirven para hacer eficiente el uso de los recursos de un país o región y su evaluación, pero no dictan las tendencias, éstas, lo repito, se realizan políticamente.

En el México actual. el mayor problema que enfrentamos es la desconfianza, cuyo origen no es económico es político y por ello nos rasgamos las vestiduras porque no nos agrada el presidente, y lo atacamos sin razonar que es un político que llegó por la vía democrática, con un apoyo considerable de millones de mexicanos que son nuestros hermanos. Aunque si algo podemos criticarle es la división que ha fomentado entre los mexicanos, como ningún otro político mexicano contemporáneo lo ha hecho.

Pero repasando sus imperfecciones: populista, corrupto, desacato de las leyes, fallidas obras de infraestructura, derrochador en conceptos superfluos, antidemocrático, tendencias totalitarias, etc., aunque en diferentes grados los mismos hemos sufrido en diferentes grados durante los últimos 50 años en nuestros presidentes. Pero esto no es una justificación, es más bien un llamado a la sociedad para buscar corregir todos estos problemas que son endémicos en nuestro país y que en cada cambio de presidente nos ilusionamos en que ahora sí nos va a ir bien.

Lo anterior aplica a todos los políticos y capitanes de la industria, que, con contadas excepciones, no salen del éter, todos ellos son producto de nuestras escuelas, iglesias, universidades y nuestras propias familias. Admitámoslo, eso es lo mejor que podemos ofrecer. No son casos aislados, es la norma.

¿Y queremos que no existan cárteles o huachicol? Cuando éestos son exponentes de la misma cultura que toleramos en este país. Si no participamos en la lucha política no podemos quejarnos, ya que, sin hacerlo, lo que se da es un mundo de quimeras sexenales no basadas en la realidad.

¿Dónde están los buenos ciudadanos e inteligentes? Detrás de las rejas a las que nos hemos acostumbrado a vivir.


Maestro en Finanzas. Economista


En casi todas mis entregas previas he hablado de economía y finanzas y el efecto que tienen en los individuos, las empresas, y la sociedad en su conjunto y casi exclusivamente desde el punto de vista económico. Y aunque en algunos casos la economía llega a tener efectos en el plano político como lo he anotado en repetidas ocasiones, debo aclarar que estas aseveraciones son meramente descriptivas, pues no llegan a ser la fuente de lo que sucede en el país en su conjunto en el mediano y largo plazos. Me explico: La política es la que define la economía y no al revés.

Si lo analizamos minuciosamente nos encontraremos con que casi todos los fenómenos económicos tienen su origen en el mundo de las ideas, en la dialéctica política. Por lo tanto, si se quieren modificar las tendencias económicas de un país, deberemos enfocarnos en la lucha política, en el ámbito de las ideas.

No existen atajos ni fórmulas mágicas que nos proporcionen el desarrollo que deseamos y el cual, debo anotar, no es únicamente económico. Debemos apuntar hacia los desarrollos educativo, de seguridad, estado de derecho, investigación científica, desarrollo urbano, social, en salud, en infraestructura. Lo que sucede es que todo es medido en monetario y eso alimenta nuestra confusión, pensamos que con la manipulación de las variables económicas vamos a obtener lo deseado. Nada más alejado de la realidad. Los instrumentos económicos sirven para hacer eficiente el uso de los recursos de un país o región y su evaluación, pero no dictan las tendencias, éstas, lo repito, se realizan políticamente.

En el México actual. el mayor problema que enfrentamos es la desconfianza, cuyo origen no es económico es político y por ello nos rasgamos las vestiduras porque no nos agrada el presidente, y lo atacamos sin razonar que es un político que llegó por la vía democrática, con un apoyo considerable de millones de mexicanos que son nuestros hermanos. Aunque si algo podemos criticarle es la división que ha fomentado entre los mexicanos, como ningún otro político mexicano contemporáneo lo ha hecho.

Pero repasando sus imperfecciones: populista, corrupto, desacato de las leyes, fallidas obras de infraestructura, derrochador en conceptos superfluos, antidemocrático, tendencias totalitarias, etc., aunque en diferentes grados los mismos hemos sufrido en diferentes grados durante los últimos 50 años en nuestros presidentes. Pero esto no es una justificación, es más bien un llamado a la sociedad para buscar corregir todos estos problemas que son endémicos en nuestro país y que en cada cambio de presidente nos ilusionamos en que ahora sí nos va a ir bien.

Lo anterior aplica a todos los políticos y capitanes de la industria, que, con contadas excepciones, no salen del éter, todos ellos son producto de nuestras escuelas, iglesias, universidades y nuestras propias familias. Admitámoslo, eso es lo mejor que podemos ofrecer. No son casos aislados, es la norma.

¿Y queremos que no existan cárteles o huachicol? Cuando éestos son exponentes de la misma cultura que toleramos en este país. Si no participamos en la lucha política no podemos quejarnos, ya que, sin hacerlo, lo que se da es un mundo de quimeras sexenales no basadas en la realidad.

¿Dónde están los buenos ciudadanos e inteligentes? Detrás de las rejas a las que nos hemos acostumbrado a vivir.


Maestro en Finanzas. Economista