/ martes 5 de diciembre de 2017

Política y civilización

Los hombres se unieron por la necesidad de sobrevivir y, a la vez, para organizar sus esfuerzos en la producción de los satisfactores de sus necesidades. La sedentarización humana representó un gran avance del desarrollo de las fuerzas productivas. Nacieron aldeas y ciudades en las orillas de ríos, lagos y manantiales que le aseguraban el alimento al grupo. Ciudad (latín- “civilis”), fue el centro de toda la actividad humana. Por lo tanto, civilizado, es, el que vive en la ciudad. Al paso del tiempo surgió la necesidad de organizar la vida de las ciudades, en sus relaciones económicas y sociales, de esa situación emergió la política.

Pronto los regímenes estatales hicieron aparición de manera rudimentaria, primero, para regular las acciones de las “polis” de sus habitantes entre sí, y para organizar la defensa de los enemigos externos, que las invadían para saquearlas. Recordemos que los primeros botines de esas invasiones fueron las mujeres y el ganado. Regresemos a la organización de las ciudades (civilis), los gobiernos fueron duros, tiránicos y violentos, pues de esas maneras se mantenía la cohesión social y se preparaban para las guerras con los grupos vecinos. Estas reflexiones de nuestro antiguo pretérito nos  apoyarán en la comprensión de lo que hoy sucede en la humanidad: la imperiosa necesidad de vivir dentro de las leyes y con una gran cultura de la institucionalidad. El sucedáneo de ambas premisas será, indiscutiblemente, la paz.

Lamentable que haya grupos que cotidianamente azotan a la sociedad con agresividad, violencia y anarquía, con la finalidad de cultivar el miedo y el sometimiento a caprichos de entidades y personas facciosos, que ambicionan el poder de la sociedad que está representado en las leyes y en las instituciones. La anarquía proviene de los grupos que precisamente tienen como objetivo quebrantar el orden social y jurídico, para actuar con impunidad fascista en los procesos democráticos y electorales. Son miles de años los que nos separan de la necesidad de actuar unidos para dominar a la naturaleza, hogaño, minorías detestan la unidad ciudadana y proclaman la intolerancia a formas diferentes de expresar ideas y de actuar, vamos, son totalitarios.

La política y la civilización van unidas para lograr la justicia social y la democracia, por lo tanto, todo grupo o partido que atente contra ambos conceptos, intenta destruir la unidad del pueblo mexicano. Apliquemos los juicios de respeto al derecho ajeno, de la defensa de los Derechos Humanos y, de unión en la sociedad.            

Los hombres se unieron por la necesidad de sobrevivir y, a la vez, para organizar sus esfuerzos en la producción de los satisfactores de sus necesidades. La sedentarización humana representó un gran avance del desarrollo de las fuerzas productivas. Nacieron aldeas y ciudades en las orillas de ríos, lagos y manantiales que le aseguraban el alimento al grupo. Ciudad (latín- “civilis”), fue el centro de toda la actividad humana. Por lo tanto, civilizado, es, el que vive en la ciudad. Al paso del tiempo surgió la necesidad de organizar la vida de las ciudades, en sus relaciones económicas y sociales, de esa situación emergió la política.

Pronto los regímenes estatales hicieron aparición de manera rudimentaria, primero, para regular las acciones de las “polis” de sus habitantes entre sí, y para organizar la defensa de los enemigos externos, que las invadían para saquearlas. Recordemos que los primeros botines de esas invasiones fueron las mujeres y el ganado. Regresemos a la organización de las ciudades (civilis), los gobiernos fueron duros, tiránicos y violentos, pues de esas maneras se mantenía la cohesión social y se preparaban para las guerras con los grupos vecinos. Estas reflexiones de nuestro antiguo pretérito nos  apoyarán en la comprensión de lo que hoy sucede en la humanidad: la imperiosa necesidad de vivir dentro de las leyes y con una gran cultura de la institucionalidad. El sucedáneo de ambas premisas será, indiscutiblemente, la paz.

Lamentable que haya grupos que cotidianamente azotan a la sociedad con agresividad, violencia y anarquía, con la finalidad de cultivar el miedo y el sometimiento a caprichos de entidades y personas facciosos, que ambicionan el poder de la sociedad que está representado en las leyes y en las instituciones. La anarquía proviene de los grupos que precisamente tienen como objetivo quebrantar el orden social y jurídico, para actuar con impunidad fascista en los procesos democráticos y electorales. Son miles de años los que nos separan de la necesidad de actuar unidos para dominar a la naturaleza, hogaño, minorías detestan la unidad ciudadana y proclaman la intolerancia a formas diferentes de expresar ideas y de actuar, vamos, son totalitarios.

La política y la civilización van unidas para lograr la justicia social y la democracia, por lo tanto, todo grupo o partido que atente contra ambos conceptos, intenta destruir la unidad del pueblo mexicano. Apliquemos los juicios de respeto al derecho ajeno, de la defensa de los Derechos Humanos y, de unión en la sociedad.