/ miércoles 24 de noviembre de 2021

Por favor OMC, terminen la ronda de Doha

Con la participación de Jesús Galindo Noriega

En octubre de 1947, recién terminada la Segunda Guerra Mundial, se funda el GATT (Acuerdo General de Aranceles y Comercio) firmado por 23 naciones. A partir de entonces y hasta 1995 se han hecho rondas de negociación para reducir los aranceles para la introducción de bienes en esa red de países que conforman el GATT. En 1995, el GATT pasa a refundarse como la OMC (Organización Mundial de Comercio), con sede en Ginebra. Actualmente cuenta con 164 naciones como miembros firmantes.

La ronda de Doha, en Qatar, se inició el 14 de noviembre de 2001 –hace 20 años ya– y no ha sido cerrada. El quid de tan prolongadas negociaciones, consiste en los intereses de los eternos bloques de la economía: ricos y subdesarrollados. La ronda abrió 18 temas o mesas de negociación que van desde la protección intelectual, agricultura, mercado para productos no agrícolas, servicios para mejorar el acceso a los mercados, medio ambiente en modalidades plurilaterales y bilaterales. Otro tema en la agenda es la solución de diferencias de los países miembros.

Una de las críticas hacia la OMC es la proliferación de acuerdos regionales como el aún reciente T-MEC que sustituyó el NAFTA o TLC, el Mercosur es otro ejemplo. Los acuerdos regionales se permiten bajo el amparo de la OMC con la condición de que el arancel sea cero entre los países firmantes y que no hagan más difícil el comercio para los países que no están en el acuerdo regional. Los argumentos a favor de los acuerdos regionales son que resulta fácil negociar entre pocos miembros y con menos costo político pactar compromisos comerciales con un país vecino. Además, se expone que los acuerdos regionales pueden propulsar acuerdos multilaterales en la OMC, es decir, la cartera de participantes indirectos se llega a ampliar. Los discursos en contra de los acuerdos regionales es que cocinan un plato de espagueti, como lo llama el economista Bhagwati. Esto es, un enorme traslape de acuerdos bilaterales, perdiendo de vista que lo más importante es la reducción arancelaria multilateral. Las reglas de origen en los acuerdos regionales hacen prácticamente imposible cumplir con todos los acuerdos al mismo tiempo.

Por ejemplo, México tiene un acuerdo de libre comercio con Guatemala, pero también tiene el T-MEC con EU y Canadá. EU tiene un acuerdo de libre comercio con Centroamérica-República Dominicana. Canadá tiene un acuerdo de libre comercio con Centroamérica.

Amén del T-MEC, México tiene otros acuerdos regionales de comercio como, el Tratado de Libre Comercio México-Unión Europea, Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y el Tratado de Libre Comercio con Centroamérica. México debe buscar mayor liberalización comercial al nivel de la OMC, no limitarse a su circunscripción regional, las oportunidades son dinámicas y el T-MEC no es el fin de los acuerdos en términos de comercio. El T-MEC debe impulsar mayor apertura al nivel de la OMC. Muchos economistas afirman que terminar la ronda de Doha permitiría mayor y más ágil prosperidad en el mundo.


Con la participación de Jesús Galindo Noriega

En octubre de 1947, recién terminada la Segunda Guerra Mundial, se funda el GATT (Acuerdo General de Aranceles y Comercio) firmado por 23 naciones. A partir de entonces y hasta 1995 se han hecho rondas de negociación para reducir los aranceles para la introducción de bienes en esa red de países que conforman el GATT. En 1995, el GATT pasa a refundarse como la OMC (Organización Mundial de Comercio), con sede en Ginebra. Actualmente cuenta con 164 naciones como miembros firmantes.

La ronda de Doha, en Qatar, se inició el 14 de noviembre de 2001 –hace 20 años ya– y no ha sido cerrada. El quid de tan prolongadas negociaciones, consiste en los intereses de los eternos bloques de la economía: ricos y subdesarrollados. La ronda abrió 18 temas o mesas de negociación que van desde la protección intelectual, agricultura, mercado para productos no agrícolas, servicios para mejorar el acceso a los mercados, medio ambiente en modalidades plurilaterales y bilaterales. Otro tema en la agenda es la solución de diferencias de los países miembros.

Una de las críticas hacia la OMC es la proliferación de acuerdos regionales como el aún reciente T-MEC que sustituyó el NAFTA o TLC, el Mercosur es otro ejemplo. Los acuerdos regionales se permiten bajo el amparo de la OMC con la condición de que el arancel sea cero entre los países firmantes y que no hagan más difícil el comercio para los países que no están en el acuerdo regional. Los argumentos a favor de los acuerdos regionales son que resulta fácil negociar entre pocos miembros y con menos costo político pactar compromisos comerciales con un país vecino. Además, se expone que los acuerdos regionales pueden propulsar acuerdos multilaterales en la OMC, es decir, la cartera de participantes indirectos se llega a ampliar. Los discursos en contra de los acuerdos regionales es que cocinan un plato de espagueti, como lo llama el economista Bhagwati. Esto es, un enorme traslape de acuerdos bilaterales, perdiendo de vista que lo más importante es la reducción arancelaria multilateral. Las reglas de origen en los acuerdos regionales hacen prácticamente imposible cumplir con todos los acuerdos al mismo tiempo.

Por ejemplo, México tiene un acuerdo de libre comercio con Guatemala, pero también tiene el T-MEC con EU y Canadá. EU tiene un acuerdo de libre comercio con Centroamérica-República Dominicana. Canadá tiene un acuerdo de libre comercio con Centroamérica.

Amén del T-MEC, México tiene otros acuerdos regionales de comercio como, el Tratado de Libre Comercio México-Unión Europea, Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y el Tratado de Libre Comercio con Centroamérica. México debe buscar mayor liberalización comercial al nivel de la OMC, no limitarse a su circunscripción regional, las oportunidades son dinámicas y el T-MEC no es el fin de los acuerdos en términos de comercio. El T-MEC debe impulsar mayor apertura al nivel de la OMC. Muchos economistas afirman que terminar la ronda de Doha permitiría mayor y más ágil prosperidad en el mundo.