/ jueves 12 de noviembre de 2020

¿Por qué el rebrote del Covid-19?

El rebrote de la epidemia que se ha vivido las últimas semanas en nuestras comunidades ha sido la consecuencia lógica a las preguntas: ¿Cómo será nuestra vida en esta nueva realidad y con qué elementos vamos a contar y con qué otros no?, ¿regresaremos a la vida normal? y ¿qué va a pasar con mi economía familiar? Las respuestas a estas cuestiones no son fáciles ni inmediatas. Se culpa a la gente de relajar las medidas preventivas, pero los gobiernos han mandado señales poco claras, o incluso, contradictorias a la población, o han tomado medidas tardías y poco profundas.

Estamos de acuerdo con la organización Signos Vitales (signosvitalesmexico.org.mx) en que, para México y el resto del mundo, la pandemia trajo un estancamiento de la actividad económica y comercial, cuyos efectos paralizantes se han hecho sentir en la gran mayoría de las familias del país. De acuerdo a la encuesta Encovid-19 de mayo de este año de la Universidad Iberoamericana campus CDMX, el 24.20% de la población ha pedido prestado a conocidos, el 17.70% ha dejado de pagar su tarjeta de crédito o deudas previas y el 16.90% no ha solventado servicios como luz o agua.

Por lo anterior, es natural la tendencia a que el gobierno, el sector empresarial y la sociedad civil aceleren, lo antes posible, la reactivación de las actividades que permitan reanimar y mantener viva la economía y la vida social. De acuerdo a la misma encuesta señalada anteriormente, el 27.3% de los individuos de 18 años o más presentaron síntomas depresivos y 32.4% síntomas severos de ansiedad. También para los niños y los padres de familia representa un ejercicio inimaginable para adaptarse a los nuevos requerimientos de sanidad, higiene, tecnología y convivencia social.

Mientras en ciertos países la infección se encuentra en etapa de contención o control y ha permitido tomar medidas de reapertura bajo estricto seguimiento y vigilancia de las autoridades sanitarias, desde el 18 de mayo México tomó la riesgosa decisión de una reincorporación paulatina a la normalidad en plena efervescencia de la enfermedad, lo que ha traído como consecuencia un inminente rebrote de este mal. Y, mientras los hospitales se saturan y el suministro de oxígeno para los pacientes se encarece, el regreso a la normalidad se visualiza complejo, incierto y peligroso.

El rebrote, por tanto, pone en duda muchas de las actuales políticas que se han tomado en México y aunque la estrategia del gobierno mexicano para volver al “statu quo ante” pueda considerarse competente, ésta carece de una serie de medidas complementarias (pruebas, seguimiento y confinamiento de focos infecciosos, por ejemplo) que permitan el regreso gradual a la apertura económica sin descuidar la estabilidad sanitaria, sobre todo, en escuelas. Y, bueno, los efectos son evidentes; con diversos niveles se palpan cerca de nosotros: gente querida, amigos y conocidos.

agusperezr@hotmail.com


El rebrote de la epidemia que se ha vivido las últimas semanas en nuestras comunidades ha sido la consecuencia lógica a las preguntas: ¿Cómo será nuestra vida en esta nueva realidad y con qué elementos vamos a contar y con qué otros no?, ¿regresaremos a la vida normal? y ¿qué va a pasar con mi economía familiar? Las respuestas a estas cuestiones no son fáciles ni inmediatas. Se culpa a la gente de relajar las medidas preventivas, pero los gobiernos han mandado señales poco claras, o incluso, contradictorias a la población, o han tomado medidas tardías y poco profundas.

Estamos de acuerdo con la organización Signos Vitales (signosvitalesmexico.org.mx) en que, para México y el resto del mundo, la pandemia trajo un estancamiento de la actividad económica y comercial, cuyos efectos paralizantes se han hecho sentir en la gran mayoría de las familias del país. De acuerdo a la encuesta Encovid-19 de mayo de este año de la Universidad Iberoamericana campus CDMX, el 24.20% de la población ha pedido prestado a conocidos, el 17.70% ha dejado de pagar su tarjeta de crédito o deudas previas y el 16.90% no ha solventado servicios como luz o agua.

Por lo anterior, es natural la tendencia a que el gobierno, el sector empresarial y la sociedad civil aceleren, lo antes posible, la reactivación de las actividades que permitan reanimar y mantener viva la economía y la vida social. De acuerdo a la misma encuesta señalada anteriormente, el 27.3% de los individuos de 18 años o más presentaron síntomas depresivos y 32.4% síntomas severos de ansiedad. También para los niños y los padres de familia representa un ejercicio inimaginable para adaptarse a los nuevos requerimientos de sanidad, higiene, tecnología y convivencia social.

Mientras en ciertos países la infección se encuentra en etapa de contención o control y ha permitido tomar medidas de reapertura bajo estricto seguimiento y vigilancia de las autoridades sanitarias, desde el 18 de mayo México tomó la riesgosa decisión de una reincorporación paulatina a la normalidad en plena efervescencia de la enfermedad, lo que ha traído como consecuencia un inminente rebrote de este mal. Y, mientras los hospitales se saturan y el suministro de oxígeno para los pacientes se encarece, el regreso a la normalidad se visualiza complejo, incierto y peligroso.

El rebrote, por tanto, pone en duda muchas de las actuales políticas que se han tomado en México y aunque la estrategia del gobierno mexicano para volver al “statu quo ante” pueda considerarse competente, ésta carece de una serie de medidas complementarias (pruebas, seguimiento y confinamiento de focos infecciosos, por ejemplo) que permitan el regreso gradual a la apertura económica sin descuidar la estabilidad sanitaria, sobre todo, en escuelas. Y, bueno, los efectos son evidentes; con diversos niveles se palpan cerca de nosotros: gente querida, amigos y conocidos.

agusperezr@hotmail.com