/ jueves 13 de junio de 2019

Preocupante abstencionismo

En cualquier país de primer mundo, o que se encuentre en el camino de serlo, se levantan alertas cuando la mayoría de sus habitantes con derecho a votar simple y sencillamente no lo hacen. La pregunta sería: ¿Por qué tanto abstencionismo?, e inmediatamente se ponen a hacer algo al respecto. Aquí en México por supuesto que no, aquí si se gana por un voto y con sólo el 30% de votantes se echan los cohetes y que comience la fiesta. En las pasadas elecciones de Puebla cuando le preguntaron a Yeidckol Polevnsky, presidente de Morena, qué opinaba de que su candidato Barbosa no ganara en la ciudad capital ni en Cholula, principales ciudades del estado, sino que además la diferencia que favorecía a su contrincante del PAN era amplia, la flamante respuesta de la dama fue: “Qué bueno que no eran votaciones para presidente municipal”, (tómala), de ese tamaño es la preocupación por nuestra clase (?) política.

Cuando el pueblo se desinteresa por acudir a las urnas y participar en las decisiones sobre el rumbo del país a veces no se da cuenta de las repercusiones que esto trae para con la sociedad y por ende para sí mismo. También es comprensible el desencanto del ciudadano cuando se ve a políticos que hoy se encuentran en un partido político, mañana en otro y pasado mañana en otro; como que huele a vacilada, aunque haya defensores que digan que es de sabios cambiar de opinión.

Hoy en día el mexicano que cuenta con credencial de elector vigente acude a emitir su sufragio con la idea de modificar o revalidar al candidato del partido que se encuentre en el poder. Si han sido beneficiados por programas sociales el voto los ratifica y si ven que todo sigue igual o un poquito peor entonces votan por el de otro color o de plano no acuden a votar, y esto se ve capitalizado casi siempre por el partido en turno.

El resumen de las pasadas elecciones en Puebla, Aguascalientes, Baja California, Tamaulipas, Durango y Quintana Roo nos mostró que Morena sigue siendo el partido favorito del elector, aunque lejos de marcar una hegemonía; el blanquiazul continúa siendo la fuerza opositora más importante; el PRI con algunos resultados favorables en municipios de Durango y Puebla, y los demás partidos nomás no pintaron. Nuevamente el triunfador fue el abstencionismo y con una apatía de esta magnitud cualquier gobierno puede hacer y deshacer, ¿lo seguiremos permitiendo?

Punto y aparte.

Desde este espacio un abrazo solidario para mi compañero editorialista Ernesto Avilés por la partida terrenal de su señora madre doña Matilde. Descanse en paz.


En cualquier país de primer mundo, o que se encuentre en el camino de serlo, se levantan alertas cuando la mayoría de sus habitantes con derecho a votar simple y sencillamente no lo hacen. La pregunta sería: ¿Por qué tanto abstencionismo?, e inmediatamente se ponen a hacer algo al respecto. Aquí en México por supuesto que no, aquí si se gana por un voto y con sólo el 30% de votantes se echan los cohetes y que comience la fiesta. En las pasadas elecciones de Puebla cuando le preguntaron a Yeidckol Polevnsky, presidente de Morena, qué opinaba de que su candidato Barbosa no ganara en la ciudad capital ni en Cholula, principales ciudades del estado, sino que además la diferencia que favorecía a su contrincante del PAN era amplia, la flamante respuesta de la dama fue: “Qué bueno que no eran votaciones para presidente municipal”, (tómala), de ese tamaño es la preocupación por nuestra clase (?) política.

Cuando el pueblo se desinteresa por acudir a las urnas y participar en las decisiones sobre el rumbo del país a veces no se da cuenta de las repercusiones que esto trae para con la sociedad y por ende para sí mismo. También es comprensible el desencanto del ciudadano cuando se ve a políticos que hoy se encuentran en un partido político, mañana en otro y pasado mañana en otro; como que huele a vacilada, aunque haya defensores que digan que es de sabios cambiar de opinión.

Hoy en día el mexicano que cuenta con credencial de elector vigente acude a emitir su sufragio con la idea de modificar o revalidar al candidato del partido que se encuentre en el poder. Si han sido beneficiados por programas sociales el voto los ratifica y si ven que todo sigue igual o un poquito peor entonces votan por el de otro color o de plano no acuden a votar, y esto se ve capitalizado casi siempre por el partido en turno.

El resumen de las pasadas elecciones en Puebla, Aguascalientes, Baja California, Tamaulipas, Durango y Quintana Roo nos mostró que Morena sigue siendo el partido favorito del elector, aunque lejos de marcar una hegemonía; el blanquiazul continúa siendo la fuerza opositora más importante; el PRI con algunos resultados favorables en municipios de Durango y Puebla, y los demás partidos nomás no pintaron. Nuevamente el triunfador fue el abstencionismo y con una apatía de esta magnitud cualquier gobierno puede hacer y deshacer, ¿lo seguiremos permitiendo?

Punto y aparte.

Desde este espacio un abrazo solidario para mi compañero editorialista Ernesto Avilés por la partida terrenal de su señora madre doña Matilde. Descanse en paz.