/ jueves 7 de febrero de 2019

Punto y aparte

No me gusta el Super Bowl

(Entre el deporte y el negocio)


Nunca me he puesto a ver un juego de futbol americano, mucho menos lo he jugado, simple y sencillamente no me llama la atención, no le entiendo pues, y a estas alturas ponerme a comprenderlo lo considero una pérdida de tiempo; lo que sí disfruto es ver a mis amigos hablando del Super Bowl y de los mejores jugadores de este rudo deporte; que si el touchdown, que si yardas de castigo, que si la intercepción y mientras tanto uno pensando en la nueva regada de tepache del Cruz Azul, bueno, cada quien lo suyo, hay que respetar.

No sé si derivado de mi labor financiera lo que me llama la atención del Super Bowl son las exageradas cantidades de dólares que giran alrededor de este significativo negocio, perdón, deporte. El estadio donde se jugó este año fue el “Mercedes Benz” (ya desde el nombre), construido en Atlanta, Georgia, con un valor estimado de más de 1,600 millones de dólares (rápido conviértalo a pesos… mejor así déjelo); cada anuncio que se transmitió mientras estaba el juego costó 5 millones de dólares y la duración fue de 30 segundos, es decir, 166,666 dólares por segundo, así fuera comercial de detergentes, papitas, pollo frito o autos. El costo del boleto más barato este año para entrar a ver jugar a los Patriotas contra los Rams fue de 2,500 dólares, ahora que si se juntaron 18 amigos y rentaron la zona VIP con atención personalizada sólo pagaron 200,000 dólares, y si decidieron verlo en casa formaron parte de los 188 millones de personas que optaron por ello. En cuanto a comida y bebida, se estimó un consumo en cerveza de 1,300 millones de dólares y 980 millones en refrescos, así como 278 millones en papas fritas, 224 en nachos, 198 en pizzas y 80 en alitas de pollo; por alimentación chatarra no pararon.

Por alguna extraña razón (que aún no investigo), a los amantes del futbol americano que viven en Estados Unidos les fascina preparar para tan especial día el famoso guacamole mexicano, y para este año se exportaron alrededor de 18 millones de aguacates, comiéndose, sólo ese día, más de lo que se consume en el año en toda Europa. Esto trajo para nuestro querido México una derrama económica que rebasó los 240 millones de dólares con cerca de 105 mil empleos directos e indirectos.

Ya terminó el Super Bowl, volvemos a la calma, para el próximo año espero saber un poco más de este deporte, por lo pronto iré a ver a mis cuates de los Linces de Conta. Seguro que sí.


No me gusta el Super Bowl

(Entre el deporte y el negocio)


Nunca me he puesto a ver un juego de futbol americano, mucho menos lo he jugado, simple y sencillamente no me llama la atención, no le entiendo pues, y a estas alturas ponerme a comprenderlo lo considero una pérdida de tiempo; lo que sí disfruto es ver a mis amigos hablando del Super Bowl y de los mejores jugadores de este rudo deporte; que si el touchdown, que si yardas de castigo, que si la intercepción y mientras tanto uno pensando en la nueva regada de tepache del Cruz Azul, bueno, cada quien lo suyo, hay que respetar.

No sé si derivado de mi labor financiera lo que me llama la atención del Super Bowl son las exageradas cantidades de dólares que giran alrededor de este significativo negocio, perdón, deporte. El estadio donde se jugó este año fue el “Mercedes Benz” (ya desde el nombre), construido en Atlanta, Georgia, con un valor estimado de más de 1,600 millones de dólares (rápido conviértalo a pesos… mejor así déjelo); cada anuncio que se transmitió mientras estaba el juego costó 5 millones de dólares y la duración fue de 30 segundos, es decir, 166,666 dólares por segundo, así fuera comercial de detergentes, papitas, pollo frito o autos. El costo del boleto más barato este año para entrar a ver jugar a los Patriotas contra los Rams fue de 2,500 dólares, ahora que si se juntaron 18 amigos y rentaron la zona VIP con atención personalizada sólo pagaron 200,000 dólares, y si decidieron verlo en casa formaron parte de los 188 millones de personas que optaron por ello. En cuanto a comida y bebida, se estimó un consumo en cerveza de 1,300 millones de dólares y 980 millones en refrescos, así como 278 millones en papas fritas, 224 en nachos, 198 en pizzas y 80 en alitas de pollo; por alimentación chatarra no pararon.

Por alguna extraña razón (que aún no investigo), a los amantes del futbol americano que viven en Estados Unidos les fascina preparar para tan especial día el famoso guacamole mexicano, y para este año se exportaron alrededor de 18 millones de aguacates, comiéndose, sólo ese día, más de lo que se consume en el año en toda Europa. Esto trajo para nuestro querido México una derrama económica que rebasó los 240 millones de dólares con cerca de 105 mil empleos directos e indirectos.

Ya terminó el Super Bowl, volvemos a la calma, para el próximo año espero saber un poco más de este deporte, por lo pronto iré a ver a mis cuates de los Linces de Conta. Seguro que sí.