/ jueves 2 de junio de 2022

Punto y aparte | Contadores 

“En algunas horas más inquietas de la vida, le daba por cavilar sobre los destinos de su profesión” -Saramago -

Fue en 1989 cuando, tras egresar del Colegio de Bachilleres plantel número 2 turno vespertino, que dirigía Polo Sáenz, fui notificado a través del enorme ventanal de la Facultad de Contaduría y Administración que había sido aceptado como alumno en esta importante unidad académica de la Universidad Autónoma de Chihuahua, cuya dirección estaba a cargo de Rubén Torres Medina; desde ese momento, y hasta la fecha, el orgullo, los amigos y la dicha prevalecen.

El primer semestre fue bastante dinámico, tuve la responsabilidad de ser jefe de grupo de la clase de administración que impartía con gran eficacia la maestra Eva Guadalupe Anchondo y donde tuve por compañera a la reconocida pintora Rocío Sáenz, quien en ese semestre se coronó como reina de novatos. La clase de Contabilidad era la última del día y la tomábamos en el segundo piso de la escuela (hoy Facultad de Derecho), era impartida por un gran maestro y mejor persona, don Antonio Cortés Carrillo (qepd), el debe y el haber fueron comprendidos de manera precisa.

En sus orígenes la profesión de contador era conocida como “Tenedor de libros”, en referencia a los libros diario y mayor, inventarios y cuentas anuales y aunque el concepto como tal se remonta a tiempos de Luca Pacioli y su principio de dualidad (a cada cargo corresponde un abono) fue en 1907 cuando con el primer egresado, Juan Diez, se estableció oficialmente esta noble profesión, misma que, en tiempos modernos de tecnologías digitales, deambula entre los datos numéricos con el firme objetivo de darle claridad e interpretar lo que acontece alrededor de una entidad económica.

El contador moderno ha tenido que adaptarse empleando nuevas habilidades y aunque es cierto que nuevos programas facilitan la labor y sustituyen ciertas actividades que antes eran algo tediosas, ninguno de estos programas computarizados podrá jamás sustituir el intelecto, la experiencia y el feeling de un contador capacitado y que está al día en los cambios que en materia fiscal se presentan.

Las crisis en materia financiera, los cambios en las tasas de interés y paridad en el tipo de cambio, la presión inflacionaria y las nuevas reglas fiscales son elementos que han llevado a los contadores a ser resilientes en escenarios complicados, es decir, han sabido adaptarse y esto les permite tener una mente activa en cada momento; de no ser así dejarían pasar importantes áreas de oportunidad. El contador hoy en día es parte crucial en la implantación de estrategias de la empresa en su búsqueda de mayor productividad.

La semana pasada se celebró el Día del Contador, para todos mis amigos que custodian esta digna profesión, algunos de ellos colegas maestros de la Facultad de Contaduría y Administración, y que son expertos en auditoría, costos, seguros, contabilidad gubernamental y contabilidad bancaria, entre otras áreas, mi respeto y felicitación, seguro que sí.

aruedam@hotmail.com


“En algunas horas más inquietas de la vida, le daba por cavilar sobre los destinos de su profesión” -Saramago -

Fue en 1989 cuando, tras egresar del Colegio de Bachilleres plantel número 2 turno vespertino, que dirigía Polo Sáenz, fui notificado a través del enorme ventanal de la Facultad de Contaduría y Administración que había sido aceptado como alumno en esta importante unidad académica de la Universidad Autónoma de Chihuahua, cuya dirección estaba a cargo de Rubén Torres Medina; desde ese momento, y hasta la fecha, el orgullo, los amigos y la dicha prevalecen.

El primer semestre fue bastante dinámico, tuve la responsabilidad de ser jefe de grupo de la clase de administración que impartía con gran eficacia la maestra Eva Guadalupe Anchondo y donde tuve por compañera a la reconocida pintora Rocío Sáenz, quien en ese semestre se coronó como reina de novatos. La clase de Contabilidad era la última del día y la tomábamos en el segundo piso de la escuela (hoy Facultad de Derecho), era impartida por un gran maestro y mejor persona, don Antonio Cortés Carrillo (qepd), el debe y el haber fueron comprendidos de manera precisa.

En sus orígenes la profesión de contador era conocida como “Tenedor de libros”, en referencia a los libros diario y mayor, inventarios y cuentas anuales y aunque el concepto como tal se remonta a tiempos de Luca Pacioli y su principio de dualidad (a cada cargo corresponde un abono) fue en 1907 cuando con el primer egresado, Juan Diez, se estableció oficialmente esta noble profesión, misma que, en tiempos modernos de tecnologías digitales, deambula entre los datos numéricos con el firme objetivo de darle claridad e interpretar lo que acontece alrededor de una entidad económica.

El contador moderno ha tenido que adaptarse empleando nuevas habilidades y aunque es cierto que nuevos programas facilitan la labor y sustituyen ciertas actividades que antes eran algo tediosas, ninguno de estos programas computarizados podrá jamás sustituir el intelecto, la experiencia y el feeling de un contador capacitado y que está al día en los cambios que en materia fiscal se presentan.

Las crisis en materia financiera, los cambios en las tasas de interés y paridad en el tipo de cambio, la presión inflacionaria y las nuevas reglas fiscales son elementos que han llevado a los contadores a ser resilientes en escenarios complicados, es decir, han sabido adaptarse y esto les permite tener una mente activa en cada momento; de no ser así dejarían pasar importantes áreas de oportunidad. El contador hoy en día es parte crucial en la implantación de estrategias de la empresa en su búsqueda de mayor productividad.

La semana pasada se celebró el Día del Contador, para todos mis amigos que custodian esta digna profesión, algunos de ellos colegas maestros de la Facultad de Contaduría y Administración, y que son expertos en auditoría, costos, seguros, contabilidad gubernamental y contabilidad bancaria, entre otras áreas, mi respeto y felicitación, seguro que sí.

aruedam@hotmail.com