/ jueves 22 de abril de 2021

Punto y aparte | Vacunas, aunque sean de aire

La felicidad radica, ante todo, en la salud - Curtis

Llegó el lunes tan esperado por mis viejos progenitores (lo de viejos me refiero a su edad, ya que rebasan los 85 en su kilometraje de vida, pero de la azotea están mejor que uno), desde temprana hora se bañaron, se perfumaron y se vistieron como si fueran a un evento de gala, apoyados en su andador esperaban que los minutos pasaran; llegadas las 11 de la mañana el buen Jesús fue por ellos para llevarlos a recibir su respectiva dosis de vacuna Pfizer contra el coronavirus, en el camino iban muy sonrientes y positivos, deseaban ser vacunados, hacía meses que no salían de la estancia donde viven y ya requerían respirar el aire de la ciudad; su centro de vacunación fue el Campus Universitario II, la fila de autos era prácticamente incontable pero el tránsito de los mismos era fluido, a la media hora el motor del coche decidió calentarse y tuvieron que apagarlo, minutos de espera, la impaciencia no llegó, arrancaron nuevamente y ahora sí derechito al módulo donde fueron atendidos debidamente tras responder las preguntas requeridas, después de suministrada la vacuna les dieron media hora para observar posibles reacciones, no pasó nada, recibieron una manzana chihuahuense que se recetaron con gusto y de regreso a casa. Primera parte del proceso superado.

El hecho de que los padres o los abuelos hayan recibido la vacuna (sea del laboratorio que sea) contra este virus asiático que nos ha traído en jaque a todo mundo es un motivo de tranquilidad para toda la familia, sin olvidar que los cuidados deben seguir estando presentes, lavado constante de manos, uso de cubrebocas y mantener una distancia adecuada con terceros. Los contagios continúan, la gente se sigue muriendo, la batalla aún no termina.

Días después de que los autores de mi existencia recibieron su vacuna veo en las noticias televisivas el caso de un señor a quien al estarlo vacunando el reportero se percata de que la inyección estaba vacía y le inyectó prácticamente aire, el lugar era custodiado por la Guardia Nacional y había varios médicos que al percatarse de que este hecho había sido grabado hicieron todo para que el señor recibiera la vacuna en un segundo piquete. Esta irregularidad, que al final de cuentas tuvo un desenlace satisfactorio, deja algunos cuestionamientos: ¿La enfermera obedecía alguna orden de vacunar de esa manera?, ¿hubo personas que no se dieron cuenta y creen que están vacunadas?, ¿fue realmente un error? La desconfianza en este tema que tiene que ver con la salud de la población no puede ser permitida, me resulta increíble pensar que haya gente que fue engañada de esta manera. Jugar con la salud y la confianza de las personas no tiene perdón de ningún tipo.

Cuando mi progenitor supo de esta noticia dijo: con tal de volver a salir un rato de este encierro no importa que me vacunen, aunque sea aire. Traigo sentimientos encontrados. Así las cosas.

Punto y aparte

En medio de campañas electorales, cambios en los colores del semáforo epidemiológico y esperando el momento en que me toque la vacuna me preguntan mis allegados por quién voy a votar el próximo 6 de junio y ante tanto chile con queso lo único que puedo contestarles es que hasta ahorita ya sé por quién NO voy a votar, en su momento platicaré al respecto. Ande pues.

Secretario de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua.


La felicidad radica, ante todo, en la salud - Curtis

Llegó el lunes tan esperado por mis viejos progenitores (lo de viejos me refiero a su edad, ya que rebasan los 85 en su kilometraje de vida, pero de la azotea están mejor que uno), desde temprana hora se bañaron, se perfumaron y se vistieron como si fueran a un evento de gala, apoyados en su andador esperaban que los minutos pasaran; llegadas las 11 de la mañana el buen Jesús fue por ellos para llevarlos a recibir su respectiva dosis de vacuna Pfizer contra el coronavirus, en el camino iban muy sonrientes y positivos, deseaban ser vacunados, hacía meses que no salían de la estancia donde viven y ya requerían respirar el aire de la ciudad; su centro de vacunación fue el Campus Universitario II, la fila de autos era prácticamente incontable pero el tránsito de los mismos era fluido, a la media hora el motor del coche decidió calentarse y tuvieron que apagarlo, minutos de espera, la impaciencia no llegó, arrancaron nuevamente y ahora sí derechito al módulo donde fueron atendidos debidamente tras responder las preguntas requeridas, después de suministrada la vacuna les dieron media hora para observar posibles reacciones, no pasó nada, recibieron una manzana chihuahuense que se recetaron con gusto y de regreso a casa. Primera parte del proceso superado.

El hecho de que los padres o los abuelos hayan recibido la vacuna (sea del laboratorio que sea) contra este virus asiático que nos ha traído en jaque a todo mundo es un motivo de tranquilidad para toda la familia, sin olvidar que los cuidados deben seguir estando presentes, lavado constante de manos, uso de cubrebocas y mantener una distancia adecuada con terceros. Los contagios continúan, la gente se sigue muriendo, la batalla aún no termina.

Días después de que los autores de mi existencia recibieron su vacuna veo en las noticias televisivas el caso de un señor a quien al estarlo vacunando el reportero se percata de que la inyección estaba vacía y le inyectó prácticamente aire, el lugar era custodiado por la Guardia Nacional y había varios médicos que al percatarse de que este hecho había sido grabado hicieron todo para que el señor recibiera la vacuna en un segundo piquete. Esta irregularidad, que al final de cuentas tuvo un desenlace satisfactorio, deja algunos cuestionamientos: ¿La enfermera obedecía alguna orden de vacunar de esa manera?, ¿hubo personas que no se dieron cuenta y creen que están vacunadas?, ¿fue realmente un error? La desconfianza en este tema que tiene que ver con la salud de la población no puede ser permitida, me resulta increíble pensar que haya gente que fue engañada de esta manera. Jugar con la salud y la confianza de las personas no tiene perdón de ningún tipo.

Cuando mi progenitor supo de esta noticia dijo: con tal de volver a salir un rato de este encierro no importa que me vacunen, aunque sea aire. Traigo sentimientos encontrados. Así las cosas.

Punto y aparte

En medio de campañas electorales, cambios en los colores del semáforo epidemiológico y esperando el momento en que me toque la vacuna me preguntan mis allegados por quién voy a votar el próximo 6 de junio y ante tanto chile con queso lo único que puedo contestarles es que hasta ahorita ya sé por quién NO voy a votar, en su momento platicaré al respecto. Ande pues.

Secretario de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua.