/ miércoles 31 de marzo de 2021

Puntos cardinales

Los cuatro puntos cardinales nos ubican en este mundo: norte, sur, este y oeste. Cuatro direcciones que pueden estancarse en el límite de lo que alcanzamos a ver, o extenderse a esas dimensiones que muchas veces no se ven ni se consideran.

Hay diferentes maneras de ubicar los puntos cardinales, la más común es cuando la visión se extiende en forma plana, si estoy en la ciudad de Chihuahua, al norte está Ciudad Juárez. Si estoy en el estado de Chihuahua, al oeste está el estado de Sonora, al este Coahuila, al norte Estados Unidos, al sur Durango y Sinaloa.

Pero hoy acomodemos la brújula apuntando norte al cielo, sur a las entrañas de la Tierra y cuerpos de agua y este y oeste a los que nos rodea. En el caso de la profundidad de las capas terrestres y acuáticas hacer uso de una imaginación basada en el hecho de que ahí también hay un universo lleno de vida que no vemos, fauna, flora, raíces y todos esos microorganismos con funciones de fecundidad, renovación y limpieza.

La extensión del firmamento ha llamado al ser humano a ubicar en ese escenario cambiante lleno de espectaculares paisajes la grandeza, el infinito, al Creador.

El sur, extensiones que pisamos a diario, caminitos de cemento que se han construido para la comodidad del ir y venir, senderos cómodos de los cuales nos hemos de bajar para caminar sobre la tierra que desde todas sus capas e irregularidad despierta y conecta con la poderosa energía del globo terráqueo. Cuerpos de agua que lucen con espléndidos colores en la superficie, pero que están brutalmente contaminados en sus profundidades.

El este y oeste están bloqueados por dos poderosos anestésicos: las construcciones humanas y el hipnotismo de las pantallas.

La inmensidad del espacio nos llama a entender que somos parte de algo grandioso y equilibrado: el universo. Las capas subterráneas de la tierra, el fondo del mar y demás cuerpos de agua nos llaman a considerar todo lo que vive en ellos, y frenar la invasión de construcciones excesivas que lastiman la vitalidad del planeta. Edificios se yerguen evadiendo el suministro de lo básico: proporcionar agua a futuro. Una locura urbana de evasión. Urge aminorar la construcción, aprovechar la que ya está y moderar estilos de vida.

La visión este y oeste sufre de parálisis, una fijación visual cibernética que hace que se pierda la casual y profunda conexión humana y ambiental. Millones de imágenes absorben entreteniendo con un mundo fuera de la ubicación y el presente. Hoy la mayoría de la atención está en las pantallas, mentes se transportan a viajes cibernéticos que descuidan el próximo alrededor que está lleno de requerimientos.

En el norte, sur, este y oeste hay vida, y cada lugar habla de lo que atendemos y desatendemos.

En las posibilidades actuales de ir venir en infinidad de direcciones, está el llamado de valorar el suelo que pisamos, de cuidar el agua en todas sus expresiones, amar el cielo que nos despierta y duerme, está la urgencia de activar cada sentido para colaborar en la conservación de todo elemento que vibra a nuestro alrededor para proporcionarnos una vida sana.

Los cuatro puntos cardinales nos ubican en este mundo: norte, sur, este y oeste. Cuatro direcciones que pueden estancarse en el límite de lo que alcanzamos a ver, o extenderse a esas dimensiones que muchas veces no se ven ni se consideran.

Hay diferentes maneras de ubicar los puntos cardinales, la más común es cuando la visión se extiende en forma plana, si estoy en la ciudad de Chihuahua, al norte está Ciudad Juárez. Si estoy en el estado de Chihuahua, al oeste está el estado de Sonora, al este Coahuila, al norte Estados Unidos, al sur Durango y Sinaloa.

Pero hoy acomodemos la brújula apuntando norte al cielo, sur a las entrañas de la Tierra y cuerpos de agua y este y oeste a los que nos rodea. En el caso de la profundidad de las capas terrestres y acuáticas hacer uso de una imaginación basada en el hecho de que ahí también hay un universo lleno de vida que no vemos, fauna, flora, raíces y todos esos microorganismos con funciones de fecundidad, renovación y limpieza.

La extensión del firmamento ha llamado al ser humano a ubicar en ese escenario cambiante lleno de espectaculares paisajes la grandeza, el infinito, al Creador.

El sur, extensiones que pisamos a diario, caminitos de cemento que se han construido para la comodidad del ir y venir, senderos cómodos de los cuales nos hemos de bajar para caminar sobre la tierra que desde todas sus capas e irregularidad despierta y conecta con la poderosa energía del globo terráqueo. Cuerpos de agua que lucen con espléndidos colores en la superficie, pero que están brutalmente contaminados en sus profundidades.

El este y oeste están bloqueados por dos poderosos anestésicos: las construcciones humanas y el hipnotismo de las pantallas.

La inmensidad del espacio nos llama a entender que somos parte de algo grandioso y equilibrado: el universo. Las capas subterráneas de la tierra, el fondo del mar y demás cuerpos de agua nos llaman a considerar todo lo que vive en ellos, y frenar la invasión de construcciones excesivas que lastiman la vitalidad del planeta. Edificios se yerguen evadiendo el suministro de lo básico: proporcionar agua a futuro. Una locura urbana de evasión. Urge aminorar la construcción, aprovechar la que ya está y moderar estilos de vida.

La visión este y oeste sufre de parálisis, una fijación visual cibernética que hace que se pierda la casual y profunda conexión humana y ambiental. Millones de imágenes absorben entreteniendo con un mundo fuera de la ubicación y el presente. Hoy la mayoría de la atención está en las pantallas, mentes se transportan a viajes cibernéticos que descuidan el próximo alrededor que está lleno de requerimientos.

En el norte, sur, este y oeste hay vida, y cada lugar habla de lo que atendemos y desatendemos.

En las posibilidades actuales de ir venir en infinidad de direcciones, está el llamado de valorar el suelo que pisamos, de cuidar el agua en todas sus expresiones, amar el cielo que nos despierta y duerme, está la urgencia de activar cada sentido para colaborar en la conservación de todo elemento que vibra a nuestro alrededor para proporcionarnos una vida sana.

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