/ martes 24 de agosto de 2021

Puros engaños

Por: Guillermo Luján Peña

Imposible seguirle el paso al inquilino de Palacio Nacional en tantos engaños, que son dichos diariamente desde el púlpito mañanero, pero nos abocaremos a los dos más comentados en esta semana.

El regreso a clases presenciales, “Llueva, truene o relampaguee”, dijo el inquilino de palacio, pero todos los jóvenes regresan a las escuelas. La Secretaría de Educación Pública, dirigida por Delfina Gómez, quien desgraciadamente no tiene la experiencia y preparación necesaria, de inmediato se quiso proteger contra el posible aumento de la pandemia y sacó una carta responsiva que tenían que firmar los padres de familia, liberando de cualquier problema de salud a las autoridades educativas. Parece que el miedo no anda en burro, como se dice, pero esto causó de inmediato una repulsión entre los padres de familia, lo que seguramente llegó a los oídos presidenciales, quien, en la Mañanera del día siguiente desmintió lo de la obligatoriedad de la carta responsiva y la pobre secretaria de Educación sólo tragó camote y se quedó calladita.

Es que los jóvenes o niños son por naturaleza descuidados, es decir que no miden el peligro de no usar el tapabocas, guardar su sana distancia, y ya empezó a tenerse noticias de otros países donde se regresó a la escuela y los positivos del Covid aumentaron sensiblemente, porque además la mutación que tuvo el coronavirus a Delta, éste sí le pega a los jóvenes, que el primer coronavirus que llegó era muy raro que contagiara a los jóvenes y niños.

Por otro lado, las escuelas permanecieron cerradas más de un año y algunas de ellas fueron vandalizadas o robadas, de tal manera que las instalaciones no están disponibles al 100%.

El otro tema es la revocación de mandato, una figura de la democracia participativa, pero como su nombre lo dice, es para quitarle, revocarle el mandato a algún gobernante, ¿quién lo debe pedir?, el pueblo, pero en este caso el que lo está pidiendo es el presidente, ¿quiere que le quitemos el poder? Por supuesto que no, es otro engaño más, lo que busca es lo contrario, que se le ratifique en el poder y poder terminar su mandato y quizás con esa fuerza popular, en caso de que la gente diga que no quieren que se vaya, intentar reelegirse o poner algún incondicional de él, como Marcelo Ebrard o Claudia Sheibaum.

¿Qué sucedería si la gente dice que se vaya a su casa y deje los lujos del Palacio Nacional? No hay leyes secundarias que digan cómo, cuándo y qué debe hacerse y además sería sembrar la discordia, de nueva cuenta, entre los mexicanos, que es lo que menos necesitamos ahora, ni nunca.

Otro gran inconveniente es que los gobernantes se dedicarían a buscar que nos los vayan a echar fuera en los primeros tres años y se dedicarían a eso, a armar desde el poder toda una estructura para que, a los tres años, no le revoquen el poder y el pueblo perdería porque en lugar de atender sus necesidades se dedicarían a fortalecerse en el poder.

Crearía un malestar entre la gente, ya que algunos van a querer que se vaya, otros no, sólo quitaría tranquilidad y nos polarizaría.

Puros engaños.

Por: Guillermo Luján Peña

Imposible seguirle el paso al inquilino de Palacio Nacional en tantos engaños, que son dichos diariamente desde el púlpito mañanero, pero nos abocaremos a los dos más comentados en esta semana.

El regreso a clases presenciales, “Llueva, truene o relampaguee”, dijo el inquilino de palacio, pero todos los jóvenes regresan a las escuelas. La Secretaría de Educación Pública, dirigida por Delfina Gómez, quien desgraciadamente no tiene la experiencia y preparación necesaria, de inmediato se quiso proteger contra el posible aumento de la pandemia y sacó una carta responsiva que tenían que firmar los padres de familia, liberando de cualquier problema de salud a las autoridades educativas. Parece que el miedo no anda en burro, como se dice, pero esto causó de inmediato una repulsión entre los padres de familia, lo que seguramente llegó a los oídos presidenciales, quien, en la Mañanera del día siguiente desmintió lo de la obligatoriedad de la carta responsiva y la pobre secretaria de Educación sólo tragó camote y se quedó calladita.

Es que los jóvenes o niños son por naturaleza descuidados, es decir que no miden el peligro de no usar el tapabocas, guardar su sana distancia, y ya empezó a tenerse noticias de otros países donde se regresó a la escuela y los positivos del Covid aumentaron sensiblemente, porque además la mutación que tuvo el coronavirus a Delta, éste sí le pega a los jóvenes, que el primer coronavirus que llegó era muy raro que contagiara a los jóvenes y niños.

Por otro lado, las escuelas permanecieron cerradas más de un año y algunas de ellas fueron vandalizadas o robadas, de tal manera que las instalaciones no están disponibles al 100%.

El otro tema es la revocación de mandato, una figura de la democracia participativa, pero como su nombre lo dice, es para quitarle, revocarle el mandato a algún gobernante, ¿quién lo debe pedir?, el pueblo, pero en este caso el que lo está pidiendo es el presidente, ¿quiere que le quitemos el poder? Por supuesto que no, es otro engaño más, lo que busca es lo contrario, que se le ratifique en el poder y poder terminar su mandato y quizás con esa fuerza popular, en caso de que la gente diga que no quieren que se vaya, intentar reelegirse o poner algún incondicional de él, como Marcelo Ebrard o Claudia Sheibaum.

¿Qué sucedería si la gente dice que se vaya a su casa y deje los lujos del Palacio Nacional? No hay leyes secundarias que digan cómo, cuándo y qué debe hacerse y además sería sembrar la discordia, de nueva cuenta, entre los mexicanos, que es lo que menos necesitamos ahora, ni nunca.

Otro gran inconveniente es que los gobernantes se dedicarían a buscar que nos los vayan a echar fuera en los primeros tres años y se dedicarían a eso, a armar desde el poder toda una estructura para que, a los tres años, no le revoquen el poder y el pueblo perdería porque en lugar de atender sus necesidades se dedicarían a fortalecerse en el poder.

Crearía un malestar entre la gente, ya que algunos van a querer que se vaya, otros no, sólo quitaría tranquilidad y nos polarizaría.

Puros engaños.