/ jueves 16 de noviembre de 2017

Qué está pasando con las ideologías políticas, de cara al 2018

“Lo que las ideologías dividen al hombre, el amor con sus hilos los une en su nombre” 

- Ricardo Arjona

La ideología puede ser entendida como un modo de pensar individual, y también como el conjunto de ideas que sustenta un grupo de personas sobre el sistema económico, social, político, cultural,  moral, científico y religioso… ideas que pretenden la conservación del sistema (conservadoras); su transformación radical y súbita (revolucionaria); paulatina y pacífica (reformistas); o la restauración de un sistema previamente existente (reaccionarias).

Legalmente, “los partidos políticos tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de los órganos de representación política y, como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo…”.

Con el fin de tratar de entender la política kafkiana que nos aqueja, podemos afirmar que por varias décadas existieron ideologías y partidos de derecha (reaccionarios y conservadores), de centro (conservadores y reformistas) y de izquierda (más revolucionarios que reformistas). Así, de una forma más o menos comprensible se podían identificar las ideologías políticas con los distintos grupos de intereses socioeconómicos y sus valores morales y culturales.

Hoy en día -en el contexto neoliberal y globalizado de desigualdades y pobreza obscenas- la lucha por el poder federal desestima las ideologías, dado que partidos políticos -supuestamente con credos diversos- crean alianzas perversas sólo para ganar las elecciones o evitar que alguien más gane, sin contar con principios, enfoques y programas que afronten la compleja problemática vigente y coadyuven a construir un futuro de prosperidad para las mayoría de los mexicanos. Entonces, ¿dónde quedaron las ideologías?

La enorme crisis de los partidos políticos nace de su divorcio con la gente por sus pésimos resultados producto del clientelismo, la arbitrariedad y la corrupción de sus cúpulas, las divisiones internas, sus fracasos electorales, la ineficacia de sus ofertas, su demagogia, etc., de manera que predomina un generalizado hartazgo ciudadano contra los partidos, el cual propicia las candidaturas independientes.

Los precandidatos independientes a la presidencia deben juntar firmas de apoyo hasta por el 1% del padrón electoral nominal en 17 o más entidades federativas, para poder contender oficialmente; los “políticos de carrera” se independizan para darse baños de pureza y proyectar una imagen impoluta, borrando sus pecados partidistas. Además, la promoción de estas candidaturas es una estrategia del PRI para manipular y dividir el voto. Si se instruye a la base priista a firmar suficientes adhesiones para Margarita Zavala y el Bronco Jaime Rodríguez, debilitarán, en su beneficio, a los otros contendientes.

A la fecha de esta entrega el único candidato seguro es AMLO de Morena (asesorado por el empresario Alfonso Romo Garza, quien coordina su nuevo Proyecto de Nación). Por el PRI se menciona a cinco precandidatos (Osorio Chong –SG-, Meade –SHCP-, Narro –SSA-, Nuño –SEP- y Videgaray –SER-) y a mediados de diciembre se designará al candidato. El Frente Amplio Democrático (PAN, PRD y MC) se encuentra integrando su programa y en una segunda etapa decidirá la forma de elegir a sus candidatos, entre los que se perfilan Anaya, del PAN, para presidente y Barrales, del PRD, para jefa de gobierno de la CDMX. El FAD está organizando coaliciones homólogas en todas las entidades federativas.

A final de cuentas, aunque todavía no se definen los candidatos de los tres partidos grandes y tampoco los del FAD, creo que quienes detentan el poder (económico, militar y burocrático), la influencia social (sindical y campesina) y religiosa, en acuerdo con el gobierno de EU, son quienes definirán al próximo presidente de México, habida cuenta que básicamente existen dos pandillas rivales de poderosos que se pueden aglutinar para remozar el sistema vigente, con reformas negociadas. Creo que la coalición de estas pandillas vetará al populismo y contendrá el avance del narcotráfico, limitando fuertemente a los corruptos políticos tradicionales que han sido tan perniciosos para el desarrollo democrático de México.

La transición hacia una social democracia a la mexicana se ve muy difícil, igual que se ve el acceso a un Estado con predominio del sector público en la producción y distribución del ingreso; y sería terrible mantener el statu quo que nos está conduciendo a la hegemonía de los narcotraficantes.

Siendo pragmáticos, ojalá que, dentro del codicioso sistema neoliberal que se defiende como gato bocarriba, el cambio se realice liderado por un sector empresarial con sólida ideología de responsabilidad social, orientado a construir un Estado moderno, en el cual colaboren y sean corresponsables la sociedad civil, el gobierno y el mercado, en una sinergia complementaria cuyo propósito sea fortalecer la comunidad en beneficio de todos.

“Lo que las ideologías dividen al hombre, el amor con sus hilos los une en su nombre” 

- Ricardo Arjona

La ideología puede ser entendida como un modo de pensar individual, y también como el conjunto de ideas que sustenta un grupo de personas sobre el sistema económico, social, político, cultural,  moral, científico y religioso… ideas que pretenden la conservación del sistema (conservadoras); su transformación radical y súbita (revolucionaria); paulatina y pacífica (reformistas); o la restauración de un sistema previamente existente (reaccionarias).

Legalmente, “los partidos políticos tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de los órganos de representación política y, como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo…”.

Con el fin de tratar de entender la política kafkiana que nos aqueja, podemos afirmar que por varias décadas existieron ideologías y partidos de derecha (reaccionarios y conservadores), de centro (conservadores y reformistas) y de izquierda (más revolucionarios que reformistas). Así, de una forma más o menos comprensible se podían identificar las ideologías políticas con los distintos grupos de intereses socioeconómicos y sus valores morales y culturales.

Hoy en día -en el contexto neoliberal y globalizado de desigualdades y pobreza obscenas- la lucha por el poder federal desestima las ideologías, dado que partidos políticos -supuestamente con credos diversos- crean alianzas perversas sólo para ganar las elecciones o evitar que alguien más gane, sin contar con principios, enfoques y programas que afronten la compleja problemática vigente y coadyuven a construir un futuro de prosperidad para las mayoría de los mexicanos. Entonces, ¿dónde quedaron las ideologías?

La enorme crisis de los partidos políticos nace de su divorcio con la gente por sus pésimos resultados producto del clientelismo, la arbitrariedad y la corrupción de sus cúpulas, las divisiones internas, sus fracasos electorales, la ineficacia de sus ofertas, su demagogia, etc., de manera que predomina un generalizado hartazgo ciudadano contra los partidos, el cual propicia las candidaturas independientes.

Los precandidatos independientes a la presidencia deben juntar firmas de apoyo hasta por el 1% del padrón electoral nominal en 17 o más entidades federativas, para poder contender oficialmente; los “políticos de carrera” se independizan para darse baños de pureza y proyectar una imagen impoluta, borrando sus pecados partidistas. Además, la promoción de estas candidaturas es una estrategia del PRI para manipular y dividir el voto. Si se instruye a la base priista a firmar suficientes adhesiones para Margarita Zavala y el Bronco Jaime Rodríguez, debilitarán, en su beneficio, a los otros contendientes.

A la fecha de esta entrega el único candidato seguro es AMLO de Morena (asesorado por el empresario Alfonso Romo Garza, quien coordina su nuevo Proyecto de Nación). Por el PRI se menciona a cinco precandidatos (Osorio Chong –SG-, Meade –SHCP-, Narro –SSA-, Nuño –SEP- y Videgaray –SER-) y a mediados de diciembre se designará al candidato. El Frente Amplio Democrático (PAN, PRD y MC) se encuentra integrando su programa y en una segunda etapa decidirá la forma de elegir a sus candidatos, entre los que se perfilan Anaya, del PAN, para presidente y Barrales, del PRD, para jefa de gobierno de la CDMX. El FAD está organizando coaliciones homólogas en todas las entidades federativas.

A final de cuentas, aunque todavía no se definen los candidatos de los tres partidos grandes y tampoco los del FAD, creo que quienes detentan el poder (económico, militar y burocrático), la influencia social (sindical y campesina) y religiosa, en acuerdo con el gobierno de EU, son quienes definirán al próximo presidente de México, habida cuenta que básicamente existen dos pandillas rivales de poderosos que se pueden aglutinar para remozar el sistema vigente, con reformas negociadas. Creo que la coalición de estas pandillas vetará al populismo y contendrá el avance del narcotráfico, limitando fuertemente a los corruptos políticos tradicionales que han sido tan perniciosos para el desarrollo democrático de México.

La transición hacia una social democracia a la mexicana se ve muy difícil, igual que se ve el acceso a un Estado con predominio del sector público en la producción y distribución del ingreso; y sería terrible mantener el statu quo que nos está conduciendo a la hegemonía de los narcotraficantes.

Siendo pragmáticos, ojalá que, dentro del codicioso sistema neoliberal que se defiende como gato bocarriba, el cambio se realice liderado por un sector empresarial con sólida ideología de responsabilidad social, orientado a construir un Estado moderno, en el cual colaboren y sean corresponsables la sociedad civil, el gobierno y el mercado, en una sinergia complementaria cuyo propósito sea fortalecer la comunidad en beneficio de todos.