/ viernes 30 de marzo de 2018

Que la política no nos divida



La efervescencia electoral, en todo su apogeo; dimes, diretes, difamaciones, acusaciones, reales o no, allí están, con pelos, señales y argumentos, pero como dije, ciertas o no, allí están, ahora falta que los involucrados, aludidos, perjudicados, demuestren lo contrario.

La ciudadanía está muy al pendiente, pero ya no desea se le repitan los mismos discursos trillados, incumplidos, exige hechos, no palabrería, promesas que en cada campaña son las mismas y a sabiendas de que en su mayoría no se cumplirán. Como no se han cumplido, es muy difícil, que después de tanto mentir y mentir, el pueblo les crea, si ni la militancia, las bases y simpatizantes, imagínese los demás.

La sociedad está llegando a consensos colectivos, de tomar decisiones que los beneficien a ellos, y de que está haciendo uso de su única arma, el voto, y cuidado, las encuestas, desde ahorita les digo, serán mentirosas totalmente, ya que se ha observado que son más los que se encuentran en la barda que los que se han abierto, pero ya se habla de un 68% que ya tiene decidido su voto, y cuidado, porque allí es a donde a Chuchita la bolsearon.

La misma sociedad está en el tenor de respetar la decisión de todos y cada uno de los integrantes de la familia, vecinos, compañeros de trabajo, amistades, etc., que aunque están convencidos de que todos van hacer lo mismo, dicen en el populacho que ya quieren cambiar de rateros, fíjese nomás, qué grave, delicado y lamentable comentario. Que por lo pronto observa que muchos de los candidatos son más de lo mismo, que siempre han estado usufructuando el presupuesto, por medio de la política, y que no quieren soltar la ubre.

Que desean rostros nuevos, jóvenes, no viciados, sin malas mañas, no voraces ni corruptos, no razonarla visceralmente, observar con inteligencia a los presuntos aspirantes, y decidir no por el mejor, sino el menos malo, sin apasionamientos, odios o rencores, no mañosos, herencia de sus padres, grupúsculos o partidos. Se vale soñar…




La efervescencia electoral, en todo su apogeo; dimes, diretes, difamaciones, acusaciones, reales o no, allí están, con pelos, señales y argumentos, pero como dije, ciertas o no, allí están, ahora falta que los involucrados, aludidos, perjudicados, demuestren lo contrario.

La ciudadanía está muy al pendiente, pero ya no desea se le repitan los mismos discursos trillados, incumplidos, exige hechos, no palabrería, promesas que en cada campaña son las mismas y a sabiendas de que en su mayoría no se cumplirán. Como no se han cumplido, es muy difícil, que después de tanto mentir y mentir, el pueblo les crea, si ni la militancia, las bases y simpatizantes, imagínese los demás.

La sociedad está llegando a consensos colectivos, de tomar decisiones que los beneficien a ellos, y de que está haciendo uso de su única arma, el voto, y cuidado, las encuestas, desde ahorita les digo, serán mentirosas totalmente, ya que se ha observado que son más los que se encuentran en la barda que los que se han abierto, pero ya se habla de un 68% que ya tiene decidido su voto, y cuidado, porque allí es a donde a Chuchita la bolsearon.

La misma sociedad está en el tenor de respetar la decisión de todos y cada uno de los integrantes de la familia, vecinos, compañeros de trabajo, amistades, etc., que aunque están convencidos de que todos van hacer lo mismo, dicen en el populacho que ya quieren cambiar de rateros, fíjese nomás, qué grave, delicado y lamentable comentario. Que por lo pronto observa que muchos de los candidatos son más de lo mismo, que siempre han estado usufructuando el presupuesto, por medio de la política, y que no quieren soltar la ubre.

Que desean rostros nuevos, jóvenes, no viciados, sin malas mañas, no voraces ni corruptos, no razonarla visceralmente, observar con inteligencia a los presuntos aspirantes, y decidir no por el mejor, sino el menos malo, sin apasionamientos, odios o rencores, no mañosos, herencia de sus padres, grupúsculos o partidos. Se vale soñar…