/ martes 10 de julio de 2018

¿Qué nos pasó?

Después del tsunami del domingo pasado, que las aguas han bajado, empezamos a ver cómo llegamos a esos resultados, que siguen siendo increíbles. No sólo gana AMLO, sino ganan la mayoría en las cámaras de Diputados y Senadores, así como la mayoría en los congresos locales de la mayoría de los estados, donde los gobernadores tendrán una fuerza en contra grande y permanente. Los resultados no son normales de ninguna manera, que están ahí es cierto y tendremos que respetarlos democráticamente.

Mi opinión es que Peña Nieto sabía desde el año pasado que era muy, pero muy difícil que pudiera ganar su partido y desde entonces ordenó acercamientos con gente de Morena, se dice que Videgaray y Poncho Romo fueron los encargados por parte de Peña y de López. Sólo ellos lo saben, pero por los resultados nos dicen con mucha claridad que el PRI se apostó finalmente con AMLO.

En una acción desesperada Peña impone a Meade, funcionario que pudo pasar del sexenio panista al priista, dando la impresión de no tener partido, aunque siempre fue del PRI. Un candidato sin carisma, que nunca había andado en campañas y no le salía hablar ante el público. La campaña se les desfondó desde el arranque y fue cuando fueron cerrando sus acuerdos con la gente de Morena.

Confirmando mi teoría, vimos por otro lado cómo la PGR quiere fincarle delitos a Ricardo Anaya, siendo una dependencia federal, se convirtió en el brazo que cerca a Anaya con molinos de viento a su alrededor, y a López no lo tocaron nunca ni con el pétalo de una flor, habiendo muchos elementos para hacerlo.

Curiosamente el candidato Meade reconoce ganador a López a las ocho de la noche del día de la elección, cuando no había casilla alguna que tuviera un resultado en la elección presidencial y más aún, casillas en el noroeste del país que por el cambio de horario apenas iban a empezar el cómputo de votos y Meade ya se declaraba perdedor. Frustrante para los miles de mexicanos que estaban en esas miles de casillas de Sonora, Sinaloa, Baja California y Nayarit.

En un servilismo nunca visto, el presidente Peña recibe en Palacio Nacional a los dos días, al candidato López que todavía no recibía la constancia de mayoría, es decir que oficialmente no era presidente electo. Igualmente que recibió al candidato Donald Trump, como si ya fuera presidente, cuando apenas andaba en campaña.

Sólo falta que Peña le deje ya la presidencia a López, cuando le faltan cinco meses para que tome posesión oficialmente. Vemos cómo los que serán secretarios de Estado de AMLO parece que ya están tomando decisiones sobre el destino del país, apoyados por los medios de comunicación, que por cierto durante la campaña se vieron bien cargados a López, seguramente por instrucciones o recomendaciones de Los Pinos.

Esto es lo que nos pasó, creo yo.


Después del tsunami del domingo pasado, que las aguas han bajado, empezamos a ver cómo llegamos a esos resultados, que siguen siendo increíbles. No sólo gana AMLO, sino ganan la mayoría en las cámaras de Diputados y Senadores, así como la mayoría en los congresos locales de la mayoría de los estados, donde los gobernadores tendrán una fuerza en contra grande y permanente. Los resultados no son normales de ninguna manera, que están ahí es cierto y tendremos que respetarlos democráticamente.

Mi opinión es que Peña Nieto sabía desde el año pasado que era muy, pero muy difícil que pudiera ganar su partido y desde entonces ordenó acercamientos con gente de Morena, se dice que Videgaray y Poncho Romo fueron los encargados por parte de Peña y de López. Sólo ellos lo saben, pero por los resultados nos dicen con mucha claridad que el PRI se apostó finalmente con AMLO.

En una acción desesperada Peña impone a Meade, funcionario que pudo pasar del sexenio panista al priista, dando la impresión de no tener partido, aunque siempre fue del PRI. Un candidato sin carisma, que nunca había andado en campañas y no le salía hablar ante el público. La campaña se les desfondó desde el arranque y fue cuando fueron cerrando sus acuerdos con la gente de Morena.

Confirmando mi teoría, vimos por otro lado cómo la PGR quiere fincarle delitos a Ricardo Anaya, siendo una dependencia federal, se convirtió en el brazo que cerca a Anaya con molinos de viento a su alrededor, y a López no lo tocaron nunca ni con el pétalo de una flor, habiendo muchos elementos para hacerlo.

Curiosamente el candidato Meade reconoce ganador a López a las ocho de la noche del día de la elección, cuando no había casilla alguna que tuviera un resultado en la elección presidencial y más aún, casillas en el noroeste del país que por el cambio de horario apenas iban a empezar el cómputo de votos y Meade ya se declaraba perdedor. Frustrante para los miles de mexicanos que estaban en esas miles de casillas de Sonora, Sinaloa, Baja California y Nayarit.

En un servilismo nunca visto, el presidente Peña recibe en Palacio Nacional a los dos días, al candidato López que todavía no recibía la constancia de mayoría, es decir que oficialmente no era presidente electo. Igualmente que recibió al candidato Donald Trump, como si ya fuera presidente, cuando apenas andaba en campaña.

Sólo falta que Peña le deje ya la presidencia a López, cuando le faltan cinco meses para que tome posesión oficialmente. Vemos cómo los que serán secretarios de Estado de AMLO parece que ya están tomando decisiones sobre el destino del país, apoyados por los medios de comunicación, que por cierto durante la campaña se vieron bien cargados a López, seguramente por instrucciones o recomendaciones de Los Pinos.

Esto es lo que nos pasó, creo yo.