/ viernes 15 de julio de 2022

¿Qué son capaces de hacer por poder y dinero?

Por Mario Góngora H.

“Siempre le faltará más al que desea más”


Para una enorme cantidad de gente, la respuesta es: “todo” o “cualquier cosa”.

No importa si es muy derechohumanista, comunista o feminista.

Lo que una persona es capaz de hacer por dinero, depende de lo que él mismo es. Los motivos para buscar dinero son complejos, porque encontramos que los fracasados son extravagantes y muchos necesitan dinero también para comprar todo tipo de placeres y poder.

Aunque extendida en todo el mundo a lo largo de la historia, la pobreza no es natural. Muchos podrán salir de ella si lo merecen y aprenden a salir de la misma (por medio de la creatividad y el trabajo). Si no nos gusta trabajar y no tenemos el sentido práctico de las cosas, ya sabemos lo que pasa.

Y también sabemos que la riqueza no es prueba de éxito; que toda persona puede tener una vida libre de pobreza, pues vivimos en un mundo de extraordinarias oportunidades muchas de las cuales ni siquiera requieren de títulos universitarios. Hay personas que presumen hasta de 24 diplomados, dos o tres maestrías, algunas honorarias, y hasta de un par de doctorados. Sin embargo una vez que empezamos a disfrutar lo que tenemos, empezamos a ser ricos. El dinero en sí, aunque necesario, nunca debe ser lo único ambicionable. Tampoco podemos afirmar que “el dinero es malo” como lo hace el chavismo, Maduro o la 4t…

En realidad, la persona más rica no es la persona con más dinero, sino la que tiene más conocimientos y los comparte con los demás (lo cual nos lleva a la felicidad). Intentar tener más posesiones es como tratar de apagar el fuego echándole gasolina. Siempre le faltará más al que ambiciona más.

Un dicho apuntaba: “Antes pobreza que vileza”. La riqueza mal habida es como si regáramos la nieve con agua hirviendo. Tener dinero por medio del engaño, del robo, del despojo, y de la codicia morenista sólo significa bajeza.

De los placeres más básicos y esenciales, ¿cuáles tiene el millonario y cuáles nosotros? Probablemente no encontraremos gran diferencia.

¿Y cómo sabemos si somos ricos? Debemos preguntarle primeramente a nuestro corazón, más que a nuestra cuenta bancaria. Seremos ricos o pobres según la clase de personas que somos, no según lo que tenemos.

Existen más personas enfermas, muertas o desdichadas por no trabajar, que aquellas que fallecen o enferman como consecuencia de su trabajo. Si la gente supiera o se diera cuenta del gran placer de trabajar, podría hacerlo hasta sin paga alguna. Todo dependerá de lo que elijamos pensar del mismo; es una decisión personal.

En lugar de pensar en qué somos capaces de hacer por dinero, debemos pensar en el cómo deseamos ser y cómo debemos sentirnos con nosotros mismos, con nuestra familia y con nuestra participación en la sociedad. ¿Cómo sería el mundo si compartiéramos más cosas; si en lugar de aprovechar el descuido de los demás, los hacemos partícipes de nuestro éxito, si evitamos las envidias y el ponerle obstáculos a los demás… si simplemente procuramos, de vez en cuando, “ser buenos”?


Por Mario Góngora H.

“Siempre le faltará más al que desea más”


Para una enorme cantidad de gente, la respuesta es: “todo” o “cualquier cosa”.

No importa si es muy derechohumanista, comunista o feminista.

Lo que una persona es capaz de hacer por dinero, depende de lo que él mismo es. Los motivos para buscar dinero son complejos, porque encontramos que los fracasados son extravagantes y muchos necesitan dinero también para comprar todo tipo de placeres y poder.

Aunque extendida en todo el mundo a lo largo de la historia, la pobreza no es natural. Muchos podrán salir de ella si lo merecen y aprenden a salir de la misma (por medio de la creatividad y el trabajo). Si no nos gusta trabajar y no tenemos el sentido práctico de las cosas, ya sabemos lo que pasa.

Y también sabemos que la riqueza no es prueba de éxito; que toda persona puede tener una vida libre de pobreza, pues vivimos en un mundo de extraordinarias oportunidades muchas de las cuales ni siquiera requieren de títulos universitarios. Hay personas que presumen hasta de 24 diplomados, dos o tres maestrías, algunas honorarias, y hasta de un par de doctorados. Sin embargo una vez que empezamos a disfrutar lo que tenemos, empezamos a ser ricos. El dinero en sí, aunque necesario, nunca debe ser lo único ambicionable. Tampoco podemos afirmar que “el dinero es malo” como lo hace el chavismo, Maduro o la 4t…

En realidad, la persona más rica no es la persona con más dinero, sino la que tiene más conocimientos y los comparte con los demás (lo cual nos lleva a la felicidad). Intentar tener más posesiones es como tratar de apagar el fuego echándole gasolina. Siempre le faltará más al que ambiciona más.

Un dicho apuntaba: “Antes pobreza que vileza”. La riqueza mal habida es como si regáramos la nieve con agua hirviendo. Tener dinero por medio del engaño, del robo, del despojo, y de la codicia morenista sólo significa bajeza.

De los placeres más básicos y esenciales, ¿cuáles tiene el millonario y cuáles nosotros? Probablemente no encontraremos gran diferencia.

¿Y cómo sabemos si somos ricos? Debemos preguntarle primeramente a nuestro corazón, más que a nuestra cuenta bancaria. Seremos ricos o pobres según la clase de personas que somos, no según lo que tenemos.

Existen más personas enfermas, muertas o desdichadas por no trabajar, que aquellas que fallecen o enferman como consecuencia de su trabajo. Si la gente supiera o se diera cuenta del gran placer de trabajar, podría hacerlo hasta sin paga alguna. Todo dependerá de lo que elijamos pensar del mismo; es una decisión personal.

En lugar de pensar en qué somos capaces de hacer por dinero, debemos pensar en el cómo deseamos ser y cómo debemos sentirnos con nosotros mismos, con nuestra familia y con nuestra participación en la sociedad. ¿Cómo sería el mundo si compartiéramos más cosas; si en lugar de aprovechar el descuido de los demás, los hacemos partícipes de nuestro éxito, si evitamos las envidias y el ponerle obstáculos a los demás… si simplemente procuramos, de vez en cuando, “ser buenos”?