/ sábado 25 de noviembre de 2017

¿Quiénes somos?

“Mientras nuestra atención permanezca atenta a las apariencias y nuestras metas sigan fundamentadas en lo material, nos será imposible contactar con nuestro verdadero ser. Las apariencias son sólo un disfraz del yo verdadero, una situación que genera dos polos opuestos: la mente racional, dominada por el ego, tratando siempre de impresionar, de tener la razón, de ir al frente prejuzgando el bien y el mal, y la mente inconsciente, basada en una consciencia espiritual, la cual es sabiduría pura a la espera de que le permitas participar en la trayectoria de tu vida” (libro “Tu obra maestra”, de Ness Zertú).

¿Quiénes somos realmente y cuánta energía gastamos en ser alguien más? ¿A quién queremos impresionar, engañar, para qué y con qué? ¿Qué valor le damos a lo material y hasta dónde somos capaces de llegar para elevarlo a la máxima prioridad?

Niños nacen en el momento preciso, en ellos se materializa el amor de Dios en este mundo. Sus facciones y estructura los ubican en la perfección de una individualidad irrepetible. Un día fuimos ese niño, esa niña, que nació siendo, simplemente siendo, para enriquecer el ambiente con alguien nuevo, con alguien único.

Los niños que llegan a este mundo no son nuestros, y así como algo invaluable a nuestro cargo, les hemos de respetar como son, siendo a la vez nosotros mismos ejemplo de autenticidad. La congruencia en la que nos vean vivir será la base de seguridad para que conozcan la certeza de manifestar su verdadero ser.

El “sí” y el “no” que les demos a los niños puede fluir con determinación, sin necesidad de violencia, porque los límites basados en el amor y la claridad le dan al pequeño la seguridad que necesita para ser respetado y respetuoso.

Hay muchas maneras de vivir la vida, hay muchos caminos que llevan a Dios, pero si queremos como resultado paz y amor lo que elijamos debe basarse en la realidad y en los valores trascendentales de amor y respeto.

¿Qué nos da libertad y felicidad? La libertad es aquella que ante todo nos deja ser quien realmente somos y cuando somos en cada espacio, la felicidad llega solita, ser quien somos es la única manera de conectarnos con la sabiduría divina que nos creó.

Las apariencias juegan un papel de intermitencia muy pesado en la sociedad y entre menos somos nosotros mismos, más nos alejamos de eso que nos sostiene, que nos alimenta y nos da paz: el yo verdadero.

“Desde una perspectiva psicológica, el ego se define como orgullo y presunción, como un aprecio excesivo por nosotros mismos. Este aprecio se suele fincar en la apariencia, el apellido, la pareja, los hijos, la posición social o las experiencias de éxito. Y es a raíz de esta identificación, de lo que supones que sabes, con lo que haces y con lo que tienes, como llegas a confundirte y a creer que eso que haces y tienes es lo que eres. Como el ego se sustenta en el reconocimiento externo, muchas veces aquello que crees que te corresponde hacer está determinado más por los criterios de la familia, de la sociedad (por lo que los demás esperan de ti) que por tus propios intereses y necesidades. Por eso no es de extrañar que en muchas ocasiones estas metas no sean lo que tú necesitas para lograr la realización personal” (Ness Zertú).

“La vida te ama” es un libro de Louis Hay que sugiere un ejercicio frente al espejo, te miras en él y te dices: “La vida te ama” y después de repetirlo y repetirlo día tras día sale esa respuesta incontenible de: “Y yo amo la vida”. Esto no tiene que ver con nadie, más que contigo mismo, es una afirmación que te lleva a amarte tal y como eres y cuando aprendes a amarte, amarás la maravillosas oportunidad que te da esta vida de vivir la experiencia amándote y amando a los demás.

Cuando haces el ejercicio del espejo empiezas a encontrar algo más, hay algo que desde tu ojos te muestra una profundidad que no es de este mundo, tu esencia, tu origen, tu regalo de ser único e irrepetible, y desde esa apreciación valoras tu verdadero ser. Soy lo que Dios planeó que fuera, y lo acepto con amor y lo valoro con agradecimiento, tengo el poder desde lo que soy de hacer eso para lo que fui creado: ser, simplemente ser, valorándome para así poder valorar a los demás por lo que son.

¿Ser o no ser? ¡Esa es la pregunta! ¿Eres?

“Mientras nuestra atención permanezca atenta a las apariencias y nuestras metas sigan fundamentadas en lo material, nos será imposible contactar con nuestro verdadero ser. Las apariencias son sólo un disfraz del yo verdadero, una situación que genera dos polos opuestos: la mente racional, dominada por el ego, tratando siempre de impresionar, de tener la razón, de ir al frente prejuzgando el bien y el mal, y la mente inconsciente, basada en una consciencia espiritual, la cual es sabiduría pura a la espera de que le permitas participar en la trayectoria de tu vida” (libro “Tu obra maestra”, de Ness Zertú).

¿Quiénes somos realmente y cuánta energía gastamos en ser alguien más? ¿A quién queremos impresionar, engañar, para qué y con qué? ¿Qué valor le damos a lo material y hasta dónde somos capaces de llegar para elevarlo a la máxima prioridad?

Niños nacen en el momento preciso, en ellos se materializa el amor de Dios en este mundo. Sus facciones y estructura los ubican en la perfección de una individualidad irrepetible. Un día fuimos ese niño, esa niña, que nació siendo, simplemente siendo, para enriquecer el ambiente con alguien nuevo, con alguien único.

Los niños que llegan a este mundo no son nuestros, y así como algo invaluable a nuestro cargo, les hemos de respetar como son, siendo a la vez nosotros mismos ejemplo de autenticidad. La congruencia en la que nos vean vivir será la base de seguridad para que conozcan la certeza de manifestar su verdadero ser.

El “sí” y el “no” que les demos a los niños puede fluir con determinación, sin necesidad de violencia, porque los límites basados en el amor y la claridad le dan al pequeño la seguridad que necesita para ser respetado y respetuoso.

Hay muchas maneras de vivir la vida, hay muchos caminos que llevan a Dios, pero si queremos como resultado paz y amor lo que elijamos debe basarse en la realidad y en los valores trascendentales de amor y respeto.

¿Qué nos da libertad y felicidad? La libertad es aquella que ante todo nos deja ser quien realmente somos y cuando somos en cada espacio, la felicidad llega solita, ser quien somos es la única manera de conectarnos con la sabiduría divina que nos creó.

Las apariencias juegan un papel de intermitencia muy pesado en la sociedad y entre menos somos nosotros mismos, más nos alejamos de eso que nos sostiene, que nos alimenta y nos da paz: el yo verdadero.

“Desde una perspectiva psicológica, el ego se define como orgullo y presunción, como un aprecio excesivo por nosotros mismos. Este aprecio se suele fincar en la apariencia, el apellido, la pareja, los hijos, la posición social o las experiencias de éxito. Y es a raíz de esta identificación, de lo que supones que sabes, con lo que haces y con lo que tienes, como llegas a confundirte y a creer que eso que haces y tienes es lo que eres. Como el ego se sustenta en el reconocimiento externo, muchas veces aquello que crees que te corresponde hacer está determinado más por los criterios de la familia, de la sociedad (por lo que los demás esperan de ti) que por tus propios intereses y necesidades. Por eso no es de extrañar que en muchas ocasiones estas metas no sean lo que tú necesitas para lograr la realización personal” (Ness Zertú).

“La vida te ama” es un libro de Louis Hay que sugiere un ejercicio frente al espejo, te miras en él y te dices: “La vida te ama” y después de repetirlo y repetirlo día tras día sale esa respuesta incontenible de: “Y yo amo la vida”. Esto no tiene que ver con nadie, más que contigo mismo, es una afirmación que te lleva a amarte tal y como eres y cuando aprendes a amarte, amarás la maravillosas oportunidad que te da esta vida de vivir la experiencia amándote y amando a los demás.

Cuando haces el ejercicio del espejo empiezas a encontrar algo más, hay algo que desde tu ojos te muestra una profundidad que no es de este mundo, tu esencia, tu origen, tu regalo de ser único e irrepetible, y desde esa apreciación valoras tu verdadero ser. Soy lo que Dios planeó que fuera, y lo acepto con amor y lo valoro con agradecimiento, tengo el poder desde lo que soy de hacer eso para lo que fui creado: ser, simplemente ser, valorándome para así poder valorar a los demás por lo que son.

¿Ser o no ser? ¡Esa es la pregunta! ¿Eres?

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