/ jueves 29 de julio de 2021

Realidad socioeconómica de Venezuela y el futuro de México

Por: José Enríquez

Se habla mucho de que México está en riesgo de llegar a ser una Venezuela. Por ello es importante entender cuál es la situación socioeconómica de este país y saber cómo llegó a donde está.

La llegada de Hugo Chávez al poder en 1999 tiene una historia similar a la de México. La clase política que gobernaba el país llegó a un punto de crisis derivado de las medidas políticas y económicas adoptadas, aunado a una crisis económica producida por la baja del precio del petróleo, por lo que el gasto social se redujo y el descontento floreció. Hugo Chávez recorrió todo el país con la promesa de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente para “refundar la república”. En este movimiento sumó a todas las corrientes de izquierda y finalmente fue postulado como candidato a la presidencia en donde ganó con un 56.5% de los votos.

A la llegada de Chávez al poder, el PIB per cápita se encontraba en 4,133. El gobierno de Chávez tiene la fortuna de coincidir con el aumento del precio del petróleo con lo cual el PIB per cápita llega hasta 12,180 dólares en 2011. En ese periodo, la clase alta es sustituida por la clase política mediante la expropiación de una gran porción del aparato productivo y comercial del país. La clase media y baja prevalecieron en su mismo nivel con una clase baja de un 26% y una clase media de 70%, de acuerdo con la métrica de línea de la pobreza.

El problema de Venezuela se agrava cuando de nueva cuenta en 2014 el precio del petróleo cae de nuevo. Con una infraestructura productiva nula, el PIB per cápita inicia su caída libre hasta llegar a 1,691 dólares en 2020. A consecuencia de esta reducción, la clase media prácticamente se extingue. Se calcula que actualmente la clase media es menor al 10% de la población y la clase baja es ya aproximadamente el 90%.

Lo interesante a observar en el caso de Venezuela en relación con el de México es el proceso que ha originado su crisis. En primera instancia no fue Hugo Chávez el culpable del inicio de esta crisis, sino los gobiernos anteriores los que abrieron la puerta a nuevas alternativas ante la incapacidad de quienes llevaban el timón. Hugo Chávez tuvo la habilidad de poner en la mesa la promesa de llevar a cabo un cambio radical en el país, una transformación profunda. Otro punto interesante para observar es cómo el Estado basó su apuesta en la explotación del petróleo y en el fortalecimiento de las empresas paraestatales. También es de observar cómo puso un especial énfasis en desmantelar la planta productiva y comercial con el propósito de mermar a la oposición y de pasada fortalecer la actividad productiva del Estado. Ciertamente observamos estos elementos en el discurso y acciones de la 4T, quizá en un nivel más moderado.

Este proceso no se va a detener ni en las urnas ni en los medios de comunicación. El origen de este proceso está en los malos gobiernos de la hoy llamada oposición que, fuera de algunas pocas excepciones, no presenta una alternativa contundente ante la llamada cuarta transformación.

Es importante que la oposición lleve a cabo un cambio radical y gobierne para la sociedad con base en mejorar los indicadores de impacto que beneficien a la población y no con base en una agenda política que beneficie a un grupo porque hoy por hoy la oposición no cuenta, ni siquiera con una buena promesa.

Por: José Enríquez

Se habla mucho de que México está en riesgo de llegar a ser una Venezuela. Por ello es importante entender cuál es la situación socioeconómica de este país y saber cómo llegó a donde está.

La llegada de Hugo Chávez al poder en 1999 tiene una historia similar a la de México. La clase política que gobernaba el país llegó a un punto de crisis derivado de las medidas políticas y económicas adoptadas, aunado a una crisis económica producida por la baja del precio del petróleo, por lo que el gasto social se redujo y el descontento floreció. Hugo Chávez recorrió todo el país con la promesa de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente para “refundar la república”. En este movimiento sumó a todas las corrientes de izquierda y finalmente fue postulado como candidato a la presidencia en donde ganó con un 56.5% de los votos.

A la llegada de Chávez al poder, el PIB per cápita se encontraba en 4,133. El gobierno de Chávez tiene la fortuna de coincidir con el aumento del precio del petróleo con lo cual el PIB per cápita llega hasta 12,180 dólares en 2011. En ese periodo, la clase alta es sustituida por la clase política mediante la expropiación de una gran porción del aparato productivo y comercial del país. La clase media y baja prevalecieron en su mismo nivel con una clase baja de un 26% y una clase media de 70%, de acuerdo con la métrica de línea de la pobreza.

El problema de Venezuela se agrava cuando de nueva cuenta en 2014 el precio del petróleo cae de nuevo. Con una infraestructura productiva nula, el PIB per cápita inicia su caída libre hasta llegar a 1,691 dólares en 2020. A consecuencia de esta reducción, la clase media prácticamente se extingue. Se calcula que actualmente la clase media es menor al 10% de la población y la clase baja es ya aproximadamente el 90%.

Lo interesante a observar en el caso de Venezuela en relación con el de México es el proceso que ha originado su crisis. En primera instancia no fue Hugo Chávez el culpable del inicio de esta crisis, sino los gobiernos anteriores los que abrieron la puerta a nuevas alternativas ante la incapacidad de quienes llevaban el timón. Hugo Chávez tuvo la habilidad de poner en la mesa la promesa de llevar a cabo un cambio radical en el país, una transformación profunda. Otro punto interesante para observar es cómo el Estado basó su apuesta en la explotación del petróleo y en el fortalecimiento de las empresas paraestatales. También es de observar cómo puso un especial énfasis en desmantelar la planta productiva y comercial con el propósito de mermar a la oposición y de pasada fortalecer la actividad productiva del Estado. Ciertamente observamos estos elementos en el discurso y acciones de la 4T, quizá en un nivel más moderado.

Este proceso no se va a detener ni en las urnas ni en los medios de comunicación. El origen de este proceso está en los malos gobiernos de la hoy llamada oposición que, fuera de algunas pocas excepciones, no presenta una alternativa contundente ante la llamada cuarta transformación.

Es importante que la oposición lleve a cabo un cambio radical y gobierne para la sociedad con base en mejorar los indicadores de impacto que beneficien a la población y no con base en una agenda política que beneficie a un grupo porque hoy por hoy la oposición no cuenta, ni siquiera con una buena promesa.