/ martes 6 de julio de 2021

Recomendación de lectura: Cien años de soledad

El periodo vacacional es fecha apta para leer. Sin duda son muchos los libros a recomendar y hay un principio de lectura que dice que cada lector (en una buena búsqueda) da con el libro que necesita. Recomendar un libro es como presentar un amigo. En ese sentido hay textos que difícilmente defraudan.

“Cien años de soledad”, del premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez, es un libro que deslumbra en su primera lectura, es tal su genialidad que en cada relectura nos sigue nutriendo de imaginación, inteligencia y sentido crítico, por lo que es ya un libro imprescindible en la historia de la literatura universal.

García Márquez utiliza el tono mitológico para construir Macondo, lugar donde se desarrolla su imaginación desbordada, donde caben las historias de amor, los enfrentamientos históricos, una parte de la historia política de Colombia que bien se parece al resto de Latinoamérica. Si uno piensa que la capacidad de asombro se termina, Gabo nos hace ver que no. De su pluma, cual sombrero de mago, surgen personajes, situaciones y anécdotas de profunda ensoñación, ternura y humor negro. Justo lo que la crítica literaria llama novela total.

La forma en que Gabo escribió el libro es digna de otra historia. Con el gran apoyo de su esposa Mercedes se dedicó de lleno a escribir, renunció a su trabajo en el periodismo y dedicaba jornadas extenuantes a la novela. Ocasionalmente invitaba a amigos escritores para leerles avances, entre ellos Carlos Fuentes. Toda esta novela la escribió en México.

Mientras escribía la situación económica se fue agravando. Y García Márquez apresuraba la escritura. Una vez terminada la novela, la mandó a la entonces famosa editorial Sudamericana. Tuvo que vender su máquina de escribir para poder hacer el envío postal. En la ventanilla le dieron un precio que no podía pagar, la novela es voluminosa.

Entonces, desesperado, optó por mandar la primera parte de la novela con la esperanza de con ello atrapar al editor. Tiempo después supo que por error mandó la segunda parte de su obra. El editor le comentó que le había encantado lo leído, pero lo encontraba inconexo. Luego conoció la primera parte. Se publicó el libro y pronto alcanzó millones de lectores en decenas de idiomas. Posteriormente vino el Premio Nobel, sus incursiones como guionistas y más obras maestras.

En estos días acercarse a sus páginas es una buena y provechosa manera de disfrutar de las vacaciones. Aprovecho esta columna para extender mi más sentido pésame a los familiares y amigos de la maestra Virginia Caballero, la comunidad literaria de Chihuahua se encuentra de luto, pero también conserva la admiración y generosidad de tan buena maestra.

El periodo vacacional es fecha apta para leer. Sin duda son muchos los libros a recomendar y hay un principio de lectura que dice que cada lector (en una buena búsqueda) da con el libro que necesita. Recomendar un libro es como presentar un amigo. En ese sentido hay textos que difícilmente defraudan.

“Cien años de soledad”, del premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez, es un libro que deslumbra en su primera lectura, es tal su genialidad que en cada relectura nos sigue nutriendo de imaginación, inteligencia y sentido crítico, por lo que es ya un libro imprescindible en la historia de la literatura universal.

García Márquez utiliza el tono mitológico para construir Macondo, lugar donde se desarrolla su imaginación desbordada, donde caben las historias de amor, los enfrentamientos históricos, una parte de la historia política de Colombia que bien se parece al resto de Latinoamérica. Si uno piensa que la capacidad de asombro se termina, Gabo nos hace ver que no. De su pluma, cual sombrero de mago, surgen personajes, situaciones y anécdotas de profunda ensoñación, ternura y humor negro. Justo lo que la crítica literaria llama novela total.

La forma en que Gabo escribió el libro es digna de otra historia. Con el gran apoyo de su esposa Mercedes se dedicó de lleno a escribir, renunció a su trabajo en el periodismo y dedicaba jornadas extenuantes a la novela. Ocasionalmente invitaba a amigos escritores para leerles avances, entre ellos Carlos Fuentes. Toda esta novela la escribió en México.

Mientras escribía la situación económica se fue agravando. Y García Márquez apresuraba la escritura. Una vez terminada la novela, la mandó a la entonces famosa editorial Sudamericana. Tuvo que vender su máquina de escribir para poder hacer el envío postal. En la ventanilla le dieron un precio que no podía pagar, la novela es voluminosa.

Entonces, desesperado, optó por mandar la primera parte de la novela con la esperanza de con ello atrapar al editor. Tiempo después supo que por error mandó la segunda parte de su obra. El editor le comentó que le había encantado lo leído, pero lo encontraba inconexo. Luego conoció la primera parte. Se publicó el libro y pronto alcanzó millones de lectores en decenas de idiomas. Posteriormente vino el Premio Nobel, sus incursiones como guionistas y más obras maestras.

En estos días acercarse a sus páginas es una buena y provechosa manera de disfrutar de las vacaciones. Aprovecho esta columna para extender mi más sentido pésame a los familiares y amigos de la maestra Virginia Caballero, la comunidad literaria de Chihuahua se encuentra de luto, pero también conserva la admiración y generosidad de tan buena maestra.