/ viernes 2 de febrero de 2018

RECORDANDO A UN COMPAÑERO

A mediados de este mes falleció en forma inesperada un compañero médico militar; el general médico Juan Ángel Núñez Valdez, que se encontraba en perfecto estado de salud; unos días antes lo vieron jugando golf en el Club Campestre; regresó a su casa el día anterior de su deceso, después de cenar se fue a dormir y ya no despertó; había pasado a mejor vida.

Al tercer día se celebró frente a su féretro una misa en la Capilla de Mausoleos “Luz Eterna” y al terminar se le rindieron honores por algunos elementos de tropa; ya fuera del templo se pronunció un largo discurso por un oficial y posteriormente su cuerpo fue trasladado a la Cruz Roja, donde también se le rindieron honores.

Él fue presidente de esa institución y durante su período fue ampliada y remodelada, ya que anteriormente era una pequeña institución que prestaba buenos servicios, al igual que los que se prestan actualmente, sólo que ahora -como lo comento- se prestan en instalaciones más adecuadas.

Volviendo al título de esta colaboración, guardo gratos recuerdos del Dr. Juan Ángel Núñez Valdez; él ingresó a la Escuela Médico Militar el año de 1955, cuando yo cursaba el tercer año de la carrera; en aquel tiempo era una pequeña institución; éramos sólo 120 alumnos en los seis años que duraba la carrera, como ya lo he comentado en otras colaboraciones. Todos los días a las seis de la mañana ya estábamos formados, se le rendían honores a la bandera, se escuchaba la “orden del día” y posteriormente practicábamos ejercicios físicos o instrucción militar en días alternos durante una hora, en la que veíamos aparecer el sol entre el Popocatépetl e Iztaccíhuatl.

El Dr. Núñez era originario de Jalapa, Veracruz; su especialidad en ortopedia la realizó en el Hospital Central Militar; llegó a esta ciudad a prestar su servicio médico en el viejo Hospital Militar, que estaba situado en donde actualmente se encuentra el Cuartel General de la 5ª Zona Militar.

El motivo por el que llegó a esta ciudad fue porque el ortopedista que prestaba sus servicios en dicho hospital, fue trasladado a San Luis Potosí y un compañero de generación del Dr. Núñez, el Dr. Jaime Cohen Yánez, le sugirió que se viniera a Chihuahua, a lo cual accedió y desde entonces vivió y ejerció su especialidad de ortopedia en esta ciudad, así que él era veracruzano de nacimiento y chihuahuense por adopción.

Coincidentemente, al salir de la torre de consultorios del Hospital Christus Muguerza del Parque, como a las seis de la tarde, me llamó la atención que su consultorio que estaba en la parte baja de la clínica y que uno lo ve al salir de ese edificio, no estaba iluminado, lo que significaba que el Dr. Núñez no estaba consultando; a esa hora ya había fallecido, de lo cual me enteré al siguiente día por una llamada de un compañero, también médico militar y desde luego por las numerosas esquelas que aparecieron en la prensa publicadas por amistades, compañeros médicos y de la Cruz Roja, así como autoridades militares.

La realidad es que no hay casualidades, todo lo que sucede es por los inescrutables designios de Dios Nuestro Señor y no tenemos otra alternativa que aceptarlos.

 

“DESCANSE EN PAZ EL DR. NUÑEZ VALDEZ”

Alejandro R. Seyffert Romero

A mediados de este mes falleció en forma inesperada un compañero médico militar; el general médico Juan Ángel Núñez Valdez, que se encontraba en perfecto estado de salud; unos días antes lo vieron jugando golf en el Club Campestre; regresó a su casa el día anterior de su deceso, después de cenar se fue a dormir y ya no despertó; había pasado a mejor vida.

Al tercer día se celebró frente a su féretro una misa en la Capilla de Mausoleos “Luz Eterna” y al terminar se le rindieron honores por algunos elementos de tropa; ya fuera del templo se pronunció un largo discurso por un oficial y posteriormente su cuerpo fue trasladado a la Cruz Roja, donde también se le rindieron honores.

Él fue presidente de esa institución y durante su período fue ampliada y remodelada, ya que anteriormente era una pequeña institución que prestaba buenos servicios, al igual que los que se prestan actualmente, sólo que ahora -como lo comento- se prestan en instalaciones más adecuadas.

Volviendo al título de esta colaboración, guardo gratos recuerdos del Dr. Juan Ángel Núñez Valdez; él ingresó a la Escuela Médico Militar el año de 1955, cuando yo cursaba el tercer año de la carrera; en aquel tiempo era una pequeña institución; éramos sólo 120 alumnos en los seis años que duraba la carrera, como ya lo he comentado en otras colaboraciones. Todos los días a las seis de la mañana ya estábamos formados, se le rendían honores a la bandera, se escuchaba la “orden del día” y posteriormente practicábamos ejercicios físicos o instrucción militar en días alternos durante una hora, en la que veíamos aparecer el sol entre el Popocatépetl e Iztaccíhuatl.

El Dr. Núñez era originario de Jalapa, Veracruz; su especialidad en ortopedia la realizó en el Hospital Central Militar; llegó a esta ciudad a prestar su servicio médico en el viejo Hospital Militar, que estaba situado en donde actualmente se encuentra el Cuartel General de la 5ª Zona Militar.

El motivo por el que llegó a esta ciudad fue porque el ortopedista que prestaba sus servicios en dicho hospital, fue trasladado a San Luis Potosí y un compañero de generación del Dr. Núñez, el Dr. Jaime Cohen Yánez, le sugirió que se viniera a Chihuahua, a lo cual accedió y desde entonces vivió y ejerció su especialidad de ortopedia en esta ciudad, así que él era veracruzano de nacimiento y chihuahuense por adopción.

Coincidentemente, al salir de la torre de consultorios del Hospital Christus Muguerza del Parque, como a las seis de la tarde, me llamó la atención que su consultorio que estaba en la parte baja de la clínica y que uno lo ve al salir de ese edificio, no estaba iluminado, lo que significaba que el Dr. Núñez no estaba consultando; a esa hora ya había fallecido, de lo cual me enteré al siguiente día por una llamada de un compañero, también médico militar y desde luego por las numerosas esquelas que aparecieron en la prensa publicadas por amistades, compañeros médicos y de la Cruz Roja, así como autoridades militares.

La realidad es que no hay casualidades, todo lo que sucede es por los inescrutables designios de Dios Nuestro Señor y no tenemos otra alternativa que aceptarlos.

 

“DESCANSE EN PAZ EL DR. NUÑEZ VALDEZ”

Alejandro R. Seyffert Romero