/ jueves 10 de mayo de 2018

Recordando al maestro Kumate

Hace tres días falleció el coronel M.C. en situación de retiro Jesús Kumate Rodríguez, que fue mi maestro de fisiología y laboratorio de fisiología, así como bioquímica y laboratorio de bioquímica cuando cursaba el segundo año en la Escuela Médico Militar, que era en aquel entonces, como ya lo he comentado, una pequeña institución con sólo 120 alumnos en los seis años que duraba la carrera.

El maestro Kumate era una persona muy especial, enérgica pero respetuosa de sus alumnos; recuerdo que nos había indicado que después de él no entraba nadie al salón de clases, y un día un compañero, Sergio Bernal, llegó a la puerta del salón corriendo para alcanzar a maestro y llegar antes que él; como llegaron juntos, el compañero le cedió el paso y éste cerró la puerta dejándolo afuera y así cumplió con su requisito que después de él nadie entraba al salón.

En otra ocasión, un compañero tenía que pesar un polvo que venía en un frasco, el frasco estaba en una pequeña caja de cartón protegido con aserrín azul; el compañero empezó a pesar el aserrín azul y se le acercó el maestro Kumate y le preguntó al compañero César Tapia Granillo qué estaba haciendo, a lo que éste respondió que pesando la sustancia que debía pesar que estaba oculta en el pequeño frasco cubierto por el aserrín azul y el maestro le comentó a su ayudante en son de broma: “Mira, este amigo dice que está pesando la sustancia que contenía el frasco”, pero en realidad estaba pesando el aserrín azul.

Una vez, un compañero, Jesús Valencia Salazar, quien ya falleció, le lanzó un corcho a una centrífuga que no tenía cubierta, de manera que los tubos de ensayo se colocaban en un depósito que giraba como hélice; el corcho fue “bateado” y golpeó en la cara del ayudante del maestro Kumate; como no hubo un movimiento que indicara que el corcho fuera lanzado por alguien, sino sólo el haberlo lanzado a la centrífuga, no hubo nadie a quién castigar. Como lo comento, el maestro Kumate era muy enérgico y muchos compañeros no congeniaban con él, así que trataban de eludirlo en el laboratorio yéndose a lavar jeringas, tubos de ensayo y frascos al anexo del laboratorio.

Un compañero en particular, el Dr. Luis Limón Limón, prácticamente lo detestaba y me cuenta que en una ocasión estando en un restaurante en Acapulco, casualmente lo asignaron a él y a su familia en una mesa al lado de la que ocupaba el maestro Kumate, también con su familia, y su primera reacción fue solicitar que lo cambiaran de mesa. Son anécdotas que guardo en mi memoria, pero es indudable que el Dr. Jesús Kumate Rodríguez fue un distinguido personaje tanto como médico militar como médico en el ámbito civil; fue director del Hospital Central Militar y de Sanidad Militar y ocupó numerosos cargos importantes en el ámbito civil; reconocido no sólo en el país sino en diversos países en el mundo tanto en la Escuela Médico Militar como en el departamento de Sanidad Militar así como en el Hospital Infantil de México Federico Gómez, también médico militar y también por todos los que fuimos sus alumnos que nos sentimos orgullosos por haber compartido experiencias de vida con el maestro Jesús Kumate Rodríguez, q.e.p.d.

Hace tres días falleció el coronel M.C. en situación de retiro Jesús Kumate Rodríguez, que fue mi maestro de fisiología y laboratorio de fisiología, así como bioquímica y laboratorio de bioquímica cuando cursaba el segundo año en la Escuela Médico Militar, que era en aquel entonces, como ya lo he comentado, una pequeña institución con sólo 120 alumnos en los seis años que duraba la carrera.

El maestro Kumate era una persona muy especial, enérgica pero respetuosa de sus alumnos; recuerdo que nos había indicado que después de él no entraba nadie al salón de clases, y un día un compañero, Sergio Bernal, llegó a la puerta del salón corriendo para alcanzar a maestro y llegar antes que él; como llegaron juntos, el compañero le cedió el paso y éste cerró la puerta dejándolo afuera y así cumplió con su requisito que después de él nadie entraba al salón.

En otra ocasión, un compañero tenía que pesar un polvo que venía en un frasco, el frasco estaba en una pequeña caja de cartón protegido con aserrín azul; el compañero empezó a pesar el aserrín azul y se le acercó el maestro Kumate y le preguntó al compañero César Tapia Granillo qué estaba haciendo, a lo que éste respondió que pesando la sustancia que debía pesar que estaba oculta en el pequeño frasco cubierto por el aserrín azul y el maestro le comentó a su ayudante en son de broma: “Mira, este amigo dice que está pesando la sustancia que contenía el frasco”, pero en realidad estaba pesando el aserrín azul.

Una vez, un compañero, Jesús Valencia Salazar, quien ya falleció, le lanzó un corcho a una centrífuga que no tenía cubierta, de manera que los tubos de ensayo se colocaban en un depósito que giraba como hélice; el corcho fue “bateado” y golpeó en la cara del ayudante del maestro Kumate; como no hubo un movimiento que indicara que el corcho fuera lanzado por alguien, sino sólo el haberlo lanzado a la centrífuga, no hubo nadie a quién castigar. Como lo comento, el maestro Kumate era muy enérgico y muchos compañeros no congeniaban con él, así que trataban de eludirlo en el laboratorio yéndose a lavar jeringas, tubos de ensayo y frascos al anexo del laboratorio.

Un compañero en particular, el Dr. Luis Limón Limón, prácticamente lo detestaba y me cuenta que en una ocasión estando en un restaurante en Acapulco, casualmente lo asignaron a él y a su familia en una mesa al lado de la que ocupaba el maestro Kumate, también con su familia, y su primera reacción fue solicitar que lo cambiaran de mesa. Son anécdotas que guardo en mi memoria, pero es indudable que el Dr. Jesús Kumate Rodríguez fue un distinguido personaje tanto como médico militar como médico en el ámbito civil; fue director del Hospital Central Militar y de Sanidad Militar y ocupó numerosos cargos importantes en el ámbito civil; reconocido no sólo en el país sino en diversos países en el mundo tanto en la Escuela Médico Militar como en el departamento de Sanidad Militar así como en el Hospital Infantil de México Federico Gómez, también médico militar y también por todos los que fuimos sus alumnos que nos sentimos orgullosos por haber compartido experiencias de vida con el maestro Jesús Kumate Rodríguez, q.e.p.d.