/ martes 21 de mayo de 2019

Rectificación


Rectificar es de sabios es una frase -¿refrán?- comúnmente utilizada. En realidad forma parte de la expresión del poeta británico Alexander Pope (1688-1744) que expone que “errar es humano, perdonar es divino y rectificar es de sabios”.

Sea o no apropiada la expresión –que en la mayoría de los casos lo es o así parece- la cuestión es, y en eso están de acuerdo quienes han estudiado la tal expresión, que el rectificar algo, sea un dicho o una acción, debe hacerse a tiempo. De otro modo la rectificación, aunque su intención sea sana y “sabia”, si causó un daño difícilmente podrá resarcirlo del todo, a pesar de que más vale tarde que nunca.

Cuando se pretende efectuar un trabajo, realizar algún proyecto, acceder a un empleo, obtener algún producto o emprender alguna acción de distinto tipo, lo que primero se hace –o se debe hacer- es sopesar las posibilidades para lograr la meta pretendida. Y si acaso se requiere auxilio de terceros, se echa mano de los tales a fin de de tener más bases para llevar a cabo lo querido.

Lo anterior se aplica en muchos ámbitos de la vida, sea en lo individual o en lo colectivo, incluso en lo público.

Cuando se tiene un proyecto, se han estudiado sus posibilidades y se tiene conciencia de su dificultad o se duda de su utilidad, lo sano es buscar el modo de asesorarse para ver si es necesario continuar, modificar el proyecto –o sus metas-, hacerlo a un lado o rectificar. Y si, tras escuchar opiniones sustentables y opuestas al proyecto de quienes conocen del tema, hay obstinación en seguir adelante, la cosa cae en la necedad, pero además se corre el peligro de no alcanzar lo que se desea y, si es un proyecto que puede afectar a la sociedad, el asunto se pone feo.

El empeñarse –podríamos decir emperrarse- en continuar con un proyecto como se describe no puede ser de sabios, menos si el mismo deriva de la voluntad de una persona y puede causar un daño o algún efecto que puede ser irreparable. ¿Lo ven?


Rectificar es de sabios es una frase -¿refrán?- comúnmente utilizada. En realidad forma parte de la expresión del poeta británico Alexander Pope (1688-1744) que expone que “errar es humano, perdonar es divino y rectificar es de sabios”.

Sea o no apropiada la expresión –que en la mayoría de los casos lo es o así parece- la cuestión es, y en eso están de acuerdo quienes han estudiado la tal expresión, que el rectificar algo, sea un dicho o una acción, debe hacerse a tiempo. De otro modo la rectificación, aunque su intención sea sana y “sabia”, si causó un daño difícilmente podrá resarcirlo del todo, a pesar de que más vale tarde que nunca.

Cuando se pretende efectuar un trabajo, realizar algún proyecto, acceder a un empleo, obtener algún producto o emprender alguna acción de distinto tipo, lo que primero se hace –o se debe hacer- es sopesar las posibilidades para lograr la meta pretendida. Y si acaso se requiere auxilio de terceros, se echa mano de los tales a fin de de tener más bases para llevar a cabo lo querido.

Lo anterior se aplica en muchos ámbitos de la vida, sea en lo individual o en lo colectivo, incluso en lo público.

Cuando se tiene un proyecto, se han estudiado sus posibilidades y se tiene conciencia de su dificultad o se duda de su utilidad, lo sano es buscar el modo de asesorarse para ver si es necesario continuar, modificar el proyecto –o sus metas-, hacerlo a un lado o rectificar. Y si, tras escuchar opiniones sustentables y opuestas al proyecto de quienes conocen del tema, hay obstinación en seguir adelante, la cosa cae en la necedad, pero además se corre el peligro de no alcanzar lo que se desea y, si es un proyecto que puede afectar a la sociedad, el asunto se pone feo.

El empeñarse –podríamos decir emperrarse- en continuar con un proyecto como se describe no puede ser de sabios, menos si el mismo deriva de la voluntad de una persona y puede causar un daño o algún efecto que puede ser irreparable. ¿Lo ven?