/ martes 26 de junio de 2018

Rectificaciones

Muchas veces ante cualquier acción que efectuamos, ante cualquier decisión que tomamos, ante cualquier opinión que externamos, ante cualquier pensamiento que nos asalta o ante cualquier omisión que nos venza, podemos rectificar.

Cambiar de opinión o rectificar es de sabios, sobre todo cuando se descubre que tal acción realizada no fue la adecuada o lastimó a alguno, que aquella decisión no fue la mejor, que ciertas opiniones o posturas carecen de suficientes bases, que ese pensamiento puede conducirnos por caminos torcidos, que al omitir determinado acto o permitir que otros ofendan o causen violencia a los demás puede convertirnos en cómplices…

En fin, rectificar puede resultar sano cuando nos hemos dejado llevar por el enojo, el egoísmo, la ambición, la ira, el mal humor o nuestro carácter, cuando nuestras palabras han llegado a la ofensa, la mentira o la difamación, cuando nos damos cuenta que nuestras actitudes son infantiles o se fundamentan en rumores o falsedades… Esas rectificaciones pueden ser liberadoras y son muchas veces comprensibles.

Hoy, sin embargo, a unos días de depositar nuestro voto en las urnas para elegir a quienes dirigirán los destinos de nuestra nación y de nuestro municipio o nos representarán ante el congreso federal o el estatal, hay que pensar y razonar muy bien sobre nuestro sufragio, ya que una vez emitido no habrá vuelta atrás, no habrá rectificación.

Por ello, estos últimos días antes de la elección las campañas tocan a su fin, y se da tiempo a los ciudadanos para que, lejos ya de la propaganda, de indicaciones externas, de cualquier presión, de la vocinglería, pongan en orden su pensamiento y puedan tomar con más libertad la decisión de favorecer con su voto a tales o cuales candidatos, partidos o coaliciones. Ello no sólo frente a sus preferencias o lo visto o escuchado durante las campañas sobre tales o cuales candidatos, sino principalmente frente a su conciencia, sabiendo que el futuro de la nación depende de ello, y que por encima de todo la patria es primero. ¿Lo ven?





Muchas veces ante cualquier acción que efectuamos, ante cualquier decisión que tomamos, ante cualquier opinión que externamos, ante cualquier pensamiento que nos asalta o ante cualquier omisión que nos venza, podemos rectificar.

Cambiar de opinión o rectificar es de sabios, sobre todo cuando se descubre que tal acción realizada no fue la adecuada o lastimó a alguno, que aquella decisión no fue la mejor, que ciertas opiniones o posturas carecen de suficientes bases, que ese pensamiento puede conducirnos por caminos torcidos, que al omitir determinado acto o permitir que otros ofendan o causen violencia a los demás puede convertirnos en cómplices…

En fin, rectificar puede resultar sano cuando nos hemos dejado llevar por el enojo, el egoísmo, la ambición, la ira, el mal humor o nuestro carácter, cuando nuestras palabras han llegado a la ofensa, la mentira o la difamación, cuando nos damos cuenta que nuestras actitudes son infantiles o se fundamentan en rumores o falsedades… Esas rectificaciones pueden ser liberadoras y son muchas veces comprensibles.

Hoy, sin embargo, a unos días de depositar nuestro voto en las urnas para elegir a quienes dirigirán los destinos de nuestra nación y de nuestro municipio o nos representarán ante el congreso federal o el estatal, hay que pensar y razonar muy bien sobre nuestro sufragio, ya que una vez emitido no habrá vuelta atrás, no habrá rectificación.

Por ello, estos últimos días antes de la elección las campañas tocan a su fin, y se da tiempo a los ciudadanos para que, lejos ya de la propaganda, de indicaciones externas, de cualquier presión, de la vocinglería, pongan en orden su pensamiento y puedan tomar con más libertad la decisión de favorecer con su voto a tales o cuales candidatos, partidos o coaliciones. Ello no sólo frente a sus preferencias o lo visto o escuchado durante las campañas sobre tales o cuales candidatos, sino principalmente frente a su conciencia, sabiendo que el futuro de la nación depende de ello, y que por encima de todo la patria es primero. ¿Lo ven?