En 1966 Billy Wilder dirigió el filme “The fortune cookie” (Por dinero, casi todo), que le valiera a Walter Matthau el Oscar como el mejor actor de reparto. Una cinta que en apariencia es una comedia divertida y en el fondo ofrece una reflexión agridulce.
En forma que podemos calificar como un tanto ácida –Wilder tuvo ese tono, a veces cínico, en algunos de sus películas- ofrece una meditación sobre actitudes que ofrecen algunos abogados que, por dinero y lejos de hacer justicia, buscan, según las circunstancias se presenten, aprovecharse de la ley. Desde luego, según los procesos legales norteamericanos, buscan llegar a algún arreglo antes de enfrentar un juicio, arreglo que, desde luego, les reditúe ganancias. A veces, como en el filme, acuden a ejercicios fraudulentos para lograr sus propósitos.
Pero hay más, y hay que resaltarlo. Jack Lemmon interpreta un personaje que no está lejos de lo que sucede –o puede suceder- a personas reales: saben que tales o cuales acciones están mal, que al efectuarlas pueden defraudar a particulares o a la sociedad –o a sí mismos- y se resisten a llevarlas a cabo, pero alguna circunstancia interna o externa los lleva a aceptar participar con ellas en alguna operación de no muy buena índole, así sus objetivos no se basen en la ganancia económica, de poder o algo similar.
En el fondo, sin embargo, al darse cuenta de los líos producidos por esa aceptación, recapacitan y contra lo que pueda pasar reaccionan en contrario y rompen con aquello que, en cierta forma los atosiga sin importar las consecuencias.
Aquí puede intuirse lo que puede suceder con no pocos que, a sabiendas de que algo no es bueno, se meten en problemas al realizar equis actos y luego no pueden salir de esas situaciones.
El filme citado también explora las relaciones humanas donde, por el trato cotidiano, las personas se encuentran y logran un entendimiento que los conduce a entenderse, comprenderse e incluso a amarse una a la otra, en el buen sentido del término; y, al mismo tiempo –en esa exploración de las relaciones humanas- descubren que hay otras relaciones que creen son fuente de amor y resultan inválidas y pueden desecharse fácilmente sin sentir dolor.
No somos críticos de cine, pero vale la pena reflexionar en determinadas cintas sobre los mensajes que pueden trascender. ¿Lo ven?