/ sábado 15 de diciembre de 2018

Reflexiones de los conflictos en las familias empresarias

Para razonar los conflictos que hay en las familias empresarias se empieza por precisar que se va a tratar con las diferencias de las personas.


Primero, para este tema que trataré en partes, quiero comentar la amplitud de la terminología para que no asuste. Pelear no es del todo ni agresivo ni negativo: también se aplica a sus sinónimos de discutir, contender, combatir, luchar, disputar, acometer, etc. Hace un buen tiempo comenté que los conflictos entre las personas cuando son bien manejados llevan a la toma de decisiones y acuerdos. En ocasiones una catarsis de emociones conduce a expresar los ánimos e ideas que requieren ser analizados y discutidos.

Todos los que discuten, y vamos utilizando mejor este término, lo hacen porque algo les interesa o lo que les afecta. Cuando las personas que discuten no son familiares tienen otras opciones: retirarse y terminar con las relaciones. Sin embargo, cuando los que discuten son los familiares no es tan fácil, es difícil cortar los lazos ya que las relaciones familiares continúan aun cuando la afinidad no continúe.

Adicionalmente hay que comentar que cuando los familiares discuten, con mucha frecuencia lo hacen más sobre asuntos internos o personales, que sobre los asuntos o temas que están en el centro de la discusión. Continuamente sobre la mesa estará la consideración sobre cómo y qué tienen que hacer para continuar como familia integrada.

La expresión “sobre la mesa” es más que importante. Las familias que aprenden a discutir sobre la mesa tienen más posibilidades de salir adelante en sus diferencias que aquellas que lo hacen en los corredores o en discusiones aisladas.

Y puesto que el confilicto es casi inevitable, ¿qué opciones se le ocurren para manejarlo adecuadamente? Primero hay que distinguir entre conflicto y disputa. Las disputas son desacuerdos aislados que por lo general involucran a un limitado número de personas. Las disputas, con frecuencia se pueden detectar en eventos o fechas específicas; son más fáciles de negociar, de mediar y resolver.

El conflicto tiene características diferentes y requiere soluciones diferentes. El conflicto es sistémico, evoluciona con el tiempo, puede incluir a muchas personas, directa o indirectamente; tipicamente enreda una serie de asuntos interconectados en los que las personas no están de acuerdo y difieren por sus percepciones y situación personal.

Por ejemplo, un proyecto para la distribución de una masa hereditaria rápidamente se generaliza hasta el conocimiento de los familiares políticos que meten su cuchara con su “desinteresada opinión”. Se vuelve todo un reto de valores personales entre la propiedad, creencias respecto a la equidad y justicia, cuestionamientos sobre el cariño y la lealtad, etc.


Algunos autores dicen que el conflicto no se puede resolver, dicen que el conflicto debe ser manejado. Con esto recordaremos que las familias empresarias exitosas no están exentas de problemas, es su capacidad para resolver la que las hace exitosas. Seguiré comentando.


Para razonar los conflictos que hay en las familias empresarias se empieza por precisar que se va a tratar con las diferencias de las personas.


Primero, para este tema que trataré en partes, quiero comentar la amplitud de la terminología para que no asuste. Pelear no es del todo ni agresivo ni negativo: también se aplica a sus sinónimos de discutir, contender, combatir, luchar, disputar, acometer, etc. Hace un buen tiempo comenté que los conflictos entre las personas cuando son bien manejados llevan a la toma de decisiones y acuerdos. En ocasiones una catarsis de emociones conduce a expresar los ánimos e ideas que requieren ser analizados y discutidos.

Todos los que discuten, y vamos utilizando mejor este término, lo hacen porque algo les interesa o lo que les afecta. Cuando las personas que discuten no son familiares tienen otras opciones: retirarse y terminar con las relaciones. Sin embargo, cuando los que discuten son los familiares no es tan fácil, es difícil cortar los lazos ya que las relaciones familiares continúan aun cuando la afinidad no continúe.

Adicionalmente hay que comentar que cuando los familiares discuten, con mucha frecuencia lo hacen más sobre asuntos internos o personales, que sobre los asuntos o temas que están en el centro de la discusión. Continuamente sobre la mesa estará la consideración sobre cómo y qué tienen que hacer para continuar como familia integrada.

La expresión “sobre la mesa” es más que importante. Las familias que aprenden a discutir sobre la mesa tienen más posibilidades de salir adelante en sus diferencias que aquellas que lo hacen en los corredores o en discusiones aisladas.

Y puesto que el confilicto es casi inevitable, ¿qué opciones se le ocurren para manejarlo adecuadamente? Primero hay que distinguir entre conflicto y disputa. Las disputas son desacuerdos aislados que por lo general involucran a un limitado número de personas. Las disputas, con frecuencia se pueden detectar en eventos o fechas específicas; son más fáciles de negociar, de mediar y resolver.

El conflicto tiene características diferentes y requiere soluciones diferentes. El conflicto es sistémico, evoluciona con el tiempo, puede incluir a muchas personas, directa o indirectamente; tipicamente enreda una serie de asuntos interconectados en los que las personas no están de acuerdo y difieren por sus percepciones y situación personal.

Por ejemplo, un proyecto para la distribución de una masa hereditaria rápidamente se generaliza hasta el conocimiento de los familiares políticos que meten su cuchara con su “desinteresada opinión”. Se vuelve todo un reto de valores personales entre la propiedad, creencias respecto a la equidad y justicia, cuestionamientos sobre el cariño y la lealtad, etc.


Algunos autores dicen que el conflicto no se puede resolver, dicen que el conflicto debe ser manejado. Con esto recordaremos que las familias empresarias exitosas no están exentas de problemas, es su capacidad para resolver la que las hace exitosas. Seguiré comentando.