/ martes 19 de junio de 2018

Reflexiones de un padre

El fin de semana que se celebró el Día del Padre, realmente tuve momentos de reflexión sobre este rol que cada uno decidimos jugar dentro de nuestras vidas. Primero, después de casi cuarenta años de matrimonio, puedo decir que el rol de padre no es fácil, es más complicado de lo que se pudiera pensar, pero también es grandioso poder no sólo guiar con el ejemplo, sino también querer y amar al estilo de cada uno.

La expresión de los sentimientos es, probablemente, una de las cosas que hubiera querido yo haber aprendido de mis padres, y con esto, probablemente también, podía haber enseñado a mis hijos, sin que esto sea una excusa. La manera en que expresamos los sentimientos, al menos yo, puede ser percibida por “fríos” o “secos”, sin embargo, por dentro traemos un fuego que nos hace reír, llorar, temblar y sentir ante un hecho con cualquiera de nuestros hijos. Otro punto importante de este maravilloso rol que desempeñamos es la capacidad de entender que cada hijo es diferente y que, a cada uno, la demostración del amor y el cariño es diferente. A veces no sabemos, o no percibimos, si lo que hacemos por ellos, o dejamos de hacer, lo reciben los hijos como amor.

Al pasar de los años empezamos a preguntarnos si lo que enseñamos, si el tiempo que pasamos con ellos fue el suficiente, si fuimos muy blandos en la formación, o fuimos muy duros en los regaños. Probablemente si pudiéramos retroceder el tiempo habría algas cosas que hubiéramos cambiado, algunas decisiones que debíamos haber tomado, porque ya sabemos los efectos. Pero como dicen muchos “el hubiera no existe”. Y lamentarnos del pasado es sólo hacernos un daño que está fuera de nuestro control hoy en día. El acercarnos a los hijos, y ahora a los nietos también, hacerles un cariño, darles un beso, abrasarlos, entenderlos, vemos hoy que nos cuesta trabajo, porque es algo que durante una vida no aprendimos y no enseñamos a hacerlo con mucha euforia, pero el amor es igual o más que si lo hubiéramos hecho de manera diferente.

Este es el primer año que sólo uno de nuestros hijos estuvo el fin de semana para esta celebración. Por un lado, las circunstancias de la vida de cada uno, no les permitió estar con nosotros, por otro lado, agradezco haber podido compartir este día con mi esposa, mi hermano y su familia, uno de mis hijos y mi madre, que, como yo, somos igualmente y al mismo nivel, padres de nuestros hijos.

Definitivamente, desde el nacer del primer hijo, nunca se deja de ser padre y seguramente el mejor legado que puedes dejar a los hijos es el ejemplo, son los valores y el ser mejores personas cada día. Y lo que no nos gustaría que nos sucediera es que nos olviden y sólo nos recuerden cuando les sucede algo, o cuando necesitan algo. Tenemos tres maravillosos hijos, cada uno con sus vidas y problemas particulares, dicen que por ser hombres son más desprendidos de la familia, y con menos detalles de cariño y amor. El fin de semana recibí mensaje de cada uno, un “felicidades papa”, un “qué vas a hacer el día de hoy”. Con los años se va haciendo uno más sentimental y nos gustaría que nos cuidaran, que preguntaran por nosotros, que se preocuparan por nosotros y más aún, que nos apoyaran.

A estas alturas siento que la vida se me fue, realmente la disfruté al lado de mi esposa. Pero también siento que podía haber hecho más por la formación de nuestros hijos, en el ámbito de expresión de los sentimientos, del servicio a los demás, del apego a los valores, del apego y amor a la familia y del desarrollo continuo de cada uno. Bien dicen que el juicio de nosotros a nuestros padres será el juicio de nuestros hijos hacia nosotros. Y puedo decir que lo mucho o poco que mi padre me dio, en todos los aspectos, se lo agradeceré, de todo corazón por toda la vida que me queda. Y jamás pondré en juicio algún comportamiento o pensamiento que mi padre tuvo en su tiempo. El fin de semana pude recordar los momentos al lado de mi padre. Donde quiera que te encuentres en estos momentos, te quiero decir: Ahora te entiendo, papá, y te quiero mucho.

Email: antonio.rios@itesm.mx



El fin de semana que se celebró el Día del Padre, realmente tuve momentos de reflexión sobre este rol que cada uno decidimos jugar dentro de nuestras vidas. Primero, después de casi cuarenta años de matrimonio, puedo decir que el rol de padre no es fácil, es más complicado de lo que se pudiera pensar, pero también es grandioso poder no sólo guiar con el ejemplo, sino también querer y amar al estilo de cada uno.

La expresión de los sentimientos es, probablemente, una de las cosas que hubiera querido yo haber aprendido de mis padres, y con esto, probablemente también, podía haber enseñado a mis hijos, sin que esto sea una excusa. La manera en que expresamos los sentimientos, al menos yo, puede ser percibida por “fríos” o “secos”, sin embargo, por dentro traemos un fuego que nos hace reír, llorar, temblar y sentir ante un hecho con cualquiera de nuestros hijos. Otro punto importante de este maravilloso rol que desempeñamos es la capacidad de entender que cada hijo es diferente y que, a cada uno, la demostración del amor y el cariño es diferente. A veces no sabemos, o no percibimos, si lo que hacemos por ellos, o dejamos de hacer, lo reciben los hijos como amor.

Al pasar de los años empezamos a preguntarnos si lo que enseñamos, si el tiempo que pasamos con ellos fue el suficiente, si fuimos muy blandos en la formación, o fuimos muy duros en los regaños. Probablemente si pudiéramos retroceder el tiempo habría algas cosas que hubiéramos cambiado, algunas decisiones que debíamos haber tomado, porque ya sabemos los efectos. Pero como dicen muchos “el hubiera no existe”. Y lamentarnos del pasado es sólo hacernos un daño que está fuera de nuestro control hoy en día. El acercarnos a los hijos, y ahora a los nietos también, hacerles un cariño, darles un beso, abrasarlos, entenderlos, vemos hoy que nos cuesta trabajo, porque es algo que durante una vida no aprendimos y no enseñamos a hacerlo con mucha euforia, pero el amor es igual o más que si lo hubiéramos hecho de manera diferente.

Este es el primer año que sólo uno de nuestros hijos estuvo el fin de semana para esta celebración. Por un lado, las circunstancias de la vida de cada uno, no les permitió estar con nosotros, por otro lado, agradezco haber podido compartir este día con mi esposa, mi hermano y su familia, uno de mis hijos y mi madre, que, como yo, somos igualmente y al mismo nivel, padres de nuestros hijos.

Definitivamente, desde el nacer del primer hijo, nunca se deja de ser padre y seguramente el mejor legado que puedes dejar a los hijos es el ejemplo, son los valores y el ser mejores personas cada día. Y lo que no nos gustaría que nos sucediera es que nos olviden y sólo nos recuerden cuando les sucede algo, o cuando necesitan algo. Tenemos tres maravillosos hijos, cada uno con sus vidas y problemas particulares, dicen que por ser hombres son más desprendidos de la familia, y con menos detalles de cariño y amor. El fin de semana recibí mensaje de cada uno, un “felicidades papa”, un “qué vas a hacer el día de hoy”. Con los años se va haciendo uno más sentimental y nos gustaría que nos cuidaran, que preguntaran por nosotros, que se preocuparan por nosotros y más aún, que nos apoyaran.

A estas alturas siento que la vida se me fue, realmente la disfruté al lado de mi esposa. Pero también siento que podía haber hecho más por la formación de nuestros hijos, en el ámbito de expresión de los sentimientos, del servicio a los demás, del apego a los valores, del apego y amor a la familia y del desarrollo continuo de cada uno. Bien dicen que el juicio de nosotros a nuestros padres será el juicio de nuestros hijos hacia nosotros. Y puedo decir que lo mucho o poco que mi padre me dio, en todos los aspectos, se lo agradeceré, de todo corazón por toda la vida que me queda. Y jamás pondré en juicio algún comportamiento o pensamiento que mi padre tuvo en su tiempo. El fin de semana pude recordar los momentos al lado de mi padre. Donde quiera que te encuentres en estos momentos, te quiero decir: Ahora te entiendo, papá, y te quiero mucho.

Email: antonio.rios@itesm.mx