/ martes 11 de diciembre de 2018

Régimen autoritario, ¡cuidado!

A reflexionar

“Los que dejan al rey errar a sabiendas, merecen pena como traidores”. Alfonso X, el Sabio

Lejos de los principios jurídicos republicanos federales están las primeras acciones del “dictador” juramentado. En efecto, atacar a los poderes de la Unión en su potestad constitucional, es arbitrario, ilegal y dictatorial. Tanto John Locke, como el Barón de Montesquieu, formularon los principios de la división de poderes de las monarquías absolutas. Los británicos implantaron su régimen parlamentario en 1688. Los franceses, lo lograron hasta su proceso revolucionario a partir de 1789. El problema inicial surgió por la necesidad de establecer un sistema de contrapesos y de equilibrio de los tres poderes. La humanidad luchó con valentía para establecer los sistemas republicanos, el voto universal y la división de poderes.

Nosotros tuvimos en el gran Morelos al impulsor del republicanismo y de la división de poderes, en su texto: Sentimientos de la Nación, presentó principios para la patria a la que aspiraba: la independencia total del país, la república y, “la moderación entre la opulencia y la indigencia”. Inaceptables para el Imperio Colonial Español, pues el restaurado Fernando VII restableció la monarquía absoluta. En el México de mediados del siglo XIX, era un país enorme con siete y medio millones de habitantes, incomunicado, con un régimen dictatorial absoluto y con infinitud de pueblos aislados que vivían de una economía consuntiva. El Estado como tal, no existía. Además estaba en bancarrota, por carecer de una aportación fiscal justa y equilibrada.

La Reforma Liberal creó los instrumentos jurídicos para sentar las bases del Estado moderno que nuestra patria necesitaba. Cierto es que Juárez declaró que los servidores públicos debían sujetarse a la “honrada medianía” en sus percepciones. ¿Y qué podía decir en aquella época y en aquel entorno de miseria, de guerras intestinas, de guerras de invasión y de economía en bancarrota? Hoy, somos ciento treinta millones de mexicanos, que reivindicamos educación, empleo, justicia social, oportunidades reales, no dádivas ni limosnas, que frenarán nuestro desarrollo económico. Lamentable el desprecio a la educación y a la cultura. El ataque a los salarios de los que se prepararon, realizaron praxis exitosa, vulnera la libertad y expresa una intención dictatorial. ¡Cuidado!


A reflexionar

“Los que dejan al rey errar a sabiendas, merecen pena como traidores”. Alfonso X, el Sabio

Lejos de los principios jurídicos republicanos federales están las primeras acciones del “dictador” juramentado. En efecto, atacar a los poderes de la Unión en su potestad constitucional, es arbitrario, ilegal y dictatorial. Tanto John Locke, como el Barón de Montesquieu, formularon los principios de la división de poderes de las monarquías absolutas. Los británicos implantaron su régimen parlamentario en 1688. Los franceses, lo lograron hasta su proceso revolucionario a partir de 1789. El problema inicial surgió por la necesidad de establecer un sistema de contrapesos y de equilibrio de los tres poderes. La humanidad luchó con valentía para establecer los sistemas republicanos, el voto universal y la división de poderes.

Nosotros tuvimos en el gran Morelos al impulsor del republicanismo y de la división de poderes, en su texto: Sentimientos de la Nación, presentó principios para la patria a la que aspiraba: la independencia total del país, la república y, “la moderación entre la opulencia y la indigencia”. Inaceptables para el Imperio Colonial Español, pues el restaurado Fernando VII restableció la monarquía absoluta. En el México de mediados del siglo XIX, era un país enorme con siete y medio millones de habitantes, incomunicado, con un régimen dictatorial absoluto y con infinitud de pueblos aislados que vivían de una economía consuntiva. El Estado como tal, no existía. Además estaba en bancarrota, por carecer de una aportación fiscal justa y equilibrada.

La Reforma Liberal creó los instrumentos jurídicos para sentar las bases del Estado moderno que nuestra patria necesitaba. Cierto es que Juárez declaró que los servidores públicos debían sujetarse a la “honrada medianía” en sus percepciones. ¿Y qué podía decir en aquella época y en aquel entorno de miseria, de guerras intestinas, de guerras de invasión y de economía en bancarrota? Hoy, somos ciento treinta millones de mexicanos, que reivindicamos educación, empleo, justicia social, oportunidades reales, no dádivas ni limosnas, que frenarán nuestro desarrollo económico. Lamentable el desprecio a la educación y a la cultura. El ataque a los salarios de los que se prepararon, realizaron praxis exitosa, vulnera la libertad y expresa una intención dictatorial. ¡Cuidado!