/ viernes 29 de mayo de 2020

Relaciones adolescentes

Cuando se les plantean a los adolescentes las consecuencias de tener relaciones sexuales, suele olvidarse que esa actividad va mucho más allá del simple contacto físico.

Lo primero que conviene anotar es averiguar: ¿Qué es lo que buscan ellos, y qué es lo que buscan ellas? Y aunque al generalizar siempre se cometen injusticias —pues no todas las personas del mismo sexo, nación, o edades…, piensan y actúan igual—. Sí podemos obtener una visión diferenciada entre los comportamientos masculino y femenino.

Sin ser conscientes de ello, los hombres ponen su primer interés en el instinto sexual, como efecto de la testosterona. La mujer pone en primer lugar la búsqueda de cariño. En segundo lugar para el hombre está el afán de dominio. Que a lo largo de un proceso complicado, puede derivar en manifestaciones de celos y violencia, —tremendamente dañinos en la convivencia entre las parejas durante el noviazgo y el matrimonio— y, que a veces, incluso, requieren de ayuda psicológica profesional. Para las mujeres, en segundo lugar, está el tratar de vencer el sentimiento de soledad producido por la incomprensión de sus papás y hermanos, ante los cambios de humor que se manifiestan con frecuencia en los períodos intrínsecos a sus procesos biológicos.

En tercer lugar, para los hombres aparece la autoafirmación de su virilidad, incluso llegando, en algunos casos, a presumir con sus amigos sus logros con las chicas. Para ellas, en cambio, en tercer lugar está una mezcla de su nueva realidad como mujeres ante los demás, que suele ir acompañada de la vanidad.

En el cuarto lugar para los varones, encontramos el sentimiento de enamoramiento, el cual es inmaduro al no proceder de un compromiso firme y formal, por su lógica falta de madurez. En cuanto a las mujeres en el cuarto sitio está el placer sexual.

De acuerdo con este esquema, lo que para el macho ocupa el primerísimo lugar, para la hembra está en el cuarto sitio. Si las jovencitas fueran conscientes de esta disparidad se sentirían defraudadas; pues mientras los primeros buscan el desfogue instintivo, las segundas lo ven como una entrega real y sincera de todo su ser a la persona supuestamente amada, ambicionando la correspondencia de esa donación que debería ir acompañada de una fidelidad a toda prueba, y que no soporta ser traicionada. Tristemente vemos que, si al adolescente que tuvo relaciones con su novia el martes se le presenta la oportunidad de tener sexo el miércoles con otra mujer, no la deja pasar.

Podemos ver cómo se ha devaluado el sexo, pues hoy la pornografía no cuesta, es gratis, y muchas jovencitas se ponen en barata por desconocer su auténtico valor personal, sintiendo pavor a ser rechazadas si se niegan a determinadas prácticas de chantaje sentimental.

Según la opinión de algunos psicólogos, esas relaciones terminan haciendo que se pierdan el respeto y la confianza. Y al final suelen quedarse con la sensación de que “eso” no los hizo felices.


www.padrealejandro.org

Cuando se les plantean a los adolescentes las consecuencias de tener relaciones sexuales, suele olvidarse que esa actividad va mucho más allá del simple contacto físico.

Lo primero que conviene anotar es averiguar: ¿Qué es lo que buscan ellos, y qué es lo que buscan ellas? Y aunque al generalizar siempre se cometen injusticias —pues no todas las personas del mismo sexo, nación, o edades…, piensan y actúan igual—. Sí podemos obtener una visión diferenciada entre los comportamientos masculino y femenino.

Sin ser conscientes de ello, los hombres ponen su primer interés en el instinto sexual, como efecto de la testosterona. La mujer pone en primer lugar la búsqueda de cariño. En segundo lugar para el hombre está el afán de dominio. Que a lo largo de un proceso complicado, puede derivar en manifestaciones de celos y violencia, —tremendamente dañinos en la convivencia entre las parejas durante el noviazgo y el matrimonio— y, que a veces, incluso, requieren de ayuda psicológica profesional. Para las mujeres, en segundo lugar, está el tratar de vencer el sentimiento de soledad producido por la incomprensión de sus papás y hermanos, ante los cambios de humor que se manifiestan con frecuencia en los períodos intrínsecos a sus procesos biológicos.

En tercer lugar, para los hombres aparece la autoafirmación de su virilidad, incluso llegando, en algunos casos, a presumir con sus amigos sus logros con las chicas. Para ellas, en cambio, en tercer lugar está una mezcla de su nueva realidad como mujeres ante los demás, que suele ir acompañada de la vanidad.

En el cuarto lugar para los varones, encontramos el sentimiento de enamoramiento, el cual es inmaduro al no proceder de un compromiso firme y formal, por su lógica falta de madurez. En cuanto a las mujeres en el cuarto sitio está el placer sexual.

De acuerdo con este esquema, lo que para el macho ocupa el primerísimo lugar, para la hembra está en el cuarto sitio. Si las jovencitas fueran conscientes de esta disparidad se sentirían defraudadas; pues mientras los primeros buscan el desfogue instintivo, las segundas lo ven como una entrega real y sincera de todo su ser a la persona supuestamente amada, ambicionando la correspondencia de esa donación que debería ir acompañada de una fidelidad a toda prueba, y que no soporta ser traicionada. Tristemente vemos que, si al adolescente que tuvo relaciones con su novia el martes se le presenta la oportunidad de tener sexo el miércoles con otra mujer, no la deja pasar.

Podemos ver cómo se ha devaluado el sexo, pues hoy la pornografía no cuesta, es gratis, y muchas jovencitas se ponen en barata por desconocer su auténtico valor personal, sintiendo pavor a ser rechazadas si se niegan a determinadas prácticas de chantaje sentimental.

Según la opinión de algunos psicólogos, esas relaciones terminan haciendo que se pierdan el respeto y la confianza. Y al final suelen quedarse con la sensación de que “eso” no los hizo felices.


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