/ jueves 16 de junio de 2022

Relevo generacional

Por: Sebastián Sáenz Nieto

Una abundante cantidad de discursos nos han repetido que las juventudes somos el presente.

En marzo, jóvenes de distintas entidades federativas e ideologías fueron convocados al seminario político llamado ¨Hacia el relevo generacional¨ mismo que se llevó a cabo la semana pasada y les permitió probar hasta dónde sus ambiciones que van más allá de cubrir el espacio territorial pueden llevarlos.

Una asamblea ¨apartidista¨ cuyas ponencias se pintaban de un color bastante distintivo al momento de atacar a otras fracciones y a nuestro órgano electoral. Parecía que era dirigida hacia jóvenes militantes en el partido oficialista.

Durante una simulación se percibió que, con gritos, pancartas y lemas partidistas, el caos asechó en el interior de la catedral legislativa. La única diferencia de esta sesión a las demás que ocurren en San Lázaro, fue que esta vez los que gritaban asemejándose a algunos animales nocturnos, eran jóvenes.

Juventudes que en mayoría han ido creando un perfil político y llenándolo únicamente con momentos en traje y dedos entrelazados, distorsionando así la definición de política y olvidándose de vivir, tener hobbies, compartir fotos de sus mascotas, pues sólo dedican tiempo a la estrategia que los ha de encumbrar; sin embargo, el pasar de ser de cartón a ser naturales es lo que los ayudará a cumplir sus metas. Al electorado no le interesa si durante los últimos años se mantuvieron reuniones de café con figuras políticas, ellos quieren saber quien eres realmente, cual es la causa que defiendes y cuáles son tus pasiones.

La mayor parte de los y las legisladores no puede culparlos por este comportamiento porque son ellos mismos quienes que han escrito su nombre en el pizarrón para ser transcrito en libretas, su manera de actuar en discusiones como la reforma eléctrica, es el ejemplo que brindan y sus aullidos, son los mismos que practican en la regadera y en el espejo antes de ir a la escuela. La política mexicana penosamente se está tratando de niños jugando a ser adultos y de adultos jugando a ser niños.

Las instituciones están formando criaturas políticas muy alejadas del servicio, enfocadas en mover piezas de ajedrez y trabajar en equipos limitados.

Las juventudes nos destacamos por ser esa gota de esperanza en la nueva política, por ser una generación de ciudadanos más éticos, conscientes y dispuestos a luchar por defender las causas que nos mueven; en cambio, nos estamos convirtiendo en una versión miniatura y tierna de los mismos de siempre.

Sabemos que el cambio precisamente será posible si las organizaciones optan por renovar liderazgos, pero antes es indispensable cambiar la manera de educar y sobre todo hacer ver que se trata de servir, el trabajo es allá afuera y que las diferencias partidistas no importarán si el objetivo es lograr una armonía colectiva.

El relevo generacional es más cercano cada día, mas no olvidemos que somos seres humanos libres, críticos y nuestra forma de tratar a los demás también hablará por nosotros.


Por: Sebastián Sáenz Nieto

Una abundante cantidad de discursos nos han repetido que las juventudes somos el presente.

En marzo, jóvenes de distintas entidades federativas e ideologías fueron convocados al seminario político llamado ¨Hacia el relevo generacional¨ mismo que se llevó a cabo la semana pasada y les permitió probar hasta dónde sus ambiciones que van más allá de cubrir el espacio territorial pueden llevarlos.

Una asamblea ¨apartidista¨ cuyas ponencias se pintaban de un color bastante distintivo al momento de atacar a otras fracciones y a nuestro órgano electoral. Parecía que era dirigida hacia jóvenes militantes en el partido oficialista.

Durante una simulación se percibió que, con gritos, pancartas y lemas partidistas, el caos asechó en el interior de la catedral legislativa. La única diferencia de esta sesión a las demás que ocurren en San Lázaro, fue que esta vez los que gritaban asemejándose a algunos animales nocturnos, eran jóvenes.

Juventudes que en mayoría han ido creando un perfil político y llenándolo únicamente con momentos en traje y dedos entrelazados, distorsionando así la definición de política y olvidándose de vivir, tener hobbies, compartir fotos de sus mascotas, pues sólo dedican tiempo a la estrategia que los ha de encumbrar; sin embargo, el pasar de ser de cartón a ser naturales es lo que los ayudará a cumplir sus metas. Al electorado no le interesa si durante los últimos años se mantuvieron reuniones de café con figuras políticas, ellos quieren saber quien eres realmente, cual es la causa que defiendes y cuáles son tus pasiones.

La mayor parte de los y las legisladores no puede culparlos por este comportamiento porque son ellos mismos quienes que han escrito su nombre en el pizarrón para ser transcrito en libretas, su manera de actuar en discusiones como la reforma eléctrica, es el ejemplo que brindan y sus aullidos, son los mismos que practican en la regadera y en el espejo antes de ir a la escuela. La política mexicana penosamente se está tratando de niños jugando a ser adultos y de adultos jugando a ser niños.

Las instituciones están formando criaturas políticas muy alejadas del servicio, enfocadas en mover piezas de ajedrez y trabajar en equipos limitados.

Las juventudes nos destacamos por ser esa gota de esperanza en la nueva política, por ser una generación de ciudadanos más éticos, conscientes y dispuestos a luchar por defender las causas que nos mueven; en cambio, nos estamos convirtiendo en una versión miniatura y tierna de los mismos de siempre.

Sabemos que el cambio precisamente será posible si las organizaciones optan por renovar liderazgos, pero antes es indispensable cambiar la manera de educar y sobre todo hacer ver que se trata de servir, el trabajo es allá afuera y que las diferencias partidistas no importarán si el objetivo es lograr una armonía colectiva.

El relevo generacional es más cercano cada día, mas no olvidemos que somos seres humanos libres, críticos y nuestra forma de tratar a los demás también hablará por nosotros.