/ martes 7 de julio de 2020

Repensar la economía desde la academia

El Covid, además del problema gigante de salud pública, de enlutar a cientos de miles de familias en el planeta, el país y el estado, nos tiene en vilo frente al reto de cómo lograr la recuperación económica de los empleos perdidos. El problema para nada es ajeno a las universidades. Por el contrario nos atañe de manera directa.

Si ya en la renovación planteábamos un modelo que diera al estudiante las herramientas para participar del mercado laboral como un ente activo y transformador, hoy día esta meta se plantea con mayor énfasis. El T-MEC viene a dar oportunidades en materia de integración económica. Como buena noticia debemos decir que nuestro estado es de los líderes en el país en materia de atracción de inversión.

De acuerdo al crecimiento de la población y a la pobreza extrema acumulada el país necesita crecer y desarrollarse de una forma vertiginosa y sobre todo sostenida. El paternalismo es un paliativo que no resuelve el problema de fondo, el libre mercado, si bien fundamental, debe ser repensado para distribuir la riqueza. Ni el estado ni el mercado deben desaparecer, cada uno es relevante dentro del modelo económico. Pero esperar la solución completa sólo de una de estas figuras es seguir estancados en los viejos paradigmas.

Por eso desde hace tiempo se plantea la economía del conocimiento. Que supone que las universidades debemos aportar la investigación para la toma de decisiones y además desarrollar empresas mediante la inteligencia colectiva, la inteligencia artificial, la robótica y una visión holística de la economía. La UACh tiene esto como eje central de la renovación. La mirada panorámica que nos permita ver el entorno en todos sus ángulos y la especialización donde surjan propuestas concretas, pero interdisciplinares.

Comparto un ejemplo global: para muchas empresas de la industria de los alimentos resultaba complejo administrar el tema del servicio a domicilio. Con visión sociológica, pero con una respuesta tecnológica los desarrolladores de Uber Eats y demás plataformas vieron en este problema una oportunidad de crecimiento. Eso, como bien sabemos, fue previo al Covid. De acuerdo con la revista empresarial “Expansión”, dicha empresa creció durante el Covid un 54% reportando ganancias de 148 millones de dólares. Caótico y algunas veces apocalíptico se puede tornar el problema del desempleo. Dentro de todo lo malo, esto ha sido un “salvavidas” frente al mar de incertidumbre en que estamos inmersos.

Es obligado lograr que los universitarios encontremos la posibilidad de generar negocios usando tecnologías, pero detectando nuevos nichos y generando cadenas de valor y de empleo que permitan cerrar la brecha de desigualdad social. Para ello la ciencia, las tecnologías y las humanidades son indispensables. La creatividad y el pensamiento crítico son hilos que les enlaza.

Nuevas formas sociales necesariamente implican una educación flexible y cambiante. En la UACh esto lo vemos sin miedo y como una oportunidad de ofrecer respuestas afirmativas a la sociedad.


El Covid, además del problema gigante de salud pública, de enlutar a cientos de miles de familias en el planeta, el país y el estado, nos tiene en vilo frente al reto de cómo lograr la recuperación económica de los empleos perdidos. El problema para nada es ajeno a las universidades. Por el contrario nos atañe de manera directa.

Si ya en la renovación planteábamos un modelo que diera al estudiante las herramientas para participar del mercado laboral como un ente activo y transformador, hoy día esta meta se plantea con mayor énfasis. El T-MEC viene a dar oportunidades en materia de integración económica. Como buena noticia debemos decir que nuestro estado es de los líderes en el país en materia de atracción de inversión.

De acuerdo al crecimiento de la población y a la pobreza extrema acumulada el país necesita crecer y desarrollarse de una forma vertiginosa y sobre todo sostenida. El paternalismo es un paliativo que no resuelve el problema de fondo, el libre mercado, si bien fundamental, debe ser repensado para distribuir la riqueza. Ni el estado ni el mercado deben desaparecer, cada uno es relevante dentro del modelo económico. Pero esperar la solución completa sólo de una de estas figuras es seguir estancados en los viejos paradigmas.

Por eso desde hace tiempo se plantea la economía del conocimiento. Que supone que las universidades debemos aportar la investigación para la toma de decisiones y además desarrollar empresas mediante la inteligencia colectiva, la inteligencia artificial, la robótica y una visión holística de la economía. La UACh tiene esto como eje central de la renovación. La mirada panorámica que nos permita ver el entorno en todos sus ángulos y la especialización donde surjan propuestas concretas, pero interdisciplinares.

Comparto un ejemplo global: para muchas empresas de la industria de los alimentos resultaba complejo administrar el tema del servicio a domicilio. Con visión sociológica, pero con una respuesta tecnológica los desarrolladores de Uber Eats y demás plataformas vieron en este problema una oportunidad de crecimiento. Eso, como bien sabemos, fue previo al Covid. De acuerdo con la revista empresarial “Expansión”, dicha empresa creció durante el Covid un 54% reportando ganancias de 148 millones de dólares. Caótico y algunas veces apocalíptico se puede tornar el problema del desempleo. Dentro de todo lo malo, esto ha sido un “salvavidas” frente al mar de incertidumbre en que estamos inmersos.

Es obligado lograr que los universitarios encontremos la posibilidad de generar negocios usando tecnologías, pero detectando nuevos nichos y generando cadenas de valor y de empleo que permitan cerrar la brecha de desigualdad social. Para ello la ciencia, las tecnologías y las humanidades son indispensables. La creatividad y el pensamiento crítico son hilos que les enlaza.

Nuevas formas sociales necesariamente implican una educación flexible y cambiante. En la UACh esto lo vemos sin miedo y como una oportunidad de ofrecer respuestas afirmativas a la sociedad.