/ martes 20 de febrero de 2018

Resolver problemas

“El problema más grande del mundo se hubiera podido solucionar cuando todavía era pequeño”.

                                                                                                                    Witter Bynner

  

“Fórmulas sencillas para resolver problemas complejos, no las conozco”, frase del Conde de Romanones. Los problemas sociales tienen soluciones, también sociales. Tenemos la idea de que al celebrarse elecciones para que los ciudadanos electos “resuelvan nuestros problemas”, abandonando así nuestra obligada participación. En estos tiempos de reflexión electoral, centremos nuestra atención en las responsabilidades legales de los candidatos participantes y, no en sus discursos demagógicos que oscurecen el ambiente con las promesas de resolver todos los problemas de los habitantes de su demarcación.

Nos han endilgado a la corrupción como el principal problema social en el mundo, claro no faltan los “dioses del Olimpo” que se promueven como los solucionadores de tal problema social. Nuestra ecuación de la democracia representativa, es muy sencilla: el gobernado exige, pide, reivindica y debe proponer. El gobernante debe escuchar, recibir, analizar, revisar y tomar decisiones en actos de autoridad, para que finalmente, rinda cuentas. Si se cumple con esta ecuación, la corrupción se atempera.

El mayor homenaje que se puede rendir  a un gobernante es que no se le mencione y prive la paz entre sus gobernados. La razón es sencilla, cumple con su mandato, sin promover el culto a su personalidad, como hogaño lo hacen todos. El camino de la democracia representativa es la ley que los mismos gobernados hicieron a través de diputados y senadores que ellos nombraron a través del voto, para integrar las cámaras correspondientes. Miente el  candidato que ofrece cambiar la carta magna, porque no podrá hacerlo, salvo que lleve a los habitantes a un baño de sangre por capricho propio.

Los ciudadanos tenemos el poder de resolver nuestros problemas, ¡hagámoslo!

“El problema más grande del mundo se hubiera podido solucionar cuando todavía era pequeño”.

                                                                                                                    Witter Bynner

  

“Fórmulas sencillas para resolver problemas complejos, no las conozco”, frase del Conde de Romanones. Los problemas sociales tienen soluciones, también sociales. Tenemos la idea de que al celebrarse elecciones para que los ciudadanos electos “resuelvan nuestros problemas”, abandonando así nuestra obligada participación. En estos tiempos de reflexión electoral, centremos nuestra atención en las responsabilidades legales de los candidatos participantes y, no en sus discursos demagógicos que oscurecen el ambiente con las promesas de resolver todos los problemas de los habitantes de su demarcación.

Nos han endilgado a la corrupción como el principal problema social en el mundo, claro no faltan los “dioses del Olimpo” que se promueven como los solucionadores de tal problema social. Nuestra ecuación de la democracia representativa, es muy sencilla: el gobernado exige, pide, reivindica y debe proponer. El gobernante debe escuchar, recibir, analizar, revisar y tomar decisiones en actos de autoridad, para que finalmente, rinda cuentas. Si se cumple con esta ecuación, la corrupción se atempera.

El mayor homenaje que se puede rendir  a un gobernante es que no se le mencione y prive la paz entre sus gobernados. La razón es sencilla, cumple con su mandato, sin promover el culto a su personalidad, como hogaño lo hacen todos. El camino de la democracia representativa es la ley que los mismos gobernados hicieron a través de diputados y senadores que ellos nombraron a través del voto, para integrar las cámaras correspondientes. Miente el  candidato que ofrece cambiar la carta magna, porque no podrá hacerlo, salvo que lleve a los habitantes a un baño de sangre por capricho propio.

Los ciudadanos tenemos el poder de resolver nuestros problemas, ¡hagámoslo!