/ jueves 12 de noviembre de 2020

Respeto a la libertad del ser humano

“Quien huye de las obligaciones sociales, es un desertor”. Marco Aurelio


Son muchas las reflexiones que los momentos actuales debemos hacer. En nuestras clases de filosofía y de ética solían mencionarnos nuestros catedráticos, que el instinto más fuerte del ser humano era el de conservación. La salud es el estado de funcionamiento normal y equilibrado de nuestro organismo. Tres funciones tenemos los seres humanos: de nutrición, de reproducción y de relación. Los tres íntimamente ligados en su desempeño. La vida sana, que es el correcto desempeño orgánico, tiene ante sí, muchas amenazas, verbigracia: medioambiente, alimentación, esfuerzo excesivo, tensiones, y la medicación empírica (muy extendida en nuestro medio) y los fármacos de laboratorio$, que sólo buscan el lucro y todo tipo de utilidades.

Los escenarios que se configuran con la salud son variados y muchas veces, fatales. Por ello los estados deben considerar todo tipo de recursos (que no apoyos), para atender de inmediato cualquier situación que ataque a la salud de sus pueblos. La mayor prioridad de un estado es mantener sano al grupo social que integra a la nación. Lamentablemente en México, el régimen dictatorial “culpa” a la comunidad de la pandemia que nos aqueja y, elude su responsabilidad, que es prioritaria en estos terribles momentos. Las medidas draconianias de los gobiernos locales y las expresiones demagógicas del gobierno centralista agravan la situación y abonan a los malestares del sistema respiratorio, que lleva a la tumba a decenas de miles de compatriotas.

Los egresos de erario esenciales deben aplicarse en estos momentos a la atención a la salud y no a obras de relumbrón o de capricho de la dictadura. Urgen hospitales, médicos (que muchos de ellos fueron despedidos en el mes de enero por órdenes del dictador), para ahorrar recursos, se eliminaron 112 fideicomisos, para aplicarlos a la atención de los enfermos, ja, ja, ja. Urge equipo médico, batas, guantes, cubrebocas, anteojos, y demás equipos que utilizan los médicos, enfermeras, camilleros, paramédicos y no hospitales (¿?) carpas, que no resuelven el grave problema de la atención de los infectados. Reflexionemos, no hay recursos financieros que el gobierno dictatorial debería aplicar en esta grave contingencia que afecta de diversas formas a la sociedad mexicana. El dinero público se tiene “muy reservado” para obras no esenciales. Debemos manifestar nuestra indignación a la opinión pública en todo momento.

Un presidente dictador acaba de ser expulsado del poder por despreciar la salud de su pueblo, vamos, hasta rompió con la OMS. No permitamos que se quebrante la libertad de los mexicanos, menos sus Derechos Humanos. Urgen recursos para la recepción digna de los infectados, su atención profesional y científica y (…) salvar sus vidas. Descansen en paz quienes fallecieron por la pandemia.

“Quien huye de las obligaciones sociales, es un desertor”. Marco Aurelio


Son muchas las reflexiones que los momentos actuales debemos hacer. En nuestras clases de filosofía y de ética solían mencionarnos nuestros catedráticos, que el instinto más fuerte del ser humano era el de conservación. La salud es el estado de funcionamiento normal y equilibrado de nuestro organismo. Tres funciones tenemos los seres humanos: de nutrición, de reproducción y de relación. Los tres íntimamente ligados en su desempeño. La vida sana, que es el correcto desempeño orgánico, tiene ante sí, muchas amenazas, verbigracia: medioambiente, alimentación, esfuerzo excesivo, tensiones, y la medicación empírica (muy extendida en nuestro medio) y los fármacos de laboratorio$, que sólo buscan el lucro y todo tipo de utilidades.

Los escenarios que se configuran con la salud son variados y muchas veces, fatales. Por ello los estados deben considerar todo tipo de recursos (que no apoyos), para atender de inmediato cualquier situación que ataque a la salud de sus pueblos. La mayor prioridad de un estado es mantener sano al grupo social que integra a la nación. Lamentablemente en México, el régimen dictatorial “culpa” a la comunidad de la pandemia que nos aqueja y, elude su responsabilidad, que es prioritaria en estos terribles momentos. Las medidas draconianias de los gobiernos locales y las expresiones demagógicas del gobierno centralista agravan la situación y abonan a los malestares del sistema respiratorio, que lleva a la tumba a decenas de miles de compatriotas.

Los egresos de erario esenciales deben aplicarse en estos momentos a la atención a la salud y no a obras de relumbrón o de capricho de la dictadura. Urgen hospitales, médicos (que muchos de ellos fueron despedidos en el mes de enero por órdenes del dictador), para ahorrar recursos, se eliminaron 112 fideicomisos, para aplicarlos a la atención de los enfermos, ja, ja, ja. Urge equipo médico, batas, guantes, cubrebocas, anteojos, y demás equipos que utilizan los médicos, enfermeras, camilleros, paramédicos y no hospitales (¿?) carpas, que no resuelven el grave problema de la atención de los infectados. Reflexionemos, no hay recursos financieros que el gobierno dictatorial debería aplicar en esta grave contingencia que afecta de diversas formas a la sociedad mexicana. El dinero público se tiene “muy reservado” para obras no esenciales. Debemos manifestar nuestra indignación a la opinión pública en todo momento.

Un presidente dictador acaba de ser expulsado del poder por despreciar la salud de su pueblo, vamos, hasta rompió con la OMS. No permitamos que se quebrante la libertad de los mexicanos, menos sus Derechos Humanos. Urgen recursos para la recepción digna de los infectados, su atención profesional y científica y (…) salvar sus vidas. Descansen en paz quienes fallecieron por la pandemia.