/ viernes 17 de abril de 2020

¡Resucitó!

Me parece que la Pascua es, en medio de la pandemia, una fecha para la alegría. Jesucristo había muerto de una manera ignominiosa, pero con su muerte había derrotado a la muerte, como lo había predicho, al tercer día regresó a la vida. Siempre volver a la vida será un motivo de gozo. ¡Alégrate, aleluya! Alégrense la tierra y los cielos, y los enfermos, y los pobres, y todos los seres humanos de buena voluntad. ¡Resucitó!

Si tienes un pariente muy querido que está muy enfermo, con él sufres la incertidumbre de sus dolencias. Y cuando finalmente muere te llenas de tristeza y de incertidumbre. Pero por un milagro, él vuelve a la vida, te llenas de acciones de gracias. Los discípulos que iban a Emaús, tres días de la muerte de Cristo, se sentían tremendamente tristes. Así lo dijeron al desconocido que se les juntó, y les hizo plática. Con él se quejaron: - “Venimos comentando de Jesús, era un gran profeta. Nosotros pensábamos que fuera a salvar a Israel. Pero ya es el tercer día y no aparece”. El desconocido los acompañó a cenar. Cuando cenaban lo reconocieron en la fracción del pan. Era Jesús, lo reconocieron. Sólo entonces creyeron que sí había resucitado. Y lo fueron a contar a los otros discípulos. Y les dijeron: ¡Resucitó! Era el gran gozo.

La resurrección de Jesús es una verdad histórica, comprobada. Se apareció en varias ocasiones, a varias personas y en varios lugares. Al apóstol incrédulo le pidió que tocara las heridas de la crucifixión. La verdad de la resurrección de Cristo es una verdad innegable. Por eso, para todos los cristianos la Pascua es la fiesta de las fiestas. Por eso yo te felicito a ti que tienes la fe en que Cristo volvió a la vida. Hubo un tiempo en la historia de la Iglesia, un largo tiempo, en que los creyentes se decían en esta fiesta: “Felices Pascuas”. Yo te deseo que vivas con alegría la resurrección, no obstante la preocupación por la pandemia. Eso no mata la alegría de la resurrección de Cristo. Los discípulos que vivían encerrados por la muerte de Jesús, que estaban con las puertas atrancadas, los tímidos, los temerosos, los incrédulos, de pronto ante esta verdad se llenan de valentía, y el Pedro que renegó tres veces de Cristo, se atrevió a decir ante una multitud internacional: -“A este Jesús, Dios lo libró de la muerte y lo resucitó. Eso me llena el corazón de gozo y por eso alabo al Señor”. Pablo de Tarso resumirá la evangelización en estas palabras: “En primer lugar les he transmitido esto, tal como yo mismo lo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras; que fue sepultado; que resucitó al tercer día.

La resurrección de Cristo es nuestra esperanza. Esperamos que nosotros habremos de resucitar como Jesús. Por eso a nuestros difuntos los sepultamos o los incineramos, por eso seguimos orando por ellos. La Pascua es nuestra norma de vida: Hemos de prepararnos para la buena muerte. Por eso le pedimos a la Virgen, en el Ave María: Está con nosotros “a la hora nuestra muerte”. Sólo tenemos un mandamiento, el que Jesús llama el mandamiento nuevo: “Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo”. Es la regla de oro.

Vas a resucitar. Es la esperanza, es la verdad irrenunciable. Hemos de dejar la vida, tarde o temprano, pero para resucitar. Porque eres una mujer o un hombre de buena voluntad, te recomiendo dos citas, son muy pequeñas, pero te ayudarán a vivir de la Pascua de una manera nueva. Lee de la Biblia: de la primera carta de Pablo de Tarso a los Corintios: Capítulo 15, versos del 12 al 14, y el versículo 20. Lee también del Catecismo de la Iglesia Católica, el número 1169. Que tu alegría de estos días manifiesten que tiene fe. ¡Felices pascuas!

Me parece que la Pascua es, en medio de la pandemia, una fecha para la alegría. Jesucristo había muerto de una manera ignominiosa, pero con su muerte había derrotado a la muerte, como lo había predicho, al tercer día regresó a la vida. Siempre volver a la vida será un motivo de gozo. ¡Alégrate, aleluya! Alégrense la tierra y los cielos, y los enfermos, y los pobres, y todos los seres humanos de buena voluntad. ¡Resucitó!

Si tienes un pariente muy querido que está muy enfermo, con él sufres la incertidumbre de sus dolencias. Y cuando finalmente muere te llenas de tristeza y de incertidumbre. Pero por un milagro, él vuelve a la vida, te llenas de acciones de gracias. Los discípulos que iban a Emaús, tres días de la muerte de Cristo, se sentían tremendamente tristes. Así lo dijeron al desconocido que se les juntó, y les hizo plática. Con él se quejaron: - “Venimos comentando de Jesús, era un gran profeta. Nosotros pensábamos que fuera a salvar a Israel. Pero ya es el tercer día y no aparece”. El desconocido los acompañó a cenar. Cuando cenaban lo reconocieron en la fracción del pan. Era Jesús, lo reconocieron. Sólo entonces creyeron que sí había resucitado. Y lo fueron a contar a los otros discípulos. Y les dijeron: ¡Resucitó! Era el gran gozo.

La resurrección de Jesús es una verdad histórica, comprobada. Se apareció en varias ocasiones, a varias personas y en varios lugares. Al apóstol incrédulo le pidió que tocara las heridas de la crucifixión. La verdad de la resurrección de Cristo es una verdad innegable. Por eso, para todos los cristianos la Pascua es la fiesta de las fiestas. Por eso yo te felicito a ti que tienes la fe en que Cristo volvió a la vida. Hubo un tiempo en la historia de la Iglesia, un largo tiempo, en que los creyentes se decían en esta fiesta: “Felices Pascuas”. Yo te deseo que vivas con alegría la resurrección, no obstante la preocupación por la pandemia. Eso no mata la alegría de la resurrección de Cristo. Los discípulos que vivían encerrados por la muerte de Jesús, que estaban con las puertas atrancadas, los tímidos, los temerosos, los incrédulos, de pronto ante esta verdad se llenan de valentía, y el Pedro que renegó tres veces de Cristo, se atrevió a decir ante una multitud internacional: -“A este Jesús, Dios lo libró de la muerte y lo resucitó. Eso me llena el corazón de gozo y por eso alabo al Señor”. Pablo de Tarso resumirá la evangelización en estas palabras: “En primer lugar les he transmitido esto, tal como yo mismo lo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras; que fue sepultado; que resucitó al tercer día.

La resurrección de Cristo es nuestra esperanza. Esperamos que nosotros habremos de resucitar como Jesús. Por eso a nuestros difuntos los sepultamos o los incineramos, por eso seguimos orando por ellos. La Pascua es nuestra norma de vida: Hemos de prepararnos para la buena muerte. Por eso le pedimos a la Virgen, en el Ave María: Está con nosotros “a la hora nuestra muerte”. Sólo tenemos un mandamiento, el que Jesús llama el mandamiento nuevo: “Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo”. Es la regla de oro.

Vas a resucitar. Es la esperanza, es la verdad irrenunciable. Hemos de dejar la vida, tarde o temprano, pero para resucitar. Porque eres una mujer o un hombre de buena voluntad, te recomiendo dos citas, son muy pequeñas, pero te ayudarán a vivir de la Pascua de una manera nueva. Lee de la Biblia: de la primera carta de Pablo de Tarso a los Corintios: Capítulo 15, versos del 12 al 14, y el versículo 20. Lee también del Catecismo de la Iglesia Católica, el número 1169. Que tu alegría de estos días manifiesten que tiene fe. ¡Felices pascuas!