/ martes 30 de junio de 2020

Revolución en tiempos de Covid-19

Si el año pasado hubiese escrito que estaríamos confinados en una cuarentena (que hoy sobrepasa los 100 días), a causa de un virus mortal que se desató al mundo entero, hubiese ganado un premio a la mejor historia de suspenso, terror o ficción. Hoy, es tan sólo la representación exacta de la realidad que atestiguamos en el mundo entero; todo cambió de la noche a la mañana y ya nada volverá a ser igual, la economía, las relaciones sociales y nosotros mismos. En este momento histórico se instaura un nuevo escenario social que está transformando la forma de relacionarnos, dentro de una sociedad suficientemente compleja y que ya estaba golpeada por la violencia, las desigualdades y la discriminación. Las luchas sociales han buscado abrirse paso para generar conciencia y erradicar estos golpes y ahora más en estos complejos momentos producidos por la pandemia se buscan otros caminos de acción innovadores para continuarlas e incluso revolucionarlas; se le llama la “nueva normalidad”.

Una revolución representa una transformación radical respecto al pasado inmediato que se produce en diversos ámbitos y tienen consecuencias trascendentales. Carlos Fuentes decía que una revolución en una sociedad significaba la “ruptura del orden establecido y el movimiento hacia el futuro, esperanzadamente mejor”. En una crisis es menester entender que las cosas están modificándose y es esperable que se encuentren nuevas formas de acción reformadoras para continuarlas. El domingo pasado se celebró la Marcha del Orgullo Gay, otra revolución inacabada en la lucha por la igualdad que a finales de los 60 se detonó con una serie de protestas contra una redada de policías afuera de un bar de Nueva York. Desde entonces se acostumbra a salir a las calles a realizar marchas que, con el paso de los años, se volvieron más significativas por el impacto que ha generado para lograr la tan anhelada igualdad en derechos y el fin de la discriminación.

El mundo cambia y la manera de protestar también. Este año se anunció que la marcha se realizaría de manera digital, añadiéndose a la revolucionaria manera de manifestarse en estos tiempos que están cambiando nuestros paradigmas y mostrando un nuevo escenario social. Cualquier manera de expresión que nos genere conciencia acerca de la discriminación y violencia y que conduzcan a lograr la igualdad y respeto, es admirable.

Quizá el año que entra o en unos años se pueda salir masivamente de nuevo, sin embargo, a la velocidad en que ocurren los cambios, quizá ya no será necesario. La pandemia era “impensable”, ¿por qué más habría entonces de lograrse la equidad?

Continúa Fuentes: La Revolución del siglo XXI consistirá en darle valor a la diferencia sexual, entre otras. Será no sólo un triunfo contra las injusticias, sino contra la fatalidad. Entonces esa palabra aparecerá con el significado que le dio María Zambrano: Revolución es anunciación.


Si el año pasado hubiese escrito que estaríamos confinados en una cuarentena (que hoy sobrepasa los 100 días), a causa de un virus mortal que se desató al mundo entero, hubiese ganado un premio a la mejor historia de suspenso, terror o ficción. Hoy, es tan sólo la representación exacta de la realidad que atestiguamos en el mundo entero; todo cambió de la noche a la mañana y ya nada volverá a ser igual, la economía, las relaciones sociales y nosotros mismos. En este momento histórico se instaura un nuevo escenario social que está transformando la forma de relacionarnos, dentro de una sociedad suficientemente compleja y que ya estaba golpeada por la violencia, las desigualdades y la discriminación. Las luchas sociales han buscado abrirse paso para generar conciencia y erradicar estos golpes y ahora más en estos complejos momentos producidos por la pandemia se buscan otros caminos de acción innovadores para continuarlas e incluso revolucionarlas; se le llama la “nueva normalidad”.

Una revolución representa una transformación radical respecto al pasado inmediato que se produce en diversos ámbitos y tienen consecuencias trascendentales. Carlos Fuentes decía que una revolución en una sociedad significaba la “ruptura del orden establecido y el movimiento hacia el futuro, esperanzadamente mejor”. En una crisis es menester entender que las cosas están modificándose y es esperable que se encuentren nuevas formas de acción reformadoras para continuarlas. El domingo pasado se celebró la Marcha del Orgullo Gay, otra revolución inacabada en la lucha por la igualdad que a finales de los 60 se detonó con una serie de protestas contra una redada de policías afuera de un bar de Nueva York. Desde entonces se acostumbra a salir a las calles a realizar marchas que, con el paso de los años, se volvieron más significativas por el impacto que ha generado para lograr la tan anhelada igualdad en derechos y el fin de la discriminación.

El mundo cambia y la manera de protestar también. Este año se anunció que la marcha se realizaría de manera digital, añadiéndose a la revolucionaria manera de manifestarse en estos tiempos que están cambiando nuestros paradigmas y mostrando un nuevo escenario social. Cualquier manera de expresión que nos genere conciencia acerca de la discriminación y violencia y que conduzcan a lograr la igualdad y respeto, es admirable.

Quizá el año que entra o en unos años se pueda salir masivamente de nuevo, sin embargo, a la velocidad en que ocurren los cambios, quizá ya no será necesario. La pandemia era “impensable”, ¿por qué más habría entonces de lograrse la equidad?

Continúa Fuentes: La Revolución del siglo XXI consistirá en darle valor a la diferencia sexual, entre otras. Será no sólo un triunfo contra las injusticias, sino contra la fatalidad. Entonces esa palabra aparecerá con el significado que le dio María Zambrano: Revolución es anunciación.