/ domingo 7 de marzo de 2021

Romper el techo de cristal

Este concepto del techo de cristal se refiere a una serie de normas no escritas que al interior de las organizaciones dificulta o imposibilita a las mujeres para tener acceso a cargos de alta dirección, situación que ha derivado en múltiples rezagos en cuanto a la equidad laboral y en otros ámbitos como el gubernamental y el político.

La falta de normatividad, es decir, leyes que puedan imponer, promover, garantizar y hasta recompensar a quienes se atrevan a dar la posibilidad para que el acceso en igualdad sea pleno, ha llevado a que nuestro país tenga enormes brechas o distorsiones en este tópico.

Increíblemente, en México, estudios calificados indican que de las 500 empresas más importantes, sólo el 3% de los cargos de alta responsabilidad son ocupados por mujeres, pasando desde luego por una especie de segregación horizontal de género; pareciera que las y los empresarios no confían en las mujeres, consideran riesgoso darles estas responsabilidades gerenciales, quizás porque son ellas las que en mayor medida tienen la responsabilidad de la crianza y atención de los hijos y la formación de la familia; “no quieren exponerse” a que por embarazo tenga una mujer que ausentarse por largos periodos. Este círculo ha impactado de tal forma que la mujer ha sido rezagada en cuanto a la capacitación y superación de sus habilidades, por lo que tienen más espacio los varones para ampliar su hoja de vida laboral y más acceso a mejores oportunidades y, desde luego, mejor remuneradas.

De seguir esta tendencia, se ve lejana la posibilidad de fortalecimiento financiero para que las mujeres puedan sentir seguridad; no sólo es un tema de superación personal o social, ya que esta libertad económica también ayudaría para avanzar en disminuir la violencia contra las mujeres, una mujer que tiene medios financieros puede liberarse de cualquier yugo.

Del otro lado, las mujeres debemos atrevernos a ser protagonistas de una nueva historia, con férrea decisión avanzar en la realización personal y potenciar nuestra circunstancia; desde luego, capacitarnos y mejorar nuestro potencial, habilidades y capacidades, invertir en ello nos significará mayor independencia psicológica y económica. Debemos creer en nosotras, somos tan capaces y tan merecedoras como los hombres para aspirar a altas responsabilidades con magníficos resultados; aprovechar y potenciarnos con los avances de la ciencia y de las nuevas tecnologías, debemos exigir que se sociabilicen las tecnologías de la información. Vale la pena también hacer alianzas entre nosotras para apoyarnos, tomarnos de la mano y crecer juntas, ser valientes y actuar en consecuencia, responsabilizarnos del éxito, ser ejemplo para otras generaciones y desde luego remontar a las que están en posición de mayor vulnerabilidad, esta sería una parte importante para ir mejorando.

En la política se tienen que ir rompiendo inercias; las acciones afirmativas de género han abierto camino, pero falta aún mucho por hacer. Logremos impulsarnos entre nosotras, las que escalen posiciones de toma de decisión deben trabajar por el resto, por garantizar sus derechos, por lograr justicia y equidad en todos los sentidos, para que la equidad que nos corresponde sea un futuro alcanzable para todas, hacer las cosas de manera diferente y eficiente y demostrar todo lo grande que podemos ser con tan sólo un impulso.


Este concepto del techo de cristal se refiere a una serie de normas no escritas que al interior de las organizaciones dificulta o imposibilita a las mujeres para tener acceso a cargos de alta dirección, situación que ha derivado en múltiples rezagos en cuanto a la equidad laboral y en otros ámbitos como el gubernamental y el político.

La falta de normatividad, es decir, leyes que puedan imponer, promover, garantizar y hasta recompensar a quienes se atrevan a dar la posibilidad para que el acceso en igualdad sea pleno, ha llevado a que nuestro país tenga enormes brechas o distorsiones en este tópico.

Increíblemente, en México, estudios calificados indican que de las 500 empresas más importantes, sólo el 3% de los cargos de alta responsabilidad son ocupados por mujeres, pasando desde luego por una especie de segregación horizontal de género; pareciera que las y los empresarios no confían en las mujeres, consideran riesgoso darles estas responsabilidades gerenciales, quizás porque son ellas las que en mayor medida tienen la responsabilidad de la crianza y atención de los hijos y la formación de la familia; “no quieren exponerse” a que por embarazo tenga una mujer que ausentarse por largos periodos. Este círculo ha impactado de tal forma que la mujer ha sido rezagada en cuanto a la capacitación y superación de sus habilidades, por lo que tienen más espacio los varones para ampliar su hoja de vida laboral y más acceso a mejores oportunidades y, desde luego, mejor remuneradas.

De seguir esta tendencia, se ve lejana la posibilidad de fortalecimiento financiero para que las mujeres puedan sentir seguridad; no sólo es un tema de superación personal o social, ya que esta libertad económica también ayudaría para avanzar en disminuir la violencia contra las mujeres, una mujer que tiene medios financieros puede liberarse de cualquier yugo.

Del otro lado, las mujeres debemos atrevernos a ser protagonistas de una nueva historia, con férrea decisión avanzar en la realización personal y potenciar nuestra circunstancia; desde luego, capacitarnos y mejorar nuestro potencial, habilidades y capacidades, invertir en ello nos significará mayor independencia psicológica y económica. Debemos creer en nosotras, somos tan capaces y tan merecedoras como los hombres para aspirar a altas responsabilidades con magníficos resultados; aprovechar y potenciarnos con los avances de la ciencia y de las nuevas tecnologías, debemos exigir que se sociabilicen las tecnologías de la información. Vale la pena también hacer alianzas entre nosotras para apoyarnos, tomarnos de la mano y crecer juntas, ser valientes y actuar en consecuencia, responsabilizarnos del éxito, ser ejemplo para otras generaciones y desde luego remontar a las que están en posición de mayor vulnerabilidad, esta sería una parte importante para ir mejorando.

En la política se tienen que ir rompiendo inercias; las acciones afirmativas de género han abierto camino, pero falta aún mucho por hacer. Logremos impulsarnos entre nosotras, las que escalen posiciones de toma de decisión deben trabajar por el resto, por garantizar sus derechos, por lograr justicia y equidad en todos los sentidos, para que la equidad que nos corresponde sea un futuro alcanzable para todas, hacer las cosas de manera diferente y eficiente y demostrar todo lo grande que podemos ser con tan sólo un impulso.