/ lunes 26 de julio de 2021

Salud estatal, rabia y jaurías caninas

El gobierno del estado de Chihuahua es muy sensible con las causas de los animales de compañía para que no sean maltratados; causa justa, noble y legítima. Pero, al parecer, muy poco comprometido con los seres humanos atacados por animales abandonados o sueltos por las calles de la capital del estado y otros municipios.

Hace una semana exactamente, Juan Carlos llegó a su casa en un servicio de transporte por aplicación. Allá en la Vicente Güereca se bajó del vehículo. Estaba a cinco metros de su casa solamente, cuando una jauría de seis perros lo atacó y tres le ocasionaron mordidas en sus piernas, mismas que fueron atendidas por personal de la Cruz Roja.

Ahí comenzó la odisea.

Como fue de noche, pues el antirrábico no abre hasta las nueve de la mañana. Cuando llegó la hora de poder llamar, el teléfono que aparece en internet no es el correcto. El afán era denunciar a la jauría de canes y gestionar la vacuna de la rabia para que le fuera aplicada.

Juan Carlos llamó a sus conocidos para explorar la posibilidad de que alguno tuviera un contacto que pudiera ayudarle y uno de ellos lo conectó para poder ser atendido en el Centro de Salud el martes por la mañana. Ahí, el personal se contactó con el antirrábico, el cual aseguró visitar la vivienda del afectado para proceder con la identificación de los perros, para asegurarlos y que fueran examinados y determinar si tenían rabia.

Pasaron dos días para que fueran. Y cuando fueron no pudieron sustraer a los canes, puesto que quienes se identificaron como dueños de algunos no permitieron que se los llevaran. Y a Juan Carlos le dijeron que le aplicarían la vacuna al día siguiente en el Centro de Salud.

Cuando regresó al Centro de Salud para la aplicación de la vacuna contra la rabia, recibió más largas: que tenía hasta tres meses para ponérsela ya que, según argumento de un médico de ahí, lo más seguro es que no tuviera rabia. Ya habían pasado cuatro días desde el ataque.

Juan Carlos tuvo que recurrir a otros amigos para ver quién conocía a alguien al interior de la Secretaría de Salud estatal para que presionara y le aplicaran la vacuna. Lo encontró y de inmediato le llamaron y lo citaron para el sábado, día en el que por fin le pudieron aplicar la primera dosis de la vacuna antirrábica.

¿Lee a lo que me refiero cuando escribo que el gobierno estatal tiene poco compromiso con las personas atacadas por animales?

Ser atacado por un perro o varios se convierte en toda una odisea para cualquier persona que depende de los servicios públicos de salud del gobierno del estado de Chihuahua. Es una tristeza que se convierta en un asunto de contactos y no de orden y protocolo institucional.

ULTIMALETRA

Chihuahua entera entiende como una venganza la detención de Andrés Valles, mientras Juan Carlos Loera sonríe muy feliz por la ejecución de su venganza contra todo el pueblo que lo rechazó en las urnas

luisruben@plandevuelo.mx

El gobierno del estado de Chihuahua es muy sensible con las causas de los animales de compañía para que no sean maltratados; causa justa, noble y legítima. Pero, al parecer, muy poco comprometido con los seres humanos atacados por animales abandonados o sueltos por las calles de la capital del estado y otros municipios.

Hace una semana exactamente, Juan Carlos llegó a su casa en un servicio de transporte por aplicación. Allá en la Vicente Güereca se bajó del vehículo. Estaba a cinco metros de su casa solamente, cuando una jauría de seis perros lo atacó y tres le ocasionaron mordidas en sus piernas, mismas que fueron atendidas por personal de la Cruz Roja.

Ahí comenzó la odisea.

Como fue de noche, pues el antirrábico no abre hasta las nueve de la mañana. Cuando llegó la hora de poder llamar, el teléfono que aparece en internet no es el correcto. El afán era denunciar a la jauría de canes y gestionar la vacuna de la rabia para que le fuera aplicada.

Juan Carlos llamó a sus conocidos para explorar la posibilidad de que alguno tuviera un contacto que pudiera ayudarle y uno de ellos lo conectó para poder ser atendido en el Centro de Salud el martes por la mañana. Ahí, el personal se contactó con el antirrábico, el cual aseguró visitar la vivienda del afectado para proceder con la identificación de los perros, para asegurarlos y que fueran examinados y determinar si tenían rabia.

Pasaron dos días para que fueran. Y cuando fueron no pudieron sustraer a los canes, puesto que quienes se identificaron como dueños de algunos no permitieron que se los llevaran. Y a Juan Carlos le dijeron que le aplicarían la vacuna al día siguiente en el Centro de Salud.

Cuando regresó al Centro de Salud para la aplicación de la vacuna contra la rabia, recibió más largas: que tenía hasta tres meses para ponérsela ya que, según argumento de un médico de ahí, lo más seguro es que no tuviera rabia. Ya habían pasado cuatro días desde el ataque.

Juan Carlos tuvo que recurrir a otros amigos para ver quién conocía a alguien al interior de la Secretaría de Salud estatal para que presionara y le aplicaran la vacuna. Lo encontró y de inmediato le llamaron y lo citaron para el sábado, día en el que por fin le pudieron aplicar la primera dosis de la vacuna antirrábica.

¿Lee a lo que me refiero cuando escribo que el gobierno estatal tiene poco compromiso con las personas atacadas por animales?

Ser atacado por un perro o varios se convierte en toda una odisea para cualquier persona que depende de los servicios públicos de salud del gobierno del estado de Chihuahua. Es una tristeza que se convierta en un asunto de contactos y no de orden y protocolo institucional.

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luisruben@plandevuelo.mx