/ lunes 2 de agosto de 2021

Salud Mental

Mario Ramírez

El cuidado de la salud mental es algo a lo que afortunadamente se le ha dado más prioridad en tiempos recientes y eso es de aplaudirse, pues la mente es tan importante como el cuerpo y requiere de una atención adecuada. Millones de personas a lo largo de la historia han sufrido enfermedades mentales que quizá pudieron haber sido evitadas si se hubieran tratado correctamente con un psicólogo o hasta con un psiquiatra. Sabiendo esto, en pleno siglo XXI es responsabilidad de cada quien conocerse, reconocer los límites y debilidades propias, poner manos a la obra en lo que sea que cada quien se considere disminuido y no esperar a querer impermeabilizar tu casa cuando ya está llena de goteras.

En lo que concierne al deporte, todo esto viene a flote porque hace unos días Simone Biles, la que para muchos es la mejor gimnasta del mundo, se retiró tanto de la prueba de equipos como de su competencia individual. Lo cual generó comentarios a favor y en contra tanto de deportistas como de analistas profesionales y de aficionados.

Es verdad que los atletas profesionales se encuentran bajo una presión inmensa y más en eventos tan importantes como lo son los Juegos Olímpicos. Sin embargo, ningún deportista puede decir que no sabía que eso era lo que le esperaba en estos escenarios tan imponentes. El mundo siempre ha sido cruel, pero esa crueldad se ha vuelto más abrumante en los años recientes gracias a las redes sociales. Resulta muy fácil entender las decisiones de estos deportistas que ceden ante la presión cuando tomas en cuenta el bullying, el racismo y la discriminación de los pseudo-aficionados que inundan las redes de cada atleta cada vez que se equivocan, y a eso se le suma la moda del asqueroso pseudo-periodismo deportivo que únicamente busca crear polémica barata para hacerse tendencia, ¿Son justificables las actitudes de estos seres? No, jamás lo serán ¿Está mal? Sí, pésimo ¿Es evitable? No, imposible. Todo deportista de alto calibre está consciente de que su vida profesional será pública, y eso significa que lamentablemente será señalada, criticada y castigada.

Pudiera sonar muy sanguinario lo siguiente, pero este aficionado al deporte jamás aplaudirá a los que renuncian. En el deporte como en la vida, el camino es difícil, a veces suceden injusticias y en ocasiones es sólo mala suerte, depende de cada deportista y de cada ser humano sobreponerse ante las situaciones que se le presenten.

Es necesario dejar muy, muy claro que aquí lo que se está cuestionando no es la decisión de Biles de retirarse de Tokio 2020, si eso es lo que ella decidió para sentirse mejor es totalmente aceptable, la gimnasia es una de las disciplinas más demandantes desde la infancia y parece ser que existen temas personales más oscuros que no se pueden criticar. Aquí lo que se cuestiona es la no prevención de dichos problemas, se cuestiona el por qué esperar hasta el último momento, se cuestiona el poco conocimiento que se puede llegar a tener de uno mismo y se cuestionan los aplausos de la gente que enaltece este tipo de decisiones por simple lástima. Por favor, no normalicemos la cultura de la renuncia solamente porque las cosas se ponen complicadas, si eso fuera, absolutamente todos renunciaríamos... a todo.

Mario Ramírez

El cuidado de la salud mental es algo a lo que afortunadamente se le ha dado más prioridad en tiempos recientes y eso es de aplaudirse, pues la mente es tan importante como el cuerpo y requiere de una atención adecuada. Millones de personas a lo largo de la historia han sufrido enfermedades mentales que quizá pudieron haber sido evitadas si se hubieran tratado correctamente con un psicólogo o hasta con un psiquiatra. Sabiendo esto, en pleno siglo XXI es responsabilidad de cada quien conocerse, reconocer los límites y debilidades propias, poner manos a la obra en lo que sea que cada quien se considere disminuido y no esperar a querer impermeabilizar tu casa cuando ya está llena de goteras.

En lo que concierne al deporte, todo esto viene a flote porque hace unos días Simone Biles, la que para muchos es la mejor gimnasta del mundo, se retiró tanto de la prueba de equipos como de su competencia individual. Lo cual generó comentarios a favor y en contra tanto de deportistas como de analistas profesionales y de aficionados.

Es verdad que los atletas profesionales se encuentran bajo una presión inmensa y más en eventos tan importantes como lo son los Juegos Olímpicos. Sin embargo, ningún deportista puede decir que no sabía que eso era lo que le esperaba en estos escenarios tan imponentes. El mundo siempre ha sido cruel, pero esa crueldad se ha vuelto más abrumante en los años recientes gracias a las redes sociales. Resulta muy fácil entender las decisiones de estos deportistas que ceden ante la presión cuando tomas en cuenta el bullying, el racismo y la discriminación de los pseudo-aficionados que inundan las redes de cada atleta cada vez que se equivocan, y a eso se le suma la moda del asqueroso pseudo-periodismo deportivo que únicamente busca crear polémica barata para hacerse tendencia, ¿Son justificables las actitudes de estos seres? No, jamás lo serán ¿Está mal? Sí, pésimo ¿Es evitable? No, imposible. Todo deportista de alto calibre está consciente de que su vida profesional será pública, y eso significa que lamentablemente será señalada, criticada y castigada.

Pudiera sonar muy sanguinario lo siguiente, pero este aficionado al deporte jamás aplaudirá a los que renuncian. En el deporte como en la vida, el camino es difícil, a veces suceden injusticias y en ocasiones es sólo mala suerte, depende de cada deportista y de cada ser humano sobreponerse ante las situaciones que se le presenten.

Es necesario dejar muy, muy claro que aquí lo que se está cuestionando no es la decisión de Biles de retirarse de Tokio 2020, si eso es lo que ella decidió para sentirse mejor es totalmente aceptable, la gimnasia es una de las disciplinas más demandantes desde la infancia y parece ser que existen temas personales más oscuros que no se pueden criticar. Aquí lo que se cuestiona es la no prevención de dichos problemas, se cuestiona el por qué esperar hasta el último momento, se cuestiona el poco conocimiento que se puede llegar a tener de uno mismo y se cuestionan los aplausos de la gente que enaltece este tipo de decisiones por simple lástima. Por favor, no normalicemos la cultura de la renuncia solamente porque las cosas se ponen complicadas, si eso fuera, absolutamente todos renunciaríamos... a todo.