/ viernes 19 de octubre de 2018

¿Santa Lucía o Texcoco?: una consulta sin razón

Sin duda alguna, la razón (entiéndase “motivo”) por los que el futuro destino del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) está en discusión, es que la capacidad operativa de las instalaciones del aeropuerto Benito Juárez ya es insuficiente y, por lo tanto, riesgosa. No obstante, tampoco queda duda de que la consulta nacional que Andrés Manuel López Obrador, a través de su equipo de transición, pretende realizar a finales de este mes para determinar si el NAIM debe ser construido en Santa Lucía o en Texcoco, es producto de la sinrazón política que caracteriza al presidente electo.

No se le puede llamar de otra manera (sinrazón) al hecho de aprovecharse del mecanismo de la consulta popular para decidir sobre un tema, sí de trascendencia nacional, pero que requiere la exclusiva participación de expertos de probada reputación en la materia que, con conocimientos amplios, necesarios y suficientes, ayuden al futuro Gobierno de la República a tomar racionalmente la mejor decisión.

Aunque desde hace tiempo existen diversos estudios, opiniones y posicionamientos elaborados y exhibidos por especialistas y expertos en el campo de la aeronáutica, Andrés Manuel López Obrador sigue empeñado en consultar a ciudadanos que no tenemos ni la menor (mucho menos la mayor) idea de las repercusiones (sociales, económicas, financieras, ecológicas, etc.) que, independientemente del lugar en que lo ubiquen, conlleva la construcción del NAIM.

Es cierto que quien será coordinador de Comunicación Social del próximo gobierno, Jesús Ramírez Cuevas, dijo que en el anverso de la boleta que se utilizará para la consulta se detallaran los argumentos a favor y en contra de ambas propuestas. Sin embargo, también es cierto que esos argumentos no son suficientes para que los ciudadanos emitan su voto de manera sensata.

El caso es que, de seguir empecinados en llevar a cabo esa consulta sin razón, será una mayoría no calificada (el sentido amplio sentido de la expresión “no calificada”) la que decida el destino del NAIM, permitiendo así que, ante cualquier consecuencia negativa, Andrés Manuel López Obrador pueda lavarse las manos fácil y tranquilamente.

En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por el escritor español Francisco de Quevedo: “Aquel jefe de Estado que de sus consultas elige por bueno lo que votaron los más, es esclavo de la multitud, debiendo serlo de la razón”.



laecita.wordpress.com

laecita@gmail.com


Sin duda alguna, la razón (entiéndase “motivo”) por los que el futuro destino del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) está en discusión, es que la capacidad operativa de las instalaciones del aeropuerto Benito Juárez ya es insuficiente y, por lo tanto, riesgosa. No obstante, tampoco queda duda de que la consulta nacional que Andrés Manuel López Obrador, a través de su equipo de transición, pretende realizar a finales de este mes para determinar si el NAIM debe ser construido en Santa Lucía o en Texcoco, es producto de la sinrazón política que caracteriza al presidente electo.

No se le puede llamar de otra manera (sinrazón) al hecho de aprovecharse del mecanismo de la consulta popular para decidir sobre un tema, sí de trascendencia nacional, pero que requiere la exclusiva participación de expertos de probada reputación en la materia que, con conocimientos amplios, necesarios y suficientes, ayuden al futuro Gobierno de la República a tomar racionalmente la mejor decisión.

Aunque desde hace tiempo existen diversos estudios, opiniones y posicionamientos elaborados y exhibidos por especialistas y expertos en el campo de la aeronáutica, Andrés Manuel López Obrador sigue empeñado en consultar a ciudadanos que no tenemos ni la menor (mucho menos la mayor) idea de las repercusiones (sociales, económicas, financieras, ecológicas, etc.) que, independientemente del lugar en que lo ubiquen, conlleva la construcción del NAIM.

Es cierto que quien será coordinador de Comunicación Social del próximo gobierno, Jesús Ramírez Cuevas, dijo que en el anverso de la boleta que se utilizará para la consulta se detallaran los argumentos a favor y en contra de ambas propuestas. Sin embargo, también es cierto que esos argumentos no son suficientes para que los ciudadanos emitan su voto de manera sensata.

El caso es que, de seguir empecinados en llevar a cabo esa consulta sin razón, será una mayoría no calificada (el sentido amplio sentido de la expresión “no calificada”) la que decida el destino del NAIM, permitiendo así que, ante cualquier consecuencia negativa, Andrés Manuel López Obrador pueda lavarse las manos fácil y tranquilamente.

En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por el escritor español Francisco de Quevedo: “Aquel jefe de Estado que de sus consultas elige por bueno lo que votaron los más, es esclavo de la multitud, debiendo serlo de la razón”.



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