/ lunes 17 de mayo de 2021

Ser docente en un país sin gis

Por: Lizbeth Chavira Ortiz

No cabe duda que el docente cuenta con el amor y la vocación a su profesión, pero romantizar la docencia no ayuda a otorgarle el reconocimiento que merece; tampoco el esquematizar las razones por las cuales la docencia es maravillosa serán suficientes para rendirles justicia; ya que en años anteriores se ha desvalorizado de forma abrupta la labor de la docencia, puesto que ahora con la pandemia y sus adversidades, los padres empezaron a tomar roles semejantes que los han dirigido a creer que enseñar es un trabajo que puede realizar cualquiera.

Es curioso, pareciere que hubiésemos olvidado que existió alguien dispuesto a enseñarnos exactamente lo que creemos poder explicar por nuestra cuenta. La diferencia, es que no existen pupitres a los costados, problemas familiares arrinconados tras la deficiencia de algún estudiante o la imposibilidad de brindar educación de calidad por falta de fondos, apoyo y mobiliario digno.

Factores que incentivan el desprestigio a la docencia

Por supuesto que la educación de todo ser humano parte de las enseñanzas y la manera en que éstas son aplicadas por los profesores, no obstante, debemos señalar que existen elementos que contribuyen a entorpecer a la educación que están fuera de este marco.

Por ejemplo, el Observatorio de Innovación Educativo del Tecnológico de Monterrey estipuló que, en promedio, 74% de las escuelas de 15 países en Latinoamérica carecen de laboratorios de ciencias, un 54% salas exclusivas para los profesores y el 20% de baños dignos, mientras que el 16% una oficina para el director.

Cabe aclarar que, en efecto, su papel es esencial para incentivar la educación, no hay excusa. Sin embargo, por más que los docentes cuenten con las aptitudes necesarias, si no existe apoyo gubernamental, programas o mecanismos que les otorguen las herramientas para desempeñar su labor, el gis terminará no siendo suficiente, ¿y mañana entonces qué?

La docencia en tiempos de pandemia

La pedagogía ha tenido que adaptarse a la situación que atravesamos actualmente desde una educación “a distancia”, pero ésta no solo se limita a brindar lecturas, vídeos o textos—según Pinion Tips—, sino que es necesario establecer modelos innovadores que retengan la atención de los alumnos, enlazando así una comunicación más didáctica.

Aunando a lo anterior, está claro que se necesita mayor capacitación al docente considerando a la tecnología como parte de, sin olvidar que los padres o familia del estudiante también juegan un rol importante para el desarrollo de éste—haciendo énfasis en el nivel prescolar y primaria—y la participación activa del gobierno para brindar educación de calidad con una infraestructura adecuada y programas de apoyo de amplia cobertura.

No es sencillo ni algo que cualquiera puede hacer y es momento que valoricemos—nuevamente—el trabajo de los maestros y maestras, empezando por creer que son quienes están armando al futuro médico, abogado, dentista, locutor o ingeniero.

Por: Lizbeth Chavira Ortiz

No cabe duda que el docente cuenta con el amor y la vocación a su profesión, pero romantizar la docencia no ayuda a otorgarle el reconocimiento que merece; tampoco el esquematizar las razones por las cuales la docencia es maravillosa serán suficientes para rendirles justicia; ya que en años anteriores se ha desvalorizado de forma abrupta la labor de la docencia, puesto que ahora con la pandemia y sus adversidades, los padres empezaron a tomar roles semejantes que los han dirigido a creer que enseñar es un trabajo que puede realizar cualquiera.

Es curioso, pareciere que hubiésemos olvidado que existió alguien dispuesto a enseñarnos exactamente lo que creemos poder explicar por nuestra cuenta. La diferencia, es que no existen pupitres a los costados, problemas familiares arrinconados tras la deficiencia de algún estudiante o la imposibilidad de brindar educación de calidad por falta de fondos, apoyo y mobiliario digno.

Factores que incentivan el desprestigio a la docencia

Por supuesto que la educación de todo ser humano parte de las enseñanzas y la manera en que éstas son aplicadas por los profesores, no obstante, debemos señalar que existen elementos que contribuyen a entorpecer a la educación que están fuera de este marco.

Por ejemplo, el Observatorio de Innovación Educativo del Tecnológico de Monterrey estipuló que, en promedio, 74% de las escuelas de 15 países en Latinoamérica carecen de laboratorios de ciencias, un 54% salas exclusivas para los profesores y el 20% de baños dignos, mientras que el 16% una oficina para el director.

Cabe aclarar que, en efecto, su papel es esencial para incentivar la educación, no hay excusa. Sin embargo, por más que los docentes cuenten con las aptitudes necesarias, si no existe apoyo gubernamental, programas o mecanismos que les otorguen las herramientas para desempeñar su labor, el gis terminará no siendo suficiente, ¿y mañana entonces qué?

La docencia en tiempos de pandemia

La pedagogía ha tenido que adaptarse a la situación que atravesamos actualmente desde una educación “a distancia”, pero ésta no solo se limita a brindar lecturas, vídeos o textos—según Pinion Tips—, sino que es necesario establecer modelos innovadores que retengan la atención de los alumnos, enlazando así una comunicación más didáctica.

Aunando a lo anterior, está claro que se necesita mayor capacitación al docente considerando a la tecnología como parte de, sin olvidar que los padres o familia del estudiante también juegan un rol importante para el desarrollo de éste—haciendo énfasis en el nivel prescolar y primaria—y la participación activa del gobierno para brindar educación de calidad con una infraestructura adecuada y programas de apoyo de amplia cobertura.

No es sencillo ni algo que cualquiera puede hacer y es momento que valoricemos—nuevamente—el trabajo de los maestros y maestras, empezando por creer que son quienes están armando al futuro médico, abogado, dentista, locutor o ingeniero.